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“Con malabares sacamos a los bebés”

Geovana Royacelli| El Universal
Jueves 19 de septiembre de 2013
Con malabares sacamos a los bebs

HEROÍNA. El 19 de septiembre de 1985, Yolanda Rentería Huacuz, jefa de piso del área de Gineco-Obstetricia del Centro Médico Nacional, ayudó a sacar del hospital a siete bebés prematuros . (Foto: RAÚL ESTRELLA EL UNIVERSAL )


geovana.royacelli@eluniversal.com.mx 

A las 7:19 de la mañana de hace 28 años, Yolanda Rentería Huacuz no sintió nada, ningún movimiento. Sus oídos no escucharon más que un silencio total, su mente se bloqueó; por eso pudo actuar, salvar su vida y la de siete bebés prematuros que el 19 de septiembre de 1985, cuando un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter, sacudió a la Ciudad de México y devastó, entre otras construcciones, el Centro Médico Nacional Siglo XXI. Estaban ahí.

Ese día, Yolanda, enfermera de profesión, llegó temprano al hospital, ingresó al área de neonatos donde era la jefa de piso de Gineco-Obstetricia; era el momento del cambio de turno. Y cuando ocurrió el sismo, cuenta: “debo decir que no recuerdo nada, ningún movimiento, ni ruido extraño, simplemente me di cuenta que el oxígeno no estaba pasando a las siete incubadoras de los bebés prematuros, estaban inquietos porque no recibían el oxígeno”.

Para entonces, el personal del hospital de esa área estaba inquieto. Muchas de las enfermeras que sí se habían percatado del temblor estaban llorando, pese a estar en la planta baja del hospital.

La enfermera recibió el turno y con ello la responsabilidad de la vida de los siete bebés era suya. Con ayuda de más personal colocaron a los siete en dos incubadoras y con tanques los sacaron del lugar.

Sólo una nube de polvo encontró Yolanda tras abrir la puerta más próxima. “Las paredes estaban caídas, los tabiques bloqueaban la salida hacia las escaleras... Con malabares sacamos a los bebés”, narra.

Afuera la imagen era peor. “El hospital ya no existía”, explica. Se habían caído todos los muros, de las escaleras seguía en pie la estructura pero ya sin pared. Poco a poco bajaban, como podían, pacientes —en general, mujeres sanas, por tratarse del área de Ginecología.

“Hubo un silencio total, un silencio de muerte”, así define Yolanda ese instante en el que nadie podía hacer algo ante la catástrofe. “Los pacientes empezaban a caminar como autómatas, con los sueros colocados y sus batas azules. De Pediatría se veían a las mamás de los pacientes con sus hijos en brazos”.

Yolanda no recuerda cuánto tiempo pasó exactamente, “pero está claro que hubo una movilización rápida, porque cuando salí con las incubadoras ya había ambulancias y camiones para trasladar a los pacientes al Centro Médico Nacional La Raza.

Yolanda cumplió su misión: entregó a salvo a los siete bebés que fueron trasladados a otro hospital, tiempo después supo que sólo dos habían sobrevivido y su muerte no se atribuyó al sismo. Hasta entonces “me vinieron a la mente mis hijos, tres hasta entonces: Luis Federico, Ernesto y Omar”, relata la enfermera.

Todo se cayó

En el estacionamiento los carros estaban aplastados; afuera, los edificios derrumbados y en Centro Médico poco quedaba en pie. Tomó su auto que había corrido con suerte y no tenía daños, y fue a buscar a sus hijos, todos estaban bien.

Toda la zona de la colonia Roma, cuenta Yolanda, estaba destruida, casas sumidas y la gente en la calle, deambulando y asustada. Llegando a Cuauhtémoc, la imagen era terrible: había pacientes caminando solos por toda la avenida, algunos llevaban los tripiés de los sueros y en bata.

“Se veía todo despejado, era la sensación porque aquí todo se cayó, ya no estaban los edificios con los que convivíamos a diario: Traumatología, Cardiología, el Hospital General”, dice.

Yolanda Rentería volvió al Centro Médico siete años después y fue una sorpresa encontrar la reconstrucción de todos los hospitales.

A 28 años de aquel terremoto, Yolanda sigue llorando al recordar lo vivido: “El sismo nos dejó una huella, aprendimos a ser solidarios y ese día fue de luto”, simplemente un antes y un después para la ciudad, desde aquel 19 de septiembre.



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