Bayreuth desafía el calor para celebrar a Wagner
El Festival de Bayreuth reedita en el bicentenario de Richard Wagner su culto al genio, desafiando la ola de calor sobre esa ciudad bávara y con un "Anillo del Nibelungo" donde la batuta de Kirill Petrenko triunfa sobre los efectismos de Frank Castorf.
Sobre la Verde Colina donde Wagner estrenó su "Anillo" , en 1876, se alcanzaron hoy los 38 grados, temperatura que en el interior del teatro se percibe como de hasta 50, en virtud de la norma de que cualquier aire acondicionado daña la acústica.
Si Luis II de Baviera soportó esas condiciones en el estreno, con butacas aún más precarias que las actuales, nadie entre los wagnerianos actuales renuncia a su dosis de éxtasis por la inusualmente extrema ola de calor.
Bajo esas condiciones se presentaron un "Oro del Rin" colocado por Castorf en un motel-gasolinera poblado por matones y sus chicas, el viernes, seguido al día siguiente de la "Valkiria" emplazada en una torre petrolera preindustrial y con la estrella roja soviética.
La idea del dramaturgo berlinés de degradar los mitos germánicos, a sujetos sucios de telefilme de serie B fue abucheada, mientras que con el canto de la Valkiria en Azerbaiyán Bayreuth pareció tomarle agrado a un Castorf de escenografía menos estridente.
Petrenko y sus solistas triunfaron ya en el "Oro" y rozaron la perfección en la segunda pieza, especialmente la Sieglinde de Anja Kampe, gran triunfadora de la noche, seguida del Siegmundo de Johan Botha y el Wotan de Wolfgang Koch.
Sea porque sucumbió al calor o porque reservó fuerzas, a la Brünnhilde de Catherine Foster le fallaron las fuerzas en el momento crucial del primer canto, bache que superó con una grandeza en el tercer acto que la redimió con creces de los abucheos primeros.
Bayreuth sigue sin entender a dónde quiere llevarlo Castorf con su concepto de "Anillo" , del que mucho se ha leído pero poco se trasmite sobre el escenario.
Pero Petrenko y sus solistas convierte en bueno el "sacrificio" de "sudar por Wagner" , como solía definirlo Wolfgang Wagner, nieto del compositor y artífice de la refundación del festival en los cincuenta, tras los años de sumisión entusiasta al aparato de Adolf Hitler.
El estreno del "Anillo" es el plato fuerte del Año Wagner, en que se conmemoran los 200 años del nacimiento del genio (en Leipzig) y los 130 de su muerte (en Venecia) .
Ni lo uno ni lo otro ocurrió en esa ciudad de provincias, pero Bayreuth es la quintaesencia del culto a Wagner desde que este reunió el dinero suficiente para levantar ahí el teatro, con un reparto exclusivo, ceñido a sus óperas.
La recepción hoy de la Sociedad de Amigos de Bayreuth, con cinco mil miembros, fue un desfile de abanicos, capitaneados por el de Katharina Wagner, biznieta y codirectora del festival junto a su hermana Eva Wagner-Pasquier.
Las Wagner, ausentes en la apertura del festival, sí acudieron al encuentro con los mecenas, sucesores del Rey Loco bávaro, y que complementan con sus donaciones a los grandes patrocinadores -Audi y Allianz-, mientras las subvenciones públicas se reparten entre el gobierno central, el land de Baviera y la ciudad de Bayreuth,
En Bayreuth confluyen el elitismo con lo popular y hasta cierto provincianismo. No hay reglas estrictas de etiqueta, sino que se caracteriza por la mezcla entre los trajes de gala, para quienes quieren y pueden lucirlos, y la vestimenta más "casual" .
La misma tónica regía en la recepción matutina de los donantes, una combinación de pamelas elegantes con asistentes en bermudas.
Katharina Wagner, en tejanos, no abandonó un solo momento su abanico, mientras su hermana mayor, en traje de verano, aguantaba estoica la temperatura.
Se considera este Año Wagner decisivo para ambas herederas, a quienes el patriarca Wolfgang traspasó las riendas en 2008 y cuyo mandato expira en 2015.
El éxito de Petrenko es su gran aliado, mientras queda por ver si Castorf llega al corazón de Bayreuth con las piezas pendientes de estreno, "Sigfrido" y "El ocaso de los dioses" .
cvtp