Transexuales, la lucha por su identidad
PERSONAJE. Gloria posa ante la cámara con su gatita "Buffy Davenport", a la que llama con todo y apellido. (Foto: LEO MORALES. EL UNIVERSAL )
La recepcionista del edificio endurece el gesto cuando Gloria le dice que no tiene identificación. Entre dientes, musita: “Entonces apúntese aquí”, mientras señala una libreta que no se ocupa de acercarle.
Ella escribe su nombre completo: Gloria Hazel Davenport Fentanes. Hora de entrada, 2:05 de la tarde. Firma en el espacio indicado; sonríe. Parece que no ha notado la agresividad de la mujer. O quizá sí, pero no le importa, tal vez ya se acostumbró a esos actos cotidianos de discriminación.
Con el cabello teñido de rojo, bolso a un costado y minifalda, medias color piel y zapatos con tacón de 15 centímetros, se dirige hacia el elevador con elegante indiferencia.
Es la tarde del 20 de noviembre. Gloria tiene una cita con el diputado Jorge Zepeda Cruz en el edificio del Zócalo capitalino que alberga las oficinas de los asambleístas. Él es el impulsor de la iniciativa para que las personas transgénero en el DF puedan tener un acta de nacimiento sin necesidad de llevar a cabo un extenso y costoso juicio.
El largo camino hacia la gloria
El chico biológico que nació en el DF en la época en que The Doors sacaba a la venta su primer disco, adoraba a Janis Joplin y quería ser como ella. Los problemas con su padre, a quien se niega a llamar así porque no la reconoce como hija, comenzaron desde muy pronto. “Cuando empecé con estas manifestaciones femeninas, o sea, desde el kindergarden, a decir que yo era niña, me metió a una escuela de puros hombres para quitarme ‘la locura esta’”.
Gloria decidió entonces emigrar con su abuelo materno: “En la secundaria ya vino un pleito muy fuerte con este señor y me fui a vivir a Veracruz. Mi abuelito era un ex capitán de la Marina. Aunque era invidente, él sabía todo de mí y fingíamos demencia. Era un secreto a voces”.
En el puerto, en compañía de su abuelo, Gloria [que entonces no se llamaba así] tuvo un periodo de relativa paz. Muy joven aún, sin recibirse todavía de la carrera de Comunicación, comenzó a trabajar en el periodismo, realizando reportajes culturales para el diario El Dictamen.
Cuando su abuelo murió, se fue durante un tiempo breve a Ciudad del Carmen, donde continuó reporteando. Ese fue el momento en que comenzó a pensar seriamente en iniciar la transición para convertirse en mujer. “Me regresé al DF y empecé a vivir una doble vida con la cuestión transgénero”.
El retorno no fue nada fácil. Aunque empezó a presentarse como Gloria y a vestirse como siempre había deseado, pronto se dio cuenta de que al no tener una credencial de elector cuya fotografía y nombre concordaran con su nueva identidad, no iba a ser nada fácil encontrar empleo. “Vendí velas en la calle. Hacía estas cuestiones de dominatrix [mujer que adopta el papel dominante en prácticas sexuales], algo de trabajo sexual y todo eso. Con eso me mantenía. De hecho, vivía en una casa abandonada, de la cual me traje dos gatos que viven conmigo”.
Al poco tiempo, inquieta por su desarrollo profesional, comenzó a colaborar con Emilio Álvarez Icaza en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y ahí se reencontró con un personaje que sería clave en su vida futura, Gilberto Rincón Gallardo, a quien había entrevistado cuando éste fue candidato a la Presidencia de la República. “Ya me encuentra transformada y me pregunta qué pasó. Le dije: ‘Es que soy una persona transexual’. Inmediatamente comprendió, lo platicamos y me becó para estudiar la especialidad en Derecho a la no Discriminación en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. De hecho fui la primera transexual que egresó de Jurídicas de la UNAM en 2005”.
Cuando Gloria terminó la especialidad, Rincón Gallardo intercedió de nuevo por ella para que su diploma llevara su nombre de mujer. Ahora recuerda que Diego Valadés, quien entonces era director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, estuvo de acuerdo. Así, inusitadamente se recibió con el nombre que siempre había deseado tener; tiempo después empezó a trabajar en el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH (Censida).
Aunque estaba en el camino definitivo para una nueva vida, todavía faltaba algo fundamental: “El cambio total, digamos quirúrgico, se dio en dos fases —dice Gloria— en 2006, cuando entro de funcionaria de gobierno, empiezo a ahorrar todo lo que puedo y paso por la primera cirugía [implante de senos]. La segunda [vaginoplastia] fue en 2009. Prácticamente se llevó todos los ahorros de tres años de trabajo”.
La transformación física le dio a Gloria nuevas armas para enfrentar la vida. A pesar de una larga y dolorosa recuperación, recuerda con agrado los momentos posteriores a su cirugía. “Me sentí más dueña de mí. Más segura. Pero también, si te soy sincera, lo veo así porque soy fruto de una generación que fue muy genitalista, la de los 70, cuando estuvo el caso de Reneé Richards, aquella tenista que se operó; el de Wendy Carlos, ya en los 80, la que hizo la música de [la película] Naranja mecánica. Todavía estaba el rollo de la ambigüedad androgénica de David Bowie”.
Sin embargo, el día de la entrevista en las que fueran las oficinas de la diputada perredista Virginia Jaramillo —su mentora y amiga entrañable, con quien fundó el Taller de Práctica Regional de Transgénero y Ciudadanía, en la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM—, Gloria advierte: “Creo que la cirugía no me hizo ser mujer. Creo fue un complemento más, una etapa más en ser mujer”.
En busca del documento oficial
A pesar de ser ya una mujer en toda la extensión de la palabra, Gloria, como muchas de las mujeres transexuales que hay en México, todavía no tiene una identificación oficial que acredite su nueva identidad.
La lucha que libra el diputado perredista Jorge Zepeda para modificar el Código Civil de la ciudad de México, a través de una iniciativa que impulsó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), cuyo objetivo es permitir que las personas transgénero obtengan una nueva acta de nacimiento sin necesidad de un juicio, podría cambiar la situación jurídica en la que están Gloria y otros hombres y mujeres.
Jorge Zepeda es moreno y robusto. Habla rápido y sonríe, quizá por la satisfacción que le da saber que la iniciativa que consensuó con varias organizaciones civiles ya fue aprobada por el pleno de la ALDF y será publicada en la Gaceta Oficial del DF a principios de 2015, para ser puesta en marcha en marzo próximo. Explica por qué le parecía necesario impulsar esta modificación que aparentemente sólo beneficiará a una minoría:
“Pensamos que habría ya unas de 600 a 800 personas esperando a que se publique la iniciativa y que entre en función”, dice el diputado. Aclara que aunque “no hay estadísticas exactas porque el Inegi no te pregunta [si eres transexual], sino que de acuerdo a tu nombre te asigna tu género: te llamas Julio, eres hombre; te llamas Julia, eres mujer, los estudios internacionales afirman que 1% de la población lo es”.
Zepeda dice: “Si en el Distrito Federal somos 10 millones de personas, 10 mil están en esa situación de ser trans, pero justamente por los prejuicios, por la violencia transfóbica, no viven su vida como quieren vivirla”.
Tanto la sección de Diversidad del Partido Socialista de Buenos Aires, como el columnista y especialista en temas gay Daniel Shoer Roth, de la página about.com, afirman que las estimaciones de la frecuencia de la transexualidad son de cerca de uno por cada 10 mil para los hombres biológicos, y uno de cada 30 mil para mujeres biológicas.
Zepeda recuerda que desde octubre de 2008 las personas transgénero que viven en el DF pueden solicitar un acta de nacimiento con su nombre y género tras la sentencia de un juez. “Pero ahora no vamos a esperar a que un juez determine ese resultado, sino que será un trámite ante el Registro Civil, con el cual se evitará que la persona presente peritajes sicológicos, hormonales o quirúrgicos. No tendrá que pasar por un proceso de un año o más, y no tendrá que derogar muchos recursos económicos”.
Según el diputado Zepeda, y con lo cual Gloria está de acuerdo, los gastos al enfrentar un juicio con el propósito de obtener un acta de nacimiento con el nuevo nombre y género van de los 80 a los 100 mil pesos, cifra muy difícil de conseguir para la mayoría de la población transgénero, que como en un círculo vicioso no tiene un trabajo formal porque no posee documentos oficiales con qué solicitarlo y/o sostenerlo.
A la espera, con esperanza y con reservas
Para Gloria Hazel Davenport Fentanes, tener un acta de nacimiento con su nombre y género adecuados significaría la oportunidad de convertirse en la titular del Taller de Práctica Regional de Transgénero y Ciudadanía que fundó con Virginia Jaramillo en la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, al cual Gloria Hazel y Daniel Rodríguez dieron continuidad cuando murió la también delegada en Cuauhtémoc.
Esta experiencia educativa, que Gloria asegura es única en América Latina, podría suspenderse temporal o definitivamente si ella no consigue sus documentos para que la UNAM la acredite como titular. Por ello, tiene fe en la iniciativa de ley que impulsó el diputado Zepeda, aunque al mismo tiempo advierte que algunos aspectos operativos no están lo suficientemente claros: “Esta reforma finalmente será la más avanzada del país, pero será necesario darle seguimiento a la cuestión de las personas transgénero que viven fuera del DF. Se tiene que ver cómo se hacen convenios con los registros civiles de otros estados para que se reconozca el trámite”.
Para contribuir en la disminución de la desventaja que tendrán las personas transgénero que nacieron en otros estados respeto a las que son oriundas del DF, Gloria Hazel colabora con la Asociación Transgénero Hidalgo, una ONG que impulsa la realización de un convenio con Hidalgo para que se reconozca la identidad jurídica en esta ciudad. “Y eso nos daría pie a que en otros estados colindantes con el DF, al menos en esta etapa, se pueda hacer esto.”
Gloria agrega: “El segundo punto tiene que ver con la salud. Nos preocupa que pese a que incluso la propia Comisión de Grupos Vulnerables de la ALDF ya tocó el tema de que la salud de las personas transgénero ya no se trate en la clínica Condesa —ya que ésta se dedica al tratamiento para VIH—, aún continúa la política del secretario de Salud del DF, Armando Ahued, de mantener los tratamientos ahí. Eso es altamente estigmatizante y es una vergüenza para su propia formación de médico”.
Mientras acaricia a su gatita Buffy, a la que llama con todo y apellido cuando hace alguna travesura [“¡Buffy Davenport!”], Gloria sonríe con timidez ante la lente de EL UNIVERSAL.