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Los padres que son oyentes (es decir que sí escuchan) y que tienen niños sordos, se enfrentan a una importante barrera de comunicación con sus propios hijos.

“Esto debido a que algunos niños que no escuchan suelen pertenecer a un mundo sordo, y no al mundo de los hablantes”. Sin embargo, según expertos, es una responsabilidad primaria de los padres, educar a sus hijos sordos para que desarrollen habilidades y así poder vivir y adaptarse por medio de la comunicación verbal, es decir de la palabra hablada, “más allá de la lengua de señas que resulta limitante”.

“La Lengua de Señas Mexicana, LSM, es importante para la accesibilidad a la comunicación y también para los servicios de interpretación, enseñar esta lengua ayudará a entender la lectura, pero también es importante oralizar para la comunicación con oyentes, pues esto permitirá a las personas sordas una comunicación con el resto del mundo”, refiere Jorge Santiago Jacinto, en El reto de los Sordos Bilingües profesionistas oralizados, LSM, UNAM.

Es decir, existe el método auditivo que permite oralizar a los niños hipoacúsicos o con sordera. Para lograr esto se requiere “detectar la falta de audición a temprana edad con el apoyo de un audiólogo; es también fundamental el uso de amplificación auditiva (o sea de dos auxiliares auditivos, uno para cada oído) durante todas las horas en las que el niño esté despierto; y se requiere entrenar al niño para utilizar al máximo sus restos auditivos para procesar el lenguaje, manteniéndolo siempre en un ambiente normo-oyente ya sea en su casa o en la escuela para que oiga la palabra hablada utilizada normalmente por personas que sí escuchan”, refiere Enelda Luttman fundadora de la Clínica Oirá, Orientación Infantil para Rehabilitación Audiológica AC.

“Pocas cosas son tan distintivas del humano como el lenguaje hablado y escrito”, escribe el doctor José Narro Robles, en el texto El Analfabetismo en México: una deuda social.

Oralizar con el método auditivo significa asegurar que cada niño con impedimento para escuchar tenga la oportunidad de adquirir comunicación hablada o por medio de la vía auditiva a edad temprana; y no utilizar necesariamente la lengua de señas para comunicarse.

“Oralizar a un niño sordo es un proceso difícil y complejo, pero nunca es tarde para empezar, entre más joven inicie el proceso de oralización habrá mejores resultados. Un niño con terapia oral puede llegar a comunicarse en 80% como un niño oyente”, aseguran expertos.

El logro de Alina

Tal es el caso de Alina Morones Mendoza quien nació sorda profunda, aprendió el método auditivo, y no es una persona muda, sino oralizada que puede hablar, y escuchar con auxiliares y leer los labios. Ella dedica la tesis profesional a su “guía” y terapeuta.

Desde pequeña, Alina fue habilitada y oralizada a través del método auditivo con una terapia que le permitió avanzar en sus estudios hasta obtener en días recientes su titulación como Ingeniera Geofísica con Mención Honorífica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

En primera fila se encontraba su familia y Rosa Noriega, su terapeuta de lenguaje. En su examen profesional se presentó ante cinco sinodales de tesis con los que se expresó con lenguaje hablado.

Alina es capaz de leer los labios, y utiliza un auxiliar auditivo. Entre las personas a las que dedicó su tesis está su terapeuta del lenguaje, un personaje que Alina describe como fundamental en su desarrollo profesional.

En la primera hoja de su tesis pueden leerse ciertos agradecimientos entre ellos el escrito para su terapeuta Rosa Noriega que a la letra dice: “Fuiste un pilar fundamental en los inicios de mi vida, me diste apoyo y bases firmes, me enseñaste a leer los labios y a hablar sin escuchar. Te debo en gran parte lo que soy. Fuiste mi guía”.

Para Rosa Noriega, terapeuta del lenguaje desde hace más de cuatro décadas, la actitud de Elba y Rubén, los padres de Alina, fue fundamental ante la severa sordera de su hija.

“Alina tenía tres años cuando la recibí en consulta, y trabajamos más de 10 años juntas, además con el uso de sus aparatos amplificadores o auxiliares auditivos ella fue naciendo al sonido”, declara la terapeuta del lenguaje.

Noriega le enseñó a ejercitar la voz: “El avión hace AAAAAAAAAAAAAAAAA, el tren hace UUUUUUU”, así inició la terapia de Alina, hoy es ella quien le explica a su terapeuta, a través del lenguaje hablado en ciertas partes de su tesis, mientras EL UNIVERSAL es testigo de ese momento. “Alina no sólo cursó una carrera universitaria sino una ingeniería, con la complejidad que esto conlleva. No reprobó nunca una materia y siempre asistió a escuelas ordinarias o regulares, junto con niños oyentes en su salón de clases”, detalla Rosa Noriega.