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Raúl, réferi entre capos y PGR

Marco Lara Klahr y Miguel Badillo| El Universal
Viernes 01 de octubre de 1999
En la fiesta de Las Mendocinas, Córdoba Montoya y Justo Ceja abrazaron a García Abrego como si lo conocieran de hace tiempo

Una "cumbre" de narcotraficantes se cocina. "Ahora sí, están llegando los picudos", dijo a sus colegas un guardia del subprocurador Javier Coello Trejo la noche del 15 de diciembre de 1990. Dueños de su oficio, soportaban bien el frío afuera de la casa, en tanto sus patrones departían, adentro, a expensas de Raúl Salinas. En el rancho Las Mendocinas, escasas áreas eran hurtadas a la bruma mediante luz artificial; una de ellas era el campo sobre el cual se había plantado, segundos antes, un helicóptero: "Aterrizaron, como a eso de las 10, Juan y Humberto García Abrego", apunta el ex agente de inteligencia naval Mariano Acosta Piña "El Mongol", de cuyo testimonio deriva esta historia.

"Al llegar a la reunión ?añade?, Tiburcio Rodríguez Flores nos ordenó a Manuel García García y a mí que tuviéramos cuidado con los personajes que vendrían después de las 10 de la noche, que estuviéramos pendientes por lo que pudiera ofrecérseles, aunque no nos advirtió quiénes eran. Entonces, esperamos".

Hasta que vio surgir del camino proveniente del helipuerto la humanidad del jefe del cártel del Golfo, Juan García Abrego, seguida de su hermano y una reducida escolta. "Me llamó la atención que sus guaruras trajeran grandes maletas ?Samsonite?... parecían pesadas".

Según su costumbre, Raúl Salinas apareció en el umbral de la casa para recibir, asienta "El Mongol", a su primer "invitado de honor". García Abrego se dejó adular por el hermano del presidente de la República, que lo condujo en seguida al salón para presentarlo con cada uno de sus invitados. José María Córdoba Montoya y Justo Ceja fueron particularmente obsequiosos con el narcotraficante, "ambos lo abrazaron como si lo conocieran de hace tiempo", dice Acosta Piña.



"Cocolisos"

Los invitados se movían entre el salón, la sala y el comedor. Ya se integraban a un corrillo. Ya galanteaban con las muchachas "traídas para el ?show?". Ya husmeaban, si les parecía prudente, en las conversaciones del anfitrión. Esporádicamente, algunos se concentraban en torno de cinco o seis ceniceros que despertaron la curiosidad de "El Mongol": "Hasta donde recuerdo, Justo Ceja, el secretario del presidente Salinas, era bien ?perico?, sí. Carlos Peralta Quintero también es ?cocoliso?. En aquella reunión de Las Mendocinas había ceniceros repletos de cocaína y varios le ?metían?. Es el caso del mismo Raúl Salinas, de José Córdoba Montoya y de Justo Ceja. A ellos los veía ?pegarle? fuerte, lo mismo que a Emilio Gamboa Patrón, Javier Coello Trejo, Guillermo González Calderoni y Marcela Bondestedt, otra ?cocolisa?. Al contralmirante Tiburcio Rodríguez Flores le gustaba también, pero en esa ocasión no inhaló".

A los 90 minutos de la llegada de García Abrego, Raúl Salinas fue llamado aparte por un ayudante: el helicóptero de Ramón y Benjamín Arellano Félix sobrevolaba ya Las Mendocinas. La fiesta, pues, alcanzaba su nivel. Los capos del cártel de Tijuana tuvieron del actual huésped de "Almoloyita" igual acogida. Las botas vaqueras de Raúl Salinas tragaron el espacio entre la puerta de entrada a la casa y el salón. Sin rubor, los "Aretes", "dueños" del golfo de California, se integraron a la reunión. Sus guardaespaldas traían también pesadas maletas.

"Mi comandante Manuel García ?El Magnum? y yo ?explica Acosta Piña? nos turnábamos para no dejar descubiertos al secretario de Marina Ruano Angulo y a Tiburcio Rodríguez; todo el tiempo estábamos pendientes de ellos. Yo entraba y salía al patio. Afuera platicábamos con los demás escoltas. Por algunos que tenían experiencia en este tipo de reuniones supe que en Las Mendocinas había canchas de tenis, un coso, una torre de vigilancia al pie de un cerro ?situado dentro de la propiedad? y faisanes, tigrillos, avestruces, pavos reales y jaguares, entre otros animales exóticos.

"De la misma manera, me iba enterando de la llegada de personajes a los que no conocía de vista. En cuanto sabíamos de la llegada de alguien, los escoltas lo desmenuzaban".

A la una de la mañana arribó el último visitante: Amado Carrillo Fuentes "El Señor de los Cielos". Sus tres o cuatro colaboradores cargaban, además de maletas, un voluminoso paquete. Con el mandamás del cártel de Juárez se daban los toques finales al cuadro concebido por Raúl Salinas, quien otra vez salió a la puerta.

Se trataba, concreta "El Mongol", de una "cumbre" de narcotraficantes con Amado Carrillo Fuentes, Juan García Abrego y los Arellano Félix al centro: "¿Quién dijo que los cárteles mexicanos estaban divididos?", suelta... y se responde: "Pienso que en esos tiempos, como ahora, los principales cárteles buscaban ante todo la cercanía con el gobierno, a la vez que entre ellos tenían sus diferencias, las cuales les parecían normales... propias de sus actividades".

Con este razonamiento explica el hecho de que los principales narcotraficantes aceptaran encontrarse en Las Mendocinas con un Raúl Salinas que, según el relato de Acosta Piña, hacía las veces de réferi no sólo entre los capos, sino entre éstos y los altos funcionarios de la PGR que estaban en la tertulia ese 15 de diciembre.



Otras fiestas

Durante los cuatro años que en la primera mitad de la década de los noventa sirvió a Rodríguez Flores en la Secretaría de Marina, Mariano Acosta Piña fue testigo de dos "cumbres" más ?aparte de la de 1990? en Las Mendocinas, donde, desde su posición de guardaespaldas del almirante Ruano Angulo, tomó nota de charlas, discusiones, elogios mutuos y negociaciones, además de la entrega de pagos en dólares.

"Aproximadamente los días 5 y 18 de noviembre de 1993 ?explica?, el secretario Ruano Angulo y Tiburcio Rodríguez Flores asistieron a dos reuniones en Las Mendocinas. Con algunas diferencias, las cosas se desarrollaron igual que en la fiesta del 15 de diciembre de 1990. O sea, estuvieron casi las mismas personas, se consumió cocaína y los jefes del narcotráfico llevaron también pesadas maletas ?Samsonite?".

Es el caso que aquellas maletas iban, según atestiguó "El Mongol", cargadas de fajos de billetes de 100 dólares: "Cada narco traía dos o tres maletas y al llegar las entregaban directamente a Justo Ceja, quien las depositaba debajo de la mesa y lo informaba a Raúl Salinas. Este le respondía: ?Ya sabes cómo, ¿verdad?? Es decir, ya se habían puesto de acuerdo sobre la forma de distribuir el dinero".

Dicha distribución se hacía "a la vista de todos, siempre sobre la mesa del comedor. Antes de repartirlos, Justo Ceja abría los velices para asegurarse de que estuvieran llenos. Los cerraba en seguida y los entregaba".

En las "cumbres" de noviembre de 1993 apenas algunos nombres cambiaron respecto de la de diciembre de 1990. Por supuesto, no estuvieron ya ni Javier Coello Trejo ni Guillermo González Calderoni, quienes habían dejado de ser funcionarios de la Procuraduría General de la República. Así, en "representación" de ésta acudió el recién designado director general de la Policía Judicial Federal, Adrián Carrera Fuentes.

Asimismo, a la lista de invitados se agregaron María Bernal, amante de Raúl Salinas; los hermanos de éste, Sergio y Enrique, los empresarios José Madariaga Lomelí y Federico de la Madrid (hijo del ex presidente De la Madrid).

En tal época (finales de 1993), algunos de los habituales de aquellas reuniones habían asumido nuevos cargos. Emilio Gamboa Patrón se estrenaba como secretario de Comunicaciones y Transportes, y Patricio Chirinos Calero como gobernador de Veracruz; Manlio Fabio Beltrones ocupaba la gubernatura de Sonora desde 1991.

Además de los señalados en la primera "cumbre" (1990), "vi consumir cocaína en las siguientes dos (1993) a Federico de la Madrid, los hermanos Sergio y Enrique Salinas, Adrián Carrera Fuentes, María Bernal y Tiburcio Rodríguez Flores", precisa Acosta Piña.



Los dolarucos

A "El Mongol" dice constarle que en la fiesta de diciembre de 1990 recibieron maletas de dólares llevadas por los narcotraficantes: el secretario de Marina Ruano Angulo y su cercano colaborador Tiburcio Rodríguez Flores; el subprocurador antidrogas Coello Trejo; el director general de Intercepción Aérea de la Procuraduría General de la República, Guillermo González Calderoni; y los generales Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo, altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional. Asimismo, Raúl Salinas y Justo Ceja tomaron lo suyo.

Aparte, sostiene, "El Señor de los Cielos" abrió el paquete que cargaba su piloto y "obsequió a Ruano Angulo un telescopio de mar".

En las dos fiestas de 1993, hubo maletas para Raúl Salinas, Justo Ceja, Ruano Angulo, Rodríguez Flores, Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y, por supuesto, para Adrián Carrera Fuentes, de la Judicial Federal.

"El comandante Manuel García García y yo, al final de cada una de las reuniones, recibimos la orden de cargar hasta el helicóptero las dos maletas que llevaban el almirante Ruano y Tiburcio Rodríguez Flores. Mi impresión es que ambas eran para Ruano. Cuando volábamos de regreso a la ciudad de México, ?El Tiburón? nos ordenaba abrirlas para comprobar que estuviera el dinero", apunta Acosta Piña.

Y remata: "La primera vez que abrimos las maletas (1990) mi comandante me advirtió: ?No vayas a agarrar nada, porque nos van a matar?. En las tres ocasiones volvimos a la capital alrededor de las cuatro y media de la mañana, aterrizamos en la explanada de la Secretaría de Marina y depositamos nuestra carga en el vehículo oficial asignado a ?El Tiburón?".



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