Burillo detrás del futbol; impulsamos el desarrollo social, afirma
Presidente de "40 o 45" empresas y dueño de varios equipos de futbol, Alejandro Burillo admite que este deporte es negocio, pero también asegura impulsor del desarrollo social en el país ¿Y qué posición juegas? Se arquean los finos labios del Güero en una obsequiosa sonrisa: Soy centro delantero... Y me gusta, me apasiona meter un gol. Culminas una jugada y ya estás gritando "¡gooooooooool!" metido dentro de un fino suéter de cashmere, y sin levantarse de la negra silla, alza los brazos y festeja la anotación imaginada. Sensación incomparable. Por eso quien nunca ha jugado futbol no entiende esta pasión. Hay que vivirla para comprenderla. Sin olvidar la lección de una derrota piensan los reporteros en voz alta. Y dice el Güero en voz estentórea: ¡No! ¡Si eso es lo bonito! En la cancha te agarras a patadas con un tío que no sabes ni quién es, y pierdes, y sales refunfuñando, y al rato ya estás sentado en la banqueta con ese cuate, tomándote un refresco con él y hablando de la vida... Llegas a tener una relación con la gente que te mantiene en la realidad de lo que está pasando socialmente. Porque en el futbol juegas contra el que sea; no importa el nivel social o la educación que tengas. En la cancha eres uno más, pero ahí se establece una comunicación muy importante. Once de la mañana. El sol penetra por los amplios ventanales de la sala de juntas de la oficina de Alejandro Burillo, en el piso 32 de la acristalada torre que se yergue en esta zona en que la ciudad es otra, distinta y moderna, y reflejo se vuelve del poderío económico de sus habitantes: crece entre soberbios edificios y mansiones. Las amplias avenidas zigzaguean y suben y bajan entre el concreto elevado a la majestuosidad y el verde espeso de las estribaciones montañosas de Santa Fe. Vista desde estas alturas la otra ciudad, nuestra ciudad, es apenas una mancha urbana que se extiende generosamente sobre el valle infinito. De su muda contemplación arrebata la fuerte personalidad de Alejandro Burillo cuerpo esbelto, ágil, coronado por una hirsuta mata de cabello castaño claro con hebras plateadas que cae sobre la frente y forma líneas disociadas a ambos lados del afilado rostro; piel bronceada, firme, gruesas las cejas y la nariz una flecha que apunta hacia los delgados labios. Alejandro Burillo, al fin. Culmina una larga cacería periodística. Atrapado en una apretadísima agenda de trabajo en la que los días son horas y éstas minutos y los minutos instantes, el Güero es una presa tan codiciada como imposible de atrapar. Pero, no cabe duda, algo debe de haber detrás de esa reticencia suya a las entrevistas. Lo hay, y Burillo lo acepta sin preámbulos cuando toma asiento en este moderno salón, acompañado de la finura de su amigo y compañero de trabajo, Alejandro Orvañanos ex presidente del América: No me gusta dar entrevistas sobre mí, y es importante que pongamos eso sobre la mesa advierte. Mi abuelo era un hombre muy humilde; vino de Tampico y en 1930 empezó en la radio y fue muy exitoso. Él pensaba, con mucha inteligencia, que los hombres de negocios estaban atrás para hacer las cosas bien y poner las bases para la gente que debe estar adelante: políticos, religiosos, deportistas; todos aquellos que necesitan esa imagen. Es una filosofía que me heredó y siempre la he respetado. Tuve la suerte de nacer dentro de una familia y tener esta herencia que llevo en el corazón con mucho orgullo. Después, rápido va por la charla, apasionado en cada tema, como rápido y apasionado va en todo lo que emprende. Y en todo lo que emprende parece tener éxito: el nieto del legendario Emilio Azcárraga Vidaurreta preside "40 ó 45 empresas" y también la Comisión de Selecciones Nacionales de futbol; es dueño del Atlante, del Irapuato, y de cuatro equipos de Primera A. Su voz es sonora, resuelta, vibrante como las cuerdas de un violín muy tenso. Y cálida también: libera de toda solemnidad el momento, aunque se traiciona el Güero: salpica la charla con las sabrosas palabronas que dan sazón al picante platillo lingüístico mexicano, pero su pudor lo lleva a pedir que no sean publicadas. Ya, casi sin respiro, el Güero habló de sus proyectos: un canal televisivo con programación exclusivamente futbolera reiterada petición a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que estudia, estudia..., y de la legalización de las apuestas en los estadios petición a la Cámara de Diputados, que estudia, estudia.... Ya habló de su pasado en Televisa y del dolor de apartarse de esa empresa de la que ahora, en cierto modo, es formidable adversario. Y cuando habla de que el futbol es un circo y una catarsis y, por supuesto un negocio, sorprende al afirmar que nada puede compararse con la labor social de arrancar a generaciones perdidas en las calles del país hasta formar, a través del balompié, un nuevo tipo de mexicanos unidos por una sola meta, "que es positiva, y es el desarrollo del ser humano. Y es por México... ¿Y quién no quiere hacer algo por México?" ¿De qué hablas, específicamente? Revela el Güero : Tenemos seis equipos profesionales: dos en Primera y cuatro en Primera A; pero en nuestras escuelas de futbol en todo el país congregamos entre 15 mil y 20 mil jovencitos, y de alguna manera les damos una docencia, los hacemos hombres de bien porque ellos son la secuela, la semilla, el futuro del futbol y del país. Pero vamos más allá... Se arrellana en la comodidad de su silla predilecta: En el Atlante tenemos un programa: llegamos por las mañanas a los albergues donde a los niños los recogen de la calle, drogados, todos fregados. Ahí los curan y luego vuelven a irse porque no tienen arraigo; nosotros se los damos: los invitamos a armar sus equipos, a jugar en nuestro torneo Niños de la Calle. Y entonces toda su vida cambia: ya van por sus uniformes, ya juegan, y ya pelean por ser el capitán, al que dices: "te voy a dar esta lanita, pero quédate aquí y maneja esto. Van ustedes a jugar todas las semanas, van a venir grandes figuras a hablarles de futbol". Y los niños de la calle se quedan, ya tienen arraigo. Los torneos son largos y llevamos al extranjero al campeón. Hace dos años lo mandamos a París, a la Copa del Mundo, y ahí jugó contra las selecciones infantiles de Francia y de Brasil. Entonces imagínate: a estos niñitos que en su vida han salido del Distrito Federal y de la miseria de sus barrios, niñitos que han sido víctimas de las drogas o de las enfermedades, los llevamos a París y conocieron la Torre Eiffel, y el Arco del Triunfo y jugaron contra chiquillos que, como ellos, llevan el futbol en las venas. Sembramos una semilla, mano. Y esto es lo que tenemos que lograr porque nuestro pueblo necesita ese tipo de cosas, ese liderazgo, ese tipo de metas. El futbol en sus múltiples expresiones. ¿Con cuál se queda el Güero? No lo duda: Veo al futbol como una importante herramienta de desarrollo social, porque forma hombres que aprenden a trabajar en sociedad para una meta común. La superación es personal y de grupo dice. La unión de los jugadores y de las mentes para llegar a un objetivo es importantísima, y en este país, en el que tenemos pocos logros individuales, y menos de grupos, el futbol nos representa en ese sentido: cuando la selección juega contra Colombia o Brasil no es un club; es un país, es México. El rival quiere quitarnos un escalón en el escalafón internacional, y si perdemos es al país al que bajan, no a la selección. Por eso hay que tener un liderazgo, y que la gente se sienta identificada: este es mi equipo. Y entonces peleo contra Alemania o contra Francia en igualdad de condiciones. Somos cien millones de mexicanos y me atrevo a decir que 60 millones tienen algo que ver con el deporte. Por eso pienso que nuestra labor es esa: una labor social. Palabras extrañas, las tuyas, en esta actualidad en que la palabra futbol es sinónimo de la palabra negocio. Burillo sonríe con un dejo de ironía mientras se lleva los dedos a los labios. Y ya apresura su respuesta: Como negocio, el costo anual de un equipo de futbol anda, a grandes rasgos, entre ocho y diez millones de dólares. Eso cuesta un equipo mediano; claro que si hablas de cuadros como el América el costo se eleva a 30, 35 millones. Entonces, tienes ingresos de seis, siete millones, un poco más por conceptos de publicidad y, si te va muy bien, sales a mano... ¿Qué es lo que necesitas? Tener la escuela, sembrar la semilla, forjar jugadores y negociar con ellos. Y ahí volvemos al origen: cuando siembras esa semilla haces labor social y el beneficio es integral. El desarrollo de la juventud es nuestra causa. Ayudar a que, cuando acaben sus facultades físicas, los jóvenes que han tenido la suerte de llegar a la primera división o a la selección nacional tengan otra cosa que hacer. Porque no es posible que haya jugadores que no saben qué hacer cuando se retiran; grandes jugadores que han sido estrellas mundiales y mueren de hambre porque no se prepararon para después de... Tú tienes que crear hombres-hombres que además sean deportistas. Y a esos hombres tienes que darles la preparación mental. Así, ayudas al individuo, ayudas al país y te ayudas a ti mismo. Y eso es lo que hace especial al futbol; eso es lo que hace al futbol en sí... Qué personaje tan disímbolo.. Un día en la cancha, otro con los niños de la calle, otro volando en tu avión privado con Joseph Blatter. ¿Con cuál de esos Alejandros te quedas?... Y el Güero, sonriente: ¡Con el que mete goles!
El Atlante, al rescate de los niños de la calle
Éste, quizás, es el origen de todo: Todavía juego futbol se ufana Alejandro Burillo Azcárraga.





