aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




“El Pozolero”, legado de muerte

Laura Sánchez / Corresponsal| El Universal
00:15Lunes 08 de abril de 2013
El Pozolero, llamado as porque se encargaba de fragmentar en pedazos los cuerpos de la guerra que s

ALIAS. El Pozolero, llamado así porque se encargaba de fragmentar en pedazos los cuerpos de la guerra que se libraba en Tijuana por el control del trasiego de droga hacia EU. (Foto: ILUSTRACIÓN ISMAEL ÁNGELES )

La PGR informa que su caso sigue abierto, “en proceso”. Sin embargo, activistas fueron informados que este año promovió un amparo y podría salir del penal en los próximos meses

Ese 23 de enero, a Santiago Meza López no le importó que lo vieran llorar; tampoco que decenas de reporteros, militares y curiosos quisieran tomarle fotos, o preguntarle cómo hacía "el pozole", o saber cuánto le pagaba el cártel de Sinaloa. A él sólo le importaba que Dios lo perdonara.

Santiago, uno de los narcotraficantes más buscados por el FBI, apenas podía abrir los ojos: la golpiza que le propiciaron al momento de su detención le dejó la cara hinchada. Llorar le dolía, pero la dosis de coca que cargaba, hacía soportable el dolor.

Al mediodía de ese viernes, en las instalaciones del cuartel militar de Tijuana, Baja California, el detenido -vestido con pantalón de mezclilla y un camiseta manga larga gris- suplicaba continuamente: "Perdónenme, por favor...".

Meza López pedía indulgencia a los familiares de las más de 300 personas que había disuelto en sosa cáustica durante nueve años, bajo las órdenes, primero, del cártel de la familia Arellano Félix, y después aliado a El Chapo Guzmán.

El Pozolero lo llamaron dentro de la organización criminal, porque se encargaba de fragmentar en pedazos los cuerpos de la guerra que se libraba en Tijuana por el control del trasiego de droga hacia Estados Unidos.

Algunos dicen que Santiago quizá lloraba aquel día porque no se sentía culpable: creía que la vida lo puso ahí y era el trabajo que le había tocado. Decía que él no era asesino, ni secuestrador. No se asumía como un narcotraficante.

Los militares recuerdan que durante su detención, en la ciudad de Ensenada, hasta su traslado a Tijuana, Santiago Meza rezaba en voz alta. Pedía perdón a Dios. "Perdón, perdón", escuchaban dentro del Humvee militar donde lo transportaban.

Poco se supo de El Pozolero durante más de cuatro años, hasta que a finales de diciembre de 2012 la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) decidió revivir el caso y envió a Tijuana un grupo de especialistas a localizar los restos que disolvió. Entonces, su declaración salió a la luz.

 

Lo detuvieron en la cocina

Dentro de la Procuraduría General de la República (PGR) recuerdan que la agente del Ministerio Público esperaba ansiosa. Llegaba a sus instalaciones un sicario que -le anticiparon- había deshecho más de 300 cuerpos en ácido.

Entró Santiago Meza, El Pozolero, "y no era lo que se imaginaban": apareció un hombre bajito, con el bigote bien recortado. Temblaba, se movía con dificultad y batallaba para respirar.

El Pozolero, un sinaloense de 36 años de edad, originario de Guamúchil, trabajaba con "los grandes" desde los 19 años. Empezó como albañil para los narcotraficantes que operaban en la frontera. Luego se incorporó de tiempo completo a trabajar con la familia Arellano Félix, unos de los grandes cárteles de la droga en el país.

Según dijo esa noche ante autoridades de la PGR, ser fiel y trabajador le valió que lo ascendieran: se convirtió en cuidador de oficinas. Los cuidadores del narcotráfico vigilan las bodegas y las casas de seguridad donde se almacena la droga.

Ahí conoció a quien sería su jefe: Teodoro García Simental, conocido como El Teo, considerado como uno de los sicarios más sanguinarios que han existido, según reportes de autoridades policiales de Estados Unidos. Cuando El Teo se peleó con Fernando Sánchez Arrellano y decidió traicionarlo, El Pozolero también cambió de bando: se alió con Joaquín El Chapo Guzmán Loera.

A Santiago lo agarraron rápido. Fue una noche de fiesta en Ensenada, dentro del hotel Baja Season. Cuando llegó el Ejército, Meza no pudo escapar; estaba tan drogado que no alcanzó a correr. Lo agarraron cocinando mariscos.

 

La receta vino de Israel

El 25 de enero de 2009, Santiago Meza López compartió la receta para hacer su "pozole": incluye dos tambos, kilos de sosa cáustica, guantes de látex, máscaras contra gases y un par de "maestros" presuntamente traídos de Israel.

Las autoridades refieren que por allá del año 2000, la familia Arellano Félix decidió emplear nuevos métodos para deshacerse de sus enemigos. Antes tiraban los cuerpos en las alcantarillas o los arroyos de la ciudad, pero era peligroso y alguien podía detenerlos.

Así que decidieron traer a dos personas de Israel que sabían cómo disolver en ácido los cadáveres. Entrenaron a un grupo de hombres, entre ellos, Santiago, que por ese entonces cuidaba la droga que sería transportada hacia Estados Unidos.

Santiago detalló que primero compraba los tambos de 200 litros, después les vaciaba 40 o 50 kilos de "polvo" que compraba en una ferretería del Mariano Matamoros, localizada al este de Tijuana. El kilo del "polvo" era sosa cáustica y apenas costaba 35 pesos.

"Los cuerpos que me daban a ‘pozolear' me los daban muertos. Los metía completos a los tambos. Una vez una señora me preguntó que porqué compraba tanta sosa, a lo que le manifesté que porque la utilizaba para limpiar casas...", refirió Santiago Meza.

A Santiago lo ayudaban dos "chavalos": los identificó como El Chalino y El Yiyo, dos jóvenes de 25 años que eran sus paisanos. Los dos habían llegado de Guamúchil a ganar dinero en la frontera. La diligencia que se les comisionó fue aprender a hacer "pozole".

"La forma de la entrega de los cuerpos es que me hablaba El Teo y me decía que en tal lugar me iban a entregar la mercancía a cierta hora. Me comunicaba por teléfono, que en ese momento no sabía en qué vehículo se encontraban transportando el cuerpo. Después me decían que en tal coche. Me hacían el cambio de luces y se hacía la entrega", explicó Meza.

Santiago comentó que trabajar con cosa cáustica no es cualquier cosa. Hay que ser precavido y él siempre lo fue: utilizaba como equipo de protección guantes de látex y máscara contra gases.

El lugar también estuvo bien elegido: utilizaban un predio localizado en la carretera libre a Tecate, una zona desierta llamada "Ojo de Agua". "Ahí se vaciaba ‘el pozole'; en ese lugar tiramos como unos 60 cuerpos ‘pozoleados'". También les servía un ranchito en un camino rural del bulevar 2000.

"¡Pero mi única función era deshacerme de los cuerpos!", dejaba claro Santiago y hasta consideraba que era un "trabajo normal": le pagaban 600 dólares semanales y le proporcionaban los "ingredientes" para "el pozole".

 

Quiere dejar la cárcel

Fernando Ocegueda Flores, presidente de la Asociación Unidos por los Desaparecidos, dice que los familiares no lo perdonan. No creen en sus lágrimas. "Es un engendro del demonio. Aunque Santiago no mató a sus familiares, creen que sólo un enfermo mental profanaría un cuerpo", sostiene.

Con la voz entre cortada, Fernando Ocegueda expresa: "Nosotros creemos que ese perdón lo pidió porque todavía estaba drogado y sintió que se le caía el mundo. Cuando se le buscó, no quiso ayudar, no quiso decirnos dónde habían enterrado a nuestros familiares".

El Pozolero se encuentra recluido en el penal federal de El Rincón, en Nayarit, y el único cargo que pesa en su contra es por su presunta responsabilidad en la comisión de los delitos contra la salud, en la modalidad de colaborar al fomento para posibilitar la ejecución, posesión y portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

La PGR dio a conocer a EL UNIVERSAL que su caso sigue abierto, "en proceso". Sin embargo, activistas fueron informados que este año se promovió un amparo y podría salir en los próximos meses del penal en Nayarit.

"No puede salir, tiene que estar en la cárcel. Lo único que sabe es ‘pozolear' y seguiría haciéndolo como antes", advierte Fernando Ocegueda.

El hombre que disolvió a personas en ácido, aquel que lloró el 23 de enero de 2009, al parecer ya fue perdonado por Dios. Al menos así lo dijo a los medios de comunicación el arzobispo de Tijuana, Rafael Romo Muñoz: "Aun si se deshizo de 300 cadáveres, tiene el perdón de Dios si está verdaderamente arrepentido. Siempre hay perdón de Dios, no importa cuál sea el pecado".



Ver más @Univ_Estados
comentarios
0