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Quiebra el changarro de la "familia cuatro millones"

Fidel Samaniego y Guillermina Guillén| El Universal
Martes 19 de agosto de 2003

Huixmi de Zaragoza, Hidalgo. Jorge Copca guarda una fotografía que les dedicó a él y a su familia el Presidente de la República. Conserva también las palabras de Vicente Fox: "Acuérdate siempre que en mí tienes a un amigo y que en Los Pinos está tu casa".

Y triste, es la sonrisa que se dibuja en ese rostro que hace casi un año vieron millones de personas por la televisión. Espontáneo su lamento: "Pero lo malo es que parece que nada más yo me acuerdo de eso de que él es mi amigo, a lo mejor él ya ni piensa que existimos. Y ya parece que voy a llegar a Los Pinos y decir que voy a dar una vuelta por mi casa."

Es el jefe de la que hace ya 363 días fue conocida en todo el país como la "familia 4 millones". Ese fue el número que les correspondió en la asignación de los recursos del programa Oportunidades destinado a mexicanos en condiciones de pobreza extrema. Aquel 21 de agosto, el año pasado, a la mesa de los Copca, se sentaron el presidente Fox, la secretaria de Desarrollo Social y el gobernador de Hidalgo. Comieron barbacoa. Días después, Copca y su esposa estuvieron en el palco de honor de la Cámara de Diputados como invitados especiales del jefe del Ejecutivo a su segundo Informe.

Parecía un sueño. Luego se convirtió en pesadilla. En este pueblo se corrió la versión de que Fox les dio 4 millones de pesos. Todos les pedían prestado, eran víctimas de rumores y envidias. Temían ser secuestrados. Los recursos de Oportunidades no llegaban y en la escuela de la localidad esperaban las computadoras que el Presidente prometió que les llevarían "la señora Marta y la fundación Vamos México".

"Me dieron su tarjeta la licenciada Vázquez Mota, y un licenciado Rodríguez Araujo, de la Sedesol, y un señor Rodolfo Guzmán. Y nunca nadie me contestó el teléfono. Fuimos allá a México y la secretaria no nos recibió. A lo mejor estaban ocupados en algo más importante que los pobres", cuenta ese hombre que llegó entre la tormenta, caminó entre lodo y acomodó en un pequeño espacio la mercancía para la tiendita que abrió hace unas semanas.

"Esa fue una de las ayudas prometidas, y que nos dieron después de tanto esperar, y mejor que ni me la hubieran dado porque ¡puras preocupaciones! Nos dieron 20 mil pesos de crédito para un microchangarro. Y tuve que construir un cuartito, y comprar los anaqueles y el refrigerador, y la mercancía ¡que nomás no se vende! Desde que abrimos, tenemos la Maicena, los chiles, casi todo. Lo único que nos compran es refresco y papel de baño. Y nos compran, es un decir. Puro fiado, nadie tiene dinero. Y ellos me deben, y yo debo, ¡todos debemos!, y ya me dijeron que cuando me cobre la Sedesol será los abonos de cinco o seis meses juntos", agrega y muestra una libreta, hojas llenas con nombres, cantidades, a los que vende de fiado... la mayoría.

Ya casi un año. Aquel miércoles trajeron desde Pachuca la barbacoa, la pancita y el consomé. Nerviosos, Copca y su esposa no comieron. Después del desayuno, acompañaron al presidente Fox a otro acto. Cuando regresaron, ya no había nada: ni la carne de borrego ni tortillas ni los platos y las cucharas que eran suyos.

"El día del Informe nos sentíamos en las nubes, rozándonos con los importantes, y la señora Marta risa y risa con nosotros, y don Vicente que nos saluda desde allá arriba. Pero cuando se acabó, ahí nos quedamos, y llegamos acá hasta la una de la mañana y a esa hora, todos mojados, a ordeñar a la vaca."

Ya no están en el corral ni la "Pinta", ni la "Güera". De ellas obtenían leche para el consumo familiar y para vender. Las tuvo que dar de oferta porque no le alcanzaba para alimentarlas y necesitaba el dinero. No se las querían pagar. El vecino que las compró alegaba que estaban "defectuosas".

"Nos prometió el gobernador una concesión de taxi. Tardadito pero cumplió. Pero nada más las placas. Les dije a los de Sedesol que me prestaran el dinero para el enganche de un cochecito. Dijeron que tenía que ser para el `Microchangarro`. Tuve que asociarme con un sobrino. Y ya gano mejor, como 2 mil 300 pesos al mes, pero por el coche, del changarrito, ¡puras angustias!", cuenta Jorge.

Su esposa Elvira no está en casa. Fue a la capital del estado a intentar inscribir a su hijo mayor en la secundaria. El chico reprobó, suspendido quedó el apoyo de Oportunidades que le correspondía. Ahora sólo reciben el destinado al segundo hermano.

"Y fíjese que quiero tramitar que le den el apoyo del programa a mi hija menor, América, que ya entró a tercero. Pero con eso de que sólo junto al Presidente se portan de una manera y luego ya ni hacen caso...", señala.

Después Jorge Copca muestra la fotografía dedicada por Vicente Fox. "Me la regaló cuando nos invitó a su programa de radio", presume. "¿Me la regaló?", pregunta intencionada la pequeña América. "¡Bueno! Nos la regaló a toda la familia", corrige él.

La tormenta continúa. Cayó granizo. Se hicieron los lodazales. El piso que rodea las humildes viviendas es el mismo de hace un año, dos, tres, de tierra. Viven ahora en una casa un poco más grande, un poco, tiene un cuarto más que la anterior, y el que construyeron para la fracasada tienda. Pero la propiedad no es de ellos. La comida es la de antes, frijoles, huevo con chile, nopales. Hace 367 días, en su mesa había barbacoa... no la han vuelto a ver tan cerca.

Los Copca, la familia que fue la "4 millones" en recibir el programa Oportunidades. Después de ellos, la cifra se incrementó a 4 millones 240 mil. Cifra que algunos manejan como de quienes han dejado atrás la pobreza extrema, sin embargo...

"¡Qué pobre va a dejar de ser uno! Apenas para medio comer. Yo porque tuve el apoyo para la concesión del taxi y ése del microchangarro que ¡mejor ni hablar!, ¡ni me ayuda y sí me tiene endeudado y con el Jesús en la boca! Cuando me acercaba para acá, me dijeron mis primos que ustedes eran de la Sedesol y pensé que ya me venían a cobrar", exclama Jorge, queda momentáneamente tranquilo. No le ha llegado su hora. Y espera, sin esperanzas, a los clientes que no llegan.

América y Felipe, sus hijos menores, hacen las tareas. Este lunes fue su primer día de clases. En la escuela hay desde finales de septiembre del año pasado, cuatro computadoras que les envió la Sedesol. Quienes las dejaron, indicaron que se las mandaban el Presidente y la señora Marta. Lo demás en el plantel, igual... o un año más viejo. Desvencijados los pupitres, escasos los maestros, triste la imagen.

Llueve y parece desierto este lugar. Sin embargo, cerca de la casa de los Copca, se escuchan voces, quejas, denuncias: "Más de 90 mujeres de la colonia reciben el Oportunidades y de ellas, poco más de 20 no tienen necesidad... Ellas mintieron cuando se levantó el padrón. Dijeron que no tenían refrigerador, ni lavadora... presentaban direcciones distintas, pero ¿cómo lo denunciamos? ¡Es un pueblito y aquí todo se sabe, capaz que se nos echan encima todos!", denuncia una de las vecinas que pide el anonimato por temor a represalias.

Hay quien tiene un "Grand Marquis", vacas, un camión de redilas, dos camiones de volteo trabajando en el relleno sanitario del municipio; y hasta su parcela. Con todo esto, la señora recibe el Oportunidades, dicen.

Huixmi, bajo una tormenta que parece sin fin. Gris es la tarde. En una casa, la más custodiada durante una hora hace casi un año, un hombre en bancarrota, sin conocer nunca la prosperidad, muestra su triste sonrisa. ¡Lo bueno es que dijo que es mi amigo...!".



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