Muere el cronista de la ciudad, Guillermo Tovar
COMPROMISO. En marzo pasado, el historiador en el Museo de Arte Popular . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
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Guillermo Tovar de Teresa, el historiador, melómano y preservador de tradiciones, el último cronista de la Ciudad de México por decreto presidencial; el andariego que exploró como ningún otro las calles de la ciudad y se metió a conventos, iglesias, museos y librerías para condensar la historia del arte, la de las familias y los barrios de está su “Ciudad de los Palacios”, murió ayer a los 57 años, víctima de una hemorragia interna.
En Guillermo Tovar de Teresa —no usaba la “y” entre los dos apellidos—, sus amigos y pares ensalzaron siempre su brillante inteligencia, su memoria fotográfica y las dos vocaciones que tuvo en su vida: la Ciudad de México y la historia del arte; pasiones que se fincaron cuando tenía apenas nueve años y se metió a estudios y bibliotecas.
El niño precoz que sorprendió con su inteligencia brillante a los intelectuales que rodeaban al periodista Fernando Benítez y que de joven se convirtió en investigador destacado sobre la cultura novohispana mexicana, murió la tarde ayer; sus restos están siendo velados hoy en el Panteón Francés.
La noticia de su deceso la dio a conocer Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), quien a través de su cuenta de twitter dijo: “Con dolor fraternal comparto con toda mi familia el fallecimiento de mi hermano Guillermo, Cronista de la Ciudad de México. Descanse en paz”.
Hasta el fin de su vida, mantuvo su defensa del patrimonio del país, desde que se creó el foro de discusión “El Caballito, Conservación”, en la red social de Facebook, Tovar externó sus críticas, opiniones y comentarios.
En el último comentario que publicó, el pasado sábado, señaló: “Esta discusión ha tenido como cuestión de fondo, el descuido oficial hacia nuestro patrimonio”.
En ese espacio, se ve reflejada su demanda de una política de respeto hacia el patrimonio. “Debemos provocar la existencia de una auténtica política de respeto a nuestros monumentos con una visión urbanística a la altura de la grandeza de nuestra imponente aunque maltrecha ciudad. Un verdadero giro frente a tanta mediocridad, especulación e ignorancia”.
Precoz, erudito y rebelde
Férreo defensor del patrimonio cultural y artístico de México, Guillermo Tovar de Teresa (Ciudad de México, 23 de agosto de 1956), fue considerado siempre un sabio y un maestro, un atrevido, rebelde y amoroso ciudadano de la “Ciudad de los Palacios”.
Guillermo Tovar de Teresa, a los 13 años fue designado consejero de arte colonial del presidente Gustavo Díaz Ordaz. Cuando apenas rebasaba los 14 años maravillaba a los intelectuales e historiadores; a los 23 publicó el primero de más de 30 libros; a los 33 era considerado maestro y sabio. En 1987, cuando por decreto presidencial se creó el Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, él fue el designado para la presidencia de este organismo.
Entre sus libros figuran, México barroco, La Ciudad de México y la utopía en el siglo XVI, Bibliografía novohispana de arte; Miguel Cabrera, pintor de cámara de la reina celestial y La Ciudad de los Palacios. Crónica de un patrimonio perdido.
Tras conocerse la noticia de su deceso, el foro en Facebook se inundó de mensajes. Lucía Ruanova, quien encabeza el grupo de cerca de dos mil 500 miembros, comentó a este diario que Tovar fue la fuerza, el empuje y el apoyo para que este foro lograra detener una intervención al patrimonio del país.
“Él estaba muy contento por los resultados. Sin embargo, haber contado con él estos dos meses, compartir su erudición, su amor por México, su aguerrido carácter, comentarios inteligentes y las maravillosas aportaciones que escarbaba entre sus tesoros ha sido invaluable. El grupo ‘El Caballito, Conservación’ será un homenaje póstumo para él y seguiremos adelante con sus sueños”, afirmó.
El arquitecto Sergio Zaldívar dijo anoche: “Siempre fue una brillante luz en las tareas de conservación. Era un cúmulo de sabiduría y conocimiento; para cualquier paso que se tenía que dar, sus referencias eran sustanciales. Era un crítico combativo por lo que debía ser, señalando a los que se desviaban o pasaban por alto aspectos morales de las tareas. Va a ser muy difícil caminar sin sus luces en esta tarea de conservación, ante las vicisitudes que se anuncian en este país.
(Con información de Abida Ventura)