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“Impedí que la dictadura se llevara a Benedetti”

El Universal
00:20Jueves 20 de junio de 2013
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EMBAJADOR. El diplomático Julio Zamora Bátiz relata cómo ayudó al escritor Mario Benedetti a salir de Uruguay. (Foto: MIGUEL ESPINOSA EL UNIVERSAL )



El vehículo salió a plena luz del día de la Embajada de México en Uruguay. Conducía el embajador Julio Zamora Bátiz, su pasajero, quien tenía como destino el exilio, era Mario Benedetti. Fue el operativo para impedir que cayera en poder de la dictadura.

Los años fortalecerían el lazo de amistad entre el diplomático y el hombre al que salvó la vida. Un total de 12 libros dedicados por el autor uruguayo al mexicano, "un tesoro", son un testimonio de esta historia.

Zamora Bátiz fue embajador de México en Uruguay entre 1971 y 1974. En ese tiempo, el crítico mexicano Emmanuel Carballo llevó como invitado a una cena a la representación diplomática a Benedetti; ahí iniciaría la amistad con el escritor que frecuentaba el despacho del funcionario, para hablar de política, de literatura, de la vida.

El uruguayo, en esos años convulsos intensificó su activismo político como parte del Frente Amplio -el partido que aglutinó a socialdemócratas, democristianos y socialistas-, y a través de sus críticas en el Semanario Marcha, se convirtió en un personaje incómodo para la dictadura militar que, para 1973, se consolidó en el poder.

De esa época el escritor sacó su frase: "El último que salga que apague la luz", refiriéndose a la cantidad de personas que se salían de Uruguay. "Teníamos buena amistad con él", recuerda Julio Zamora Bátiz.

"La presión sobre Benedetti fue muy directa, casi agresiva, él decidió que se iba, pero no le daban la oportunidad de sacar el pasaporte. Tuvimos una reunión y decidimos que saliera asilado por México", precisa.

El embajador relata que "Mario Benedetti me dijo: ‘Quiero irme porque siento que está peligrosa la situación para mí, pero tenemos que hacerlo de otra forma porque no me quieren dar el pasaporte'. Le dije: ‘Pues te asilo', y así fue".

Y detalla el diplomático: "Lo senté en el coche al lado mío, iba yo manejando, lo llevé al aeropuerto, ya estaba la gente de la embajada con su boleto y lo subimos nosotros, que nadie lo pudiera tocar, y elegimos un avión que no fuera uruguayo para que no intentaran nada. Como nunca falta un loco o quien ignore las reglas, o se las brinque, se toma uno sus precauciones".

Así el escritor Mario Benedetti partió a Buenos Aires, Argentina, para ser recibido por el embajador mexicano en ese país.

Julio Zamora fue designado en 1974-1976 como embajador en Perú. Ahí se reencontraron, como lo harían otras veces a lo largo de los años.

Intercambiaron cartas, libros, y hasta el final de la vida del autor, correos electrónicos.



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