Las heridas que dejó el franquismo
ESFUERZO. Familiares de víctimas del franquismo y activistas han realizado exhumaciones en diferentes puntos de España, en busca de los cuerpos. (Foto: ESPECIAL EL UNIVERSAL )
MADRID.— Hilda Farfante, Silvia Navarro y Emilio Silva tienen algo en común. Sus padres y abuelos fueron de las 113 mil personas que murieron fusiladas por las huestes fascistas durante la Guerra Civil española (1936-1939) y la posterior dictadura de Francisco Franco (1939-1975).
Y los tres, 75 años después de la batalla, luchan porque se haga justicia. Porque se recuperen sus cuerpos, se honre su memoria, se anulen sus juicios y sus sentencias condenatorias y se castigue a los culpables.
Por eso, hace unos años pusieron una demanda en la Audiencia Nacional de Madrid en la que pedían que se investigara lo ocurrido. El juez Baltasar Garzón la aceptó. Ahora, los tres asisten espantados al juicio que enfrenta el magistrado, el único que se ha atrevido a investigar el pasado, quien ha sido acusado de prevaricación (dictar una sentencia falsa sabiendo que lo era) por declararse competente para juzgarlo.
Para los tres, el juicio a Garzón es una venganza y una prueba de que la democracia española “tiene los pies de barro”. Mientras los cuerpos de miles de personas sigan enterrados en fosas comunes, alegan, no se habrá hecho justicia ni sanarán las heridas.
Hilda tenía 5 años cuando sus padres fueron fusilados, el 9 de septiembre de 1936, en un pueblecito de Asturias. Silvia Navarro, de 41, nunca conoció a tío abuelo, fusilado el 2 de septiembre de 1936 en Calatayud (Zaragoza, noreste de España), igual que Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que fue fusilado en un pueblo de León (este de España) el 16 de octubre de 1936. Estas son sus historias: