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FGB encubrió actuación cubana en tráfico de armas

Juan Veledíaz/(Segunda y última parte)| El Universal
Martes 04 de junio de 2002
Aquel septiembre de 1966, la prensa de la época daría cuenta de la aprehensión de un grupo de centroamericanos, el decomiso de armas dirigidas a la insurgencia guatemalteca, y la presunta participación de la inteligencia soviética en esta operación, pero el capitán Fernando Gutiérrez Barrios se encargaría de hacerle un favor a su amigo Fidel: haría que la participación de Cuba en el incidente quedara borrada

Julián López Díaz ya no pudo reaccionar. Intentaba extraer del bolsillo interior de su saco tres sobres con 6 mil dólares, cuando los agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) lo detuvieron de inmediato. A las 10 de la mañana de ese 26 de septiembre de 1966, el "encargado de asuntos de prensa" de la Embajada de Cuba en México quedaba en poder de la policía política. Los muchachos de Fernando Gutiérrez Barrios se habían infiltrado en el grupo de insurgentes guatemaltecos, asentados en el Distrito Federal que tenían en los gobiernos de Cuba y de la Unión Soviética a uno de sus soportes fundamentales. Con la detención de Julián López Díaz y un grupo de guatemaltecos que se encontraba en la misma residencia, se desintegraba, según los reportes de la Dirección Federal, una estructura de tráfico de armas destinadas a la guerrilla guatemalteca.

De las aprehensiones de los centroamericanos y de la presunta participación de la inteligencia soviética en la operación daría la cuenta la prensa de la época, pero el capitán Gutiérrez Barrios se encargaría de hacerle un favor a su amigo Fidel Castro: haría que la participación de Cuba en el incidente quedara borrada.

Casi borrada en realidad, porque el 29 de septiembre de 1966, escribió un reporte dirigido a su jefe, el entonces secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez. En el reporte, que se halla en el Archivo General de la Nación, decía: "Julián López Díaz fue aprehendido por agentes de esta dirección, el 26 del presente mes a las 10 horas, al presentarse en la casa del guatemalteco Libo Aroldo González Sanabria, líder principal en México de las llamadas Fuerzas Armadas Rebeldes, que promovían desde esta capital el envío de armas, municiones y otros implementos bélicos para abastecer a las guerrillas que actúan en la República de Guatemala. "Su llegada al citado domicilio fue realizado con especial confianza, ya que era conocido por los hijos de González Sanabria y ya dentro de la casa buscaba a la señora Odilia Martínez Mena de González, para entregarle tres paquetes que contenían en total 6 mil dólares. En el interior de la casa, donde se encontraban elementos de esta Dirección, fue detenido en el momento de sacar el dinero de la bolsa interior del saco, motivo por el que fue trasladado a estas oficinas, manifestando que era funcionario de la Embajada cubana."

El martes 27, Odilia Martínez Mena y otros detenidos fueron presentados en las instalaciones de la PGR como integrantes de una banda contrabandista de armas.

Junto con ella estaban los guatemaltecos Víctor Hugo Martínez Pantaleón, Amado Domínguez Flores y María Luisa Robles Secaira; los mexicanos Antonio Martínez Montiel, empleado civil del departamento de Industria Militar, y Rafael Soriano Mayoral, un armero del centro de la ciudad. Fueron acusados del envío de armas. Según las autoridades, de junio a septiembre del 66, ?alrededor de 50 mil armas fueron llevadas de contrabando con poco más de 100 mil cartuchos. No se ha declarado si todo ese armamento provenía del departamento de la Industria Militar?, escribió Ricardo Iturbe en EL UNIVERSAL.

Frente a los reporteros de la fuente policiaca, ellos rechazaron ser los autores de las firmas donde aparecían sus declaraciones, y acusaron al capitán Luis de la Barreda Moreno, entonces subdirector de la DFS, de encabezar sesiones de tortura en el tiempo de interrogatorio. "Explicaron que durante 12 días estuvieron incomunicados y sin alimento", reportó Carlos Ravelo en Excélsior. Todo comenzó a mediados de septiembre, cuando Martínez Pantaleón, quien vivía en México como asilado político, llegó con un lote de cajas al área de envíos de Ferrocarriles Nacionales de México. Ahí, un grupo de la DFS lo interceptó. En el interior de los acumuladores que los agentes encontraron, al abrir algunos paquetes, aparecieron cartuchos; en otras había armas de fabricación estadounidense, inglesa, checoslovaca y rusa. Por la documentación que se le incautó, la gente de Gutiérrez Barrios detuvo al resto de los implicados. La Secretaría de la Defensa Nacional rechazó que de sus fábricas se hubiera sustraído y vendido ?un solo cartucho a particulares o elementos ajenos al gobierno?. La dependencia puntualizó que ?las armas decomisadas fueron compradas en otros países, e introducidas ilegalmente a México, por alguno de los puertos del Pacífico, para posteriormente ser llevadas por diversos tipos de vehículos a la frontera sur?. En sus declaraciones ministeriales, Martínez Pantaleón señaló que el financiamiento para las armas era proporcionado por un funcionario de la Embajada soviética, cuyo nombre las notas periodísticas no citaron. En el informe, Gutiérrez Barrios a Luis Echeverría escribió: ?El guatemalteco Víctor Hugo Martínez Pantaleón, actualmente consignado por su participación en el contrabando de implementos bélicos a las guerrillas guatemaltecas, declaró, ante el Ministerio Público Federal, haberse entrevistado con un señor Nikiriev, ?encargado comercial de la Embajada soviética?, con el objeto de solicitarle créditos para libros. Esta declaración trató de servir de fundamento para que periódicos señalaran en forma escandalosa a un posible funcionario de la Embajada rusa complicado (sic) en esta averiguación?.

Sin embargo, el director de la DFS explicó: ?Todo hace suponer que la persona mencionada por Martínez Pantaleón es el licenciado Leonid Vasilyevich Nikiforov, funcionario de la oficina del consejero comercial de la Embajada de la URSS en México, autorizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, el 4 de agosto de 1964, en unión de su esposa Irina B. de Nikiforov.

La policía política mexicana había hecho tareas de contraespionaje y tenía bien ubicado a Leonid: ?Vasilyevich Nikiforov nació en 1935 en Moscú. Actúa como representante de Inturist, organización soviética de turismo en México, por lo que está en contacto con agencias de viajes y líneas aéreas, además de buscar intercambios comerciales con su país.

?Se tiene conocimiento de que Nikiforov es miembro del espionaje soviético, ya que terminó un curso de entrenamiento sobre inteligencia, para ser asignado a América Latina, por lo que ésa es su verdadera misión. Depende desde el punto de vista de esta última función de Pavel A. Yatskov, segundo secretario de la Embajada de la URSS. Se sabe que en este tipo de actividades está estrechamente ligado con Valentín S. Loguinov, tercer secretario de esta legación y quien interviene en forma preponderante en el Servicio de Inteligencia Soviética en México.?

Pavel Yatskov resultó ser un fanático de la pesca. Así lo recordó Philip Agee, un ex agente de la CIA, quien coincidió con él en México, y que años después escribiría Inside the Company, un libro convertido en referencia sobre las operaciones de la agencia en aquella época. Agee reveló que al ruso se le ofrecieron 500 mil dólares por espiar para Estados Unidos, y convertirse en un agente que después podría retirarse a vivir a Canadá, donde podría dedicarse a pescar. El motivo por el que esta propuesta no prosperó fue que se temía que el diplomático acreditado ante el gobierno de México se convirtiera en un doble agente, un topo dentro de las filas de la CIA, trabajando para la KGB.



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En las primeras horas de la detención del diplomático cubano, la DFS se movilizó para corroborar si la persona capturada junto con los guatemaltecos era funcionario de la Embajada de la isla. Un oficio enviado a la Secretaría de Relaciones Exteriores, que se encuentra junto al informe de Gutiérrez Barrios, firmado por Juan Carlos Osorio, subjefe del departamento de Inmigración, pedía "proporcionar al suscrito los informes disponibles en esa secretaría acerca de la personalidad del citado extranjero".

Cuando el director de la Dirección Federal de Seguridad tuvo la certeza, escribió: "A solicitud de esta secretaría ante la de Relaciones Exteriores, el día 27, por la noche, fue identificado como miembro de la representación diplomática cubana en México, por Sergio Martínez Barroso y Abelardo Curbelo, consejero comercial y segundo secretario, encargado de los asuntos consulares respectivamente, ante la presencia del Lic. Ignacio D. Silva, director general del Servicio Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores. López Díaz fue puesto de inmediato en libertad, no realizando ningún acto de protesta al salir". Curbelo, quien años después sería embajador en México, también formaba parte del grupo Liberación ; como Julián y su esposa Irina Trapote, Curbelo era fundador del Departamento de América. Jorge Massetti, un ex agente de la inteligencia cubana, que trabajó en México varios años y hoy radicado en París, Francia, recuerda que después de ese incidente, López Díaz regresó a La Habana y estuvo hasta 1974, en el servicio de inteligencia cubano. Para 1978 ya era director del Departamento de América, sección centroamericana, y dirigió la principal base de operaciones de los cubanos en San José, Costa Rica. Desde ahí, dice Massetti en entrevista telefónica, coordinaba la logística y los contactos con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y supervisaba el transporte aéreo de pertrechos procedentes de La Habana para las guerrillas en la región. Estaba bajo las órdenes de Manuel Piñeiro, Barbarroja, íntimo de Castro, quien tenía tras de sí más de dos décadas de experiencia guerrillera en la región, y conocía a los dirigentes.

En Managua, Julián creó una empresa maderera, y al triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional, fue nombrado primer embajador de Cuba en ese país. Cuando Castro y Ramiro Valdés, entonces ministro del Interior, deciden su remoción dentro del plan Pijama , abandonó Nicaragua y regresó a Cuba, donde siguió en nómina pero sin puesto oficial. Su lugar en Centroamérica lo ocupó Fernando Ravelo, que a la postre se convirtió en el tercer marido de Irina.

"Todos ellos cuenta Massetti fueron adiestrados en Punto Cero, el sitio donde se daba entrenamiento insurgente a ciudadanos de los diferentes países de América Latina."

Los guerrilleros guatemaltecos que participaban de estos entrenamientos en La Habana, pasaban antes por la ciudad de México, como lo reportaría en el año de 1969, uno de los militares mexicanos que entonces tendría un papel fundamental en el combate a la guerrilla particularmente en el estado de Guerrero.



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