Crónica. Nuevo 'look' para Masaryk

MEJORAS. Las obras en avenida Presidente Masaryk se dividieron en tres etapas. Actualmente trabajan en el tramo de Moliére a Arquímides. Vecinos y empresarios desean una imagen parecida a la Quinta Avenida de Nueva York. (Foto: ESPECIAL )
rafael.montes@eluniversal.com.mx
La tarde transcurre sin clientela. Desde la puerta del restaurante con cortinas de plástico para evitar el polvo, Horacio Gigliasa platica con los meseros a su cargo. Es la hora de la comida y el lugar está vacío. El tatatatata de los taladros, el toc-toc-toc de los mazazos al piso y el polvo que se levanta con cada golpe ahuyenta a los comensales de los establecimientos de la calle Presidente Masaryk, en Polanco.
Horacio, el gerente del Noisette, sonríe y dice que, en efecto, las obras de remodelación de esa calle van a afectar las cuentas de los negocios, pero confía en que será temporal: “Nos va a beneficiar ante todo. Ahorita nos va a perjudicar, pero a la larga nos va a beneficiar, porque va a ser una pasarela increíble”.
Aun con las banquetas destruidas por el proceso de remodelación, Masaryk es una pasarela. No importan el polvo ni la maquinaria y su ruido que no deja escuchar las conversaciones. Tampoco los pasillos estrechos que quedan para los peatones. Saben que esto es un paréntesis. Presumen que la calle, su calle, será como la Quinta Avenida neoyorkina.
El plan que tienen la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, la Autoridad del Espacio Público y la delegación Miguel Hidalgo consiste en ampliar las banquetas y renovar los pisos y el asfalto para dar más accesibilidad a peatones y mayor agilidad a los automóviles.
El lunes arrancó la remodelación de la calle entre Molière y Lafontaine. El miércoles, el tramo intervenido con obreros y maquinaria llegó hasta Arquímedes. Poco a poco, el espacio se reduce, mientras la destrucción de pisos avanza. Los automovilistas enloquecen cuando se atoran. Pitan una y otra vez. Buscan escapatoria por calles aledañas. Huyen.
El corredor de joyerías, tiendas de ropa, restaurantes, bancos, boutiques y todo tipo de negocio al que se llegaba principalmente en auto, ha cambiado su imagen. Ahora es polvo y ruido, hombres con cascos y chalecos fosforescentes. Trascabos y taladros escandalosos.
El miércoles se avanzó con el levantamiento de asfalto y destrucción de la banqueta del camellón. Ingenieros y topógrafos miden y exploran para ubicar cableado subterráneo.
“El proyecto me gusta, sobre todo evitar que haya coches en las banquetas, que la gente pueda transitar. Se quiere lograr un concepto muy moderno, tipo la Quinta Avenida de Nueva York y que la gente pueda transitar con calma”, narra Javier Badiola, quien camina sorteando bloques anaranjados de plástico que delimitan el área de las obras y el espacio peatonal que a veces es confuso.
Con tacones o de traje y corbata, con los zapatos de gamuza o recién lustrados, los de Polanco se las ingenian para andar, caminan por ahí para entrar al banco, a las tiendas o restaurantes. A veces se desconciertan por los montones de piedras que se encuentran al paso, pero en otras ocasiones sólo desvían un poco el andar porque tienen la convicción de que si es para bien, no importan los malabares que sean necesarios hacer.
“Yo que ando en tacones, es imposible”, confiesa Tania Reyes. “Parezco Bambi, la verdad”, bromea. “Está muy complicado esto, pero esperemos que no tarde mucho y sea para bien, obviamente”, dice mientras busca un sitio donde comer sin polvo ni ruido.
“Sí afecta, pero tenemos que vivir con ello si queremos tener una calle bonita. Esto se hace en todos los países del mundo, se ha hecho en París, en Nueva York, en España. Se renuevan las calles y se modernizan, porque hay nuevos materiales y hay nuevas cosas”, dice Luis Berlanga.
Carlos Romano tenía tiempo que no visitaba Polanco y se encontró una calle destruida: “Es comprensible, no importa”.
Todos lo saben. Masaryk tendrá un nuevo rostro. Atraerá más clientes. Habrá que resistir, dicen los restauranteros, como Horacio, quien anuncia que para evitar más molestias a los comensales, ofrecerá atractivos descuentos.
Raúl Sánchez, gerente de otro restaurante, no se enoja por el polvo. Ya tiene estrategia también: “lo que hacemos en Torobi es impulsar el servicio a domicilio, si no podemos hacer que vengan, vamos a llevar la comida a domicilio”.





