Ángel González es amante de la buena vida y del poder, le gustan los restaurantes exclusivos, los autos lujosos, los vuelos privados, el buen vino, y le apasiona hacer dinero con excelentes negocios... por su discreción lo apodan El Fantasma .

Este contador, vendedor de publicidad cuando joven, el pasado 17 de enero compró 80% del Canal 9 de Argentina en 30 millones de dólares, y lo sumó a su imperio de 30 cadenas de televisión -el más importante de América Latina- y a su fortuna calculada en 2 mil millones de dólares.

Su inversión atrajo el interés público sobre quién es El Fantasma, y poco a poco se sabe que en su vida se entrelazan las sombras de personajes cuestionados como Vladimiro Montesinos, los ex presidentes Alberto Fujimori y Alfonso Portillo -ambos acusados de corrupción- y Margarita López Portillo, hermana del ex presidente mexicano José López Portillo.

Considerado el cliente más importante de la principal cadena de televisión mexicana, Televisa -según informaron diarios sudamericanos que difundieron la noticia sobre la compra de Canal 9-, Reporteros Sin Fronteras, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han lanzado severas críticas contra Ángel González por tener bajo su poder supuestos "monopolios disfrazados" de radio y televisión.

EL UNIVERSAL se entrevistó con personas de siete países de América Latina, entre ellos el periodista peruano Fernando Vivas y dos de los principales críticos de González, el guatemalteco Gonzalo Marroquín, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, y el empresario peruano Genaro Delgado Parker, dueño de Panamericana Televisión.

En ese recorrido se encontraron mitos y realidades de un hombre nacido en Monterrey, Nuevo León, en 1941, que en 1987 estuvo preso en el Reclusorio Oriente y que al salir se fue a Miami; años después obtuvo la nacionalidad estadounidense... y nunca se supo que haya regresado a México.

En Guatemala, sus críticos -entre ellos Marroquín- lo acusan de ser uno de los personajes más influyentes en la elección del presidente de ese país cada cuatro años (desde la firma de la paz en 1997), por ser quien controla los cuatro canales de televisión abierta de ese país, pese a que dos canales apenas pasaron al Instituto de Lenguas Mayas y al Congreso local.

En Lima, Perú, Genaro Delgado Parker sostiene que nunca ha comprado una televisora "por las buenas"; después de endeudarlas con los productos que vende y con empresas fantasmas que establece en paraísos fiscales como Panamá y Bahamas, adquiere la deuda y los canales de televisión.

Hay otros actores de la clase política y económica de Centro y Sudamérica -que pidieron no ser citados- que consideran a Ángel González como "un animal de los negocios"; otros que "no es una mala persona, pero sabe explotar sus negocios"; Delgado Parker lo define al hacer negocios como "un hombre sin escrúpulos".

Tinto de mil dólares para los huéspedes

Muy pocos conocen a fondo a El Fantasma. Algunos que han convivido con este magnate de la televisión dicen que le gusta lo ostentoso, "pero no despilfarra el dinero", que es alegre y de memoria extraordinaria, pero también de carácter fuerte; le gusta el buen vino, pero lo tiene prohibido.

El diario Perfil, de Argentina, apunta que en Miami, González tiene sede en la avenida Brickell, pero atiende en su restaurante Linda B., en Key Biscayne. Allí, a los huéspedes que agasaja les ofrece un tinto de mil dólares la botella.

La revista América Economía, en su resumen de diciembre de 2006, publicó sobre González que se le conoce por el apodo de El Fantasma porque "en todos los países donde opera nunca usa su nombre -asegura-, sino que busca empresarios con los que se asocia para controlar frecuencias y negocios".

Carlos Gaustein, el hombre fuerte de González en la compra del argentino Canal 9 -de acuerdo con una entrevista hecha la víspera por David Cayon para el periódico argentino Perfil-, desliza que su apodo de El Fantasma se debe a que "es muy tímido. Cuando vino a Buenos Aires estuvimos comiendo a la vista de quien nos quisiera ver".

-Pero es imposible comunicarse con él...

-Está muy ocupado, a mí me lleva más o menos 10 días hablar con él por teléfono.

Guatemala, tierra para un imperio

Apenas tuvo edad suficiente, Ángel González se fue de Monterrey. Primero al norte y luego al sur; el periódico costarricense La Nación, en su edición de internet, sitúa su origen "como distribuidor de películas y programas de TV de origen norteamericano hace 40 años".

Pasa una temporada en México y mira hacia Guatemala. Se hace vendedor de publicidad de Canal 7 y conoce a una jovencita de apellido Rabbé y se casa. En su luna de miel enviuda en un accidente carretero, según narra un amigo íntimo de la familia Rabbé.

Se va a Perú y trabaja para Panamericana Televisión y proyecta en México, Centroamérica y algunos países de América del Sur telenovelas como Simplemente María. Cuando ocurre el golpe militar en aquel país González se queda sin material para vender.

En 1976, su amiga Margarita López Portillo, entonces titular de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), lo llama a México y lo coloca en Imevisión. Es el responsable de proveerle películas y tiene acceso a una extraordinaria cartera de clientes.

"Cuando se quedó sin producciones empezó a trabajar en México, hacía negocios comprando películas para Imevisión a precios irrisorios que después vendía en otras televisoras", dice uno de sus amigos más cercanos y quien lo considera un excelente empleado en su etapa por Panamericana Televisión.

Es cuando se desatan versiones de que apoyado por RTC, en Gobernación, las cintas y programas de televisión que compraba para Imevisión también los vendía a televisoras latinoamericanas. Nadie confirmó nada.

En 1980 vuelve a Guatemala, donde tenía muchos amigos, y se volvió a casar, ahora con Alva Elvira Lorenzana, nacida en Puerto Barrios, con quien tuvo dos hijas, Jani y Morelia.

La relación con la familia Rabbé continuó y Luis Rabbé -quien después, empujado por Ángel González, fue ministro de Comunicación de Alfonso Portillo, hoy acusado de corrupción- se casó con una de sus hermanas.

En 1981, entonces ya con un gran capital, compró los canales 3 y 7 de televisión abierta usando los nombres de su esposa y de su suegra Sara Aurora Cardona. Años después, supuestamente gracias a los favores otorgados a candidatos y partidos, hubo reformas legales por lo que pudo comprar los canales 11 y 13.

Tras la celda, una mansión

A mediados de los años 80 se hace socio del influyente empresario de espectáculos Gustavo Alatriste -ex esposo de Silvia Pinal y Sonia Infante- quien le alquila varias salas de cine, pero no le paga. "En 1987 tiene un conflicto muy grande con Alatriste, un tipo muy famoso en el espectáculo... le alquilaba algunas salas; lo mete preso en el Reclusorio Oriente, sale y se va a Miami", dice un ex funcionario cercano a Alfonso Portillo, consultado por teléfono.

Según el periodista peruano Fernando Vivas, en entrevista telefónica, un amigo de Ángel González, el empresario Héctor Delgado Parker, a quien conoció en Panamericana Televisión, echó mano de su relación con el entonces presidente Alán García -al pertenecer al primer círculo del peruano en su primer mandato- para lograr su liberación.

Al salir del reclusorio se fue a Miami, logró la nacionalidad estadounidense y hoy vive en una lujosa mansión de la exclusiva zona de Key Biskayne y sus oficinas, del corporativo Televideo Services, las tiene en la Suite 400 del edificio 2600 S.W. Third Avenue, de aquella ciudad.

Desde entonces se convirtió en El Fantasma, que no se deja ver ni fotografiar pero que deja sentir su peso político y económico en los países donde tiene negocios. Esta versión fue confirmada a EL UNIVERSAL por Genaro Delgado Parker. Quien comenta que después de que Héctor murió, González se hizo su socio.

Pero que cuando estaba de viaje, apoyado por Vladimiro Montesinos, jefe de inteligencia del ex presidente Alberto Fujimori, González le quita a través de juntas de acreedores los canales peruanos 7 y 13 y hoy, dice el empresario peruano, viven un litigio "muy serio" por la propiedad de Panamericana Televisión.

"Nunca ha comprado un canal por las buenas; los endeuda y luego se los apropia con formas ladinas. Le da la vuelta a la ley. Muchas empresas suyas que radican en paraísos fiscales como Panamá y Bahamas, son las dueñas de deudas de canales que luego asume y se hace el propietario", dice Delgado Parker.

Sostiene que la forma en que ha operado Ángel González a lo largo del continente ha chocado con las disposiciones legales e incluso contraviniendo varias legislaciones nacionales y que para superarlas echa mano de testaferros que dan la cara en sus negocios.

Miami, un centro político

También en entrevista telefónica, Gonzalo Marroquín, director del periódico guatemalteco Prensa Libre, afirma que el monopolio de El Fantasma restringe espacios para la libertad de prensa.

Marroquín afirma que cualquier persona que quiera ser presidente de su país tiene que viajar a esa ciudad estadounidense y esperar los favores de Ángel González.

"Lamentamos que este tipo de monopolios sea utilizado con fines políticos por los candidatos presidenciales o partidos políticos que buscan su respaldo. Su existencia ha fomentado que los candidatos presidenciales tengan que solicitarle espacios gratuitos de publicidad.

"Nosotros, en Guatemala, lamentamos que cada campaña electoral vemos volar a Miami a nuestros candidatos presidenciales que van a pedirle espacios gratis en sus canales de televisión", dice.

Refuerza: "Aquí en Guatemala él ejerce una fuerte presión política, regala pautas publicitarias, a unos más y a otros menos, de candidatos presidenciales, según sus posibilidades, y se convierte en un gran factor en cada elección de Guatemala".