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Por primera vez, un historiador de cine de América Latina será reconocido en el Festival de Cine Silente de Pordenone, Italia, que se realizará del 5 al 12 de octubre.

Se trata de Aurelio de los Reyes, historiador, maestro, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, restaurador, con dos doctorados en historia y cine, y autor de más de 40 libros, como la Historia del Cine Mudo en México, del que está por publicar el tercer y cuarto volúmenes. De los Reyes recibirá el premio Jean Mitry.

Por primera vez también, el Festival de Cine Silente de Pordenone, fundado en 1981, abre un apartado especial a la exhibición de una muestra de cine mudo de México, que incluye cerca de seis horas de material restaurado por la Filmoteca de la UNAM de dos fondos nodales: el de los hermanos Alva y el del ingeniero Salvador Toscano.

En el festival de este año se exhibirá un programa de cine silente documental, mientras que el de cine de ficción se proyectará en 2014. El público europeo podrá ver un programa que tiene que ver en su mayoría con la Revolución Mexicana, aunque incluye imágenes en movimiento de 1896 a 1923, que se proyectarán con música en vivo.

Trayectoria de un investigador

Aurelio de los Reyes es el gran estudioso del cine silente en México, un arte que se realizó de manera abundante, pero que como en casi todo el mundo se perdió mucho.

“En México, como en todos los países desapareció un 95% de la producción muda, era un material muy frágil, el soporte muy deleznable; está hecho con nitrato de plata y gelatina, y la gelatina se descompone con facilidad, o llegan a explotar las películas, o eran recicladas o convertidas en pegamento y pintura”, explica el investigador, uno de los grandes estudiosos sobre Maximiliano y el segundo imperio.

En este proyecto que se llevará a Italia, el mismo De los Reyes trabajó en distintas etapas de la restauración, como estar en la mesa con cuenta hilos, y revisar e identificar cuadro por cuadro.

Cine e historia son una sola pasión para Aurelio De los Reyes, quien en su natal Aguacalientes (donde nació en 1942, el 3 de agosto y le gusta recordar que también Dolores del Río nació el 3 de agosto de 1904), cuando tenía seis o siete años, ya era un cautivo del cine, que veía en una sala adaptada en el que fuera el convento de la iglesia de San Diego.

“El cine me viene de mi madre que tenía su cámara de 8 milímetros y nos retrataba, era de familia antigua y acostumbraban intercambiar fotografías; tenía fotos de 1860 a los años 40”.

No es que el estudio de historia lo llevara al cine, al contrario: el cine lo llevó a la historia, en un intento por hacer cine, por indagar en el género de las películas históricas, de ahí su pasión por filmes como Senso, de Visconti, o Lo que el viento se llevó.

A Italia

Hace varios años que De los Reyes asiste al Festival de Cine Silente de Pordenone. El reconocimiento que allí se concede es el máximo que puede recibir un investigador del cine mudo; lo han obtenido, entre otros, Kevin Brownlow.

El investigador explica que el cine mudo en México se divide en dos: el primero desde 1896, cuando llega el cine al país, hasta 1915, en que domina el documental:

“Los escasos camarógrafos nos dejan un enorme legado de la historia de México, es como ver desfilar la historia; el cine de ficción ocupó un lugar menos importante, costaba más, se necesitaban estudios, no los había y lo que hacían los camarógrafos era retratar a la gente a la salida de las iglesias, de las fábricas, para que fueran a verse al cine.

“Lo documental se corta porque la gente no esperaba que Revolución durara tanto, para pacificar al país el gobierno mismo adopta la política de no mostrar escenas de la Revolución, controla mucho las películas. Empieza el cine de argumento para contrarrestar la imagen negativa del mexicano difundida por el cine norteamericano”.

—Desde el principio se entendió el poder del cine...

—Díaz se hacía retratar, eso le daba más popularidad; por ese poder del cine firma Villa el contrato con la Mutual Film Corporation: vio las posibilidades propagandísticas del cine; Obregón se apoya en Abitia para que filmara todas sus campañas. Los gobiernos se dieron cuenta del poder de penetración del cine en toda la sociedad.

Del cine de la Revolución, el investigador describe: “Hubo tres coleccionistas muy importantes: Salvador Toscano que, además de tomar películas, fue coleccionista de la obra de otros camarógrafos del país; los hermanos Alva y Jesús Abitia, el camarógrafo de Álvaro Obregón; también estuvo Enrique Rosas, del que salvó sólo La banda del automóvil gris, lo demás se quemó. El hijo de Abitia le cedió el material al Archivo Toscano y hace tres años, el Archivo Toscano fue cedido a la Filmoteca, eso nos permitió reunir los archivos más importantes, encontramos diversos fragmentos y los reunimos en una película”.

—¿Qué opina del cine que se hace hoy?

Creo que se desmanteló toda la industria cinematográfica. Tenía su aparato de producción, distribución y exhibición, era un organismo completo, pero se desarticuló y sólo queda la producción. Entonces la industria depende más del Estado, de IMCINE, sin que tenga un aparato de distribución y de exhibición, y quedó el cine dentro del rubro del producto industrial y no como producto cultural. También había bajado mucho la calidad, cine de ficheras, de albures, la procacidad con que se llegó con los desnudos o el lenguaje mismo... Hoy son otras películas y tienen además un interés universal, hay nuevos directores, hay escuelas de cine. El enlatamiento sigue, hay estados, muchos sitios a donde no llega el cine mexicano.