"Muchas obras de Múnich quizá fueron depuradas"
PERCEPCIÓN. En esta imagen de 1935, Adolfo Hitler mira algunas piezas del llamado "arte degenerado". (Foto: REUTERS )
El periodista puertorriqueño Héctor Feliciano, autor del libro El museo desaparecido, se ha convencido de que "la II Guerra Mundial es el momento de la historia del arte en que más obras cambiaron de mano o fueron destruidas". Tan sólo el caso de Francia así lo confirma: los nazis robaron ahí más de 100 mil obras de arte y un millón de libros y de manuscritos.
Desde San Juan, donde el periodista cultural prepara una investigación en torno del Impresionismo, habla en entrevista telefónica de uno de los temas que con más pasión y rigor ha trabajado: el robo, saqueo, expolio de arte por parte de los nazis antes y después de la II Guerra Mundial.
En 2001, Feliciano publicó en francés su investigación periodística Le museo disparu, al que le siguió la edición en inglés, The lost musean. El libro fue publicado en España y aunque llegó a circular en México, hoy no está en librerías. Sus repercusiones fueron desde la recuperación de obras, hasta el inicio de procesos por la devolución de arte y otros objetos, aun abiertos.
La noticia divulgada el pasado domingo del hallazgo en Múnich en 2011 de mil 400 obras que pudieron ser expropiadas a judíos, vendidas bajo presión o sacadas de Alemania por considerarse "arte degenerado", no sorprendió a Feliciano, pues esto forma parte de los hechos que han salido a la luz en los últimos años, en parte por su investigación, en parte por otros estudios y también por acciones judiciales.
Lo que sí le sorprendió fue ver en un diario que una de las piezas descubiertas, Mujer sentada, de Henri Matisse, fuera una de las que él había rastreado en su investigación.
"Uno de los cuadros que han dado a conocer es un lienzo que yo trabajé, averigüé que lo robaron y después le perdí la pista. Ese Matisse perteneció a Paul Rosenberg, un marchante parisino en las entreguerras, marchante de Picasso, Matisse, Bracque... cuando comienza la II guerra se va a Nueva York deja las obras en varias galerías y en escondites de Francia. Los alemanes poco a poco las van encontrando en sus escondites. A ésta la encuentran y la llevan al Jeu de Paume, el museo en la plaza de la Concordia, que era el depósito de las obras halladas por ellos. (El Matisse) es una obra que fue trocada por los nazis por piezas que a ellos les interesaban, como obras del Renacimiento, del Medioevo germánico. Hasta ahí le sigo el rastro, no pude encontrar más, hasta ahora".
La colección descubierta por autoridades alemanas en Múnich a Cornelius Gurlitt -hijo de Hildebrand Gurlitt, quien reunió las obras- incluye arte de Marc Chagall, Pablo Picasso y Otto Dix, y del siglo XIX, entre muchos otros.
"El señor Hildebrand Gurlitt (ya lo había trabajado yo) fue a París a comprar obras de todo tipo, robadas o no robadas. Lo que es un misterio para mí, es cómo llegaron estas obras a Alemania. Porque al mismo tiempo que Hitler depuró los museos alemanes de lo que se va a llamar arte degenerado, prohibió que ingresara al país obra degenerada de otros países".
Hildebrand Cornelius, describe Feliciano, fue director de museos alemanes en los años 20, pero como su abuela materna era judía, debió salir de ahí (una vez que Hitler llegó al poder, los judíos no pudieron estar en puestos de gobierno). Él era parte del comité que se ocupó de la depuración de los museos alemanes de arte moderno y, por otra parte, durante la Guerra, viajaba mucho a Francia y compró arte.
"Tuvo mucho acceso a arte robado en París y arte vendido bajo presión y también a arte del que se deshacían los museos. Muchas de esas obras encontradas en Múnich probablemente son obras depuradas de museos, no robadas, sino las que los museos decidieron vender. Ahí no hay delito".
En su libro, Feliciano detalla casos de más de 5 mil obras robadas, de las cuales ubica más de 2 mil.
-¿Qué pasó en la II Guerra con el arte?
-Lo primero que hay que decir es que de todos los dictadores de la época, Hitler era el único que se interesaba en el arte. Intentó dos veces ingresar a la escuela de Bellas Artes de Viena y no lo logró, luego intentó ingresar a la escuela de Arquitectura y no lo logró. Llevó todo ese interés a la ideología nazi, él era coleccionista y tenía mucho dinero. Al comenzar la guerra, él y los demás nazis vieron la posibilidad de reposeer, tomar y robar muchas obras que les interesaban, es en la II Guerra cuando más obras cambian de dueño. En Francia robaron más de 100 mil obras, y luego están los casos de Holanda, Hungría, Bélgica, la Unión Soviética, Polonia... En Alemania no hubo robo, lo que sí hubo fue depuración de museos y venta bajo presión, venta de gente que tiene que salir de una obra. La II Guerra fue uno de los momentos de mayor desplazamiento de obra.
-¿Por qué prohibir en particular el arte moderno?
-Lo que Hitler dijo en su autobiografía, Mein Kampf (Mi lucha), es que estas eran obras producto de mentes degeneradas. Consideraba que eran obras muy subjetivas y que no contaban sobre lo que él consideraba que era la realidad.
-¿Cómo explica el silencio frente al tema por tantos años?
-Hay que saber que el mercado del arte es uno de los pocos mercados, con el de las drogas, que no está controlado. Todo depende de la palabra o de los acuerdos que se hagan entre la gente. No hay contratos explícitos, hay muchos cambios de mano a mano, eso crea situaciones difíciles de controlar.
- ¿Qué tantos personajes como Hildebrand Cornelius existieron?
-Era un hombre integrado al Estado nazi, que funcionó como marchante, en el que se tenía confianza, que se movió en los altos círculos del fascismo. El hijo es otra cosa, no sabemos dónde está hoy; aparentemente tiene dos nacionalidades: alemana y austriaca. Es una persona muy diferente a su padre. Lo que más intriga es su historia, es rarísimo, no tiene número de identidad, de seguridad social ni carnet.
-¿Pueden quedar otras colecciones como ésta?
-No creo que haya muchas así.
-¿Qué tantas de estas obras expoliadas han entrado al mercado?
-Empiezan a entrar durante la Guerra por el trueque; en los 10 años inmediatos a la posguerra hubo mucho ingreso de obra robada. Algunas cayeron al mercado y en el mercado se olvidó un poco la procedencia o no la quisieron ver o la taparon. Entonces muchos coleccionistas y museos compraron obra y después se enteraron de que eran piezas robadas.
-¿Cómo ha cambiado su visión del tema?
-Primero yo pensaba que bastaba con demostrar a los museos que las obras eran robadas para que las restituyeran, y con el tiempo me he dado cuenta de que soy ingenuo. No bastaba con eso. Después tenían que venir los herederos a luchar en el plano legal, con muchos obstáculos.
-¿Cree que ha sido muy paulatino lo que ha pasado, la recuperación de obras?
-Al principio, en los 90 se abrieron bastantes procesos. Cuando publico el libro, por ejemplo en Francia, se creó una Comisión Presidencial de Restitución y en otros lugares, igual. Pero una cosa son las intenciones de los Estados y los museos, y otra es la realidad. Nadie quiere tener una obra robada en su casa, pero cuando le dicen "restitúyamela" ahí empiezan las complicaciones. Ha habido muchos obstáculos, pero también mucha restitución. Desde que el libro mío se publicó ha habido unas 60 mil restituciones de obras y objetos.
-Es algo muy paralelo a procesos de restitución de la memoria...
-Exactamente. Es parte de eso. Juega con la memoria y muchos estamentos de la sociedad juegan un papel porque cada uno va a intentar monopolizar su visión de la memoria, imponerla
-¿Por qué su interés en el arte?
-Este es un tema maravilloso. El tema de arte robado incluye a los nazis, periodismo de investigación, las dos Guerras, permite apreciar arte, es un tema que te hace detective y arqueólogo, cubre tantos países y tantos sistemas jurídicos, entonces ¿cómo uno puede rechazar un tema así tan maravilloso?