El responsable del Vaticano para la custodia de la doctrina católica, Gerhard Ludwig Mueller, aclaró hoy que la Iglesia no puede aprobar la comunión indiscriminada para los divorciados y vueltos a casar.

En un largo artículo publicado por el diario oficial de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, Mueller reconoció que actualmente muchos matrimonios católicos son nulos desde el principio, en especial por la falta de fe de los contrayentes.

"La mentalidad actual contradice la comprensión cristiana del matrimonio, especialmente en lo relativo a la indisolubilidad y la apertura a la vida" , escribió.

"Puesto que muchos cristianos están influidos por este contexto cultural, en nuestros días los matrimonios están más expuestos a la invalidez que en el pasado" , agregó.

El arzobispo constató una creciente falta la voluntad de casarse según el sentido de la doctrina matrimonial católica, lo cual, sostuvo, ha reducido la pertenencia a un contexto vital de fe.

"Por esto, la comprobación de la validez del matrimonio es importante y puede conducir a una solución de estos problemas" , precisó.

Con esas palabras Mueller pareció marcar el camino de un debate que interesa al Papa Francisco, quien ha insistido en la urgencia de atender espiritualmente a las personas en situación matrimonial "irregular" , según la Iglesia católica.

En las últimas semanas algunas declaraciones de Jorge Mario Bergoglio habían despertado expectativa ante la posibilidad de una apertura para que los divorciados y vueltos a casar puedan acceder a la comunión, algo que actualmente la Iglesia no acepta.

Aunque el pontífice sólo expresó opiniones indirectas y no precisó cómo encarar el asunto, su decisión de convocar a un sínodo (asamblea mundial de obispos) sobre el tema de la pastoral familiar reforzó la expectación.

El artículo de Mueller pareció circunscribir claramente el ámbito de los cambios que impulsará el Papa a la parte de la nulidad matrimonial y no tanto a la apertura de la comunión.

Ya el Papa Benedicto XVI había solicitado, durante un viaje a la ciudad italiana de Milán en 2012, que se avanzase en integrar de manera más incisiva en las comunidades católicas a los divorciados, para que éstos no se sientan marginados.

Además, en varias ocasiones pidió a los jueces del Vaticano aligerar la burocracia necesaria para la concesión de las nulidades matrimoniales, argumentando que muchas veces los mismos católicos contraen matrimonio sin comprender su significado.

Actualmente el proceso para obtener la nulidad del matrimonio es engorroso, dispendioso y en ocasiones llega a durar años. Esto desanima a muchos católicos divorciados a "regularizar" su situación.

Por otra parte, en su artículo, Mueller aclaró que no es "conforme a la voluntad de Dios" la tradición de las Iglesias ortodoxas orientales (que se encuentran separadas del Vaticano) de bendecir las segundas nupcias.

De esta "segunda oportunidad" habló el mismo Papa Francisco durante la entrevista concedida a periodistas en su vuelo Río de Janeiro-Roma, tras haber presidido la Jornada Mundial de la Juventud en julio pasado.

"Con respecto al problema de la comunión a las personas en segundas nupcias... Yo creo que hay que verlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Y por ello es un problema. Pero también un paréntesis: los ortodoxos tienen una praxis diferente" , dijo entonces.

"Ellos siguen la teología de la economía, como la llaman, y dan una segunda posibilidad, lo permiten. Pero creo que este problema (cierro el paréntesis) debe ser estudiado en el marco de la pastoral matrimonial" , agregó.

En su escrito Mueller calificó esa práctica como "no coherente con la voluntad de Dios, tal como se expresa en las palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio" , y advirtió que "representa una dificultad significativa" .

La intervención del prefecto para la Doctrina de la Fe pareció intentar poner fin a una polémica desatada también por la diócesis de Friburgo, en Alemania, que emitió una guía interna para permitir en ciertos casos la comunión de los divorciados y vueltos a casar.

En su momento el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, minimizó públicamente el impacto de esa guía y aseguró que un documento de una simple oficina en una diócesis no puede cambiar la doctrina de la Iglesia.

cg