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Posada cronista visual de su tiempo

Sonia Sierra| El Universal
00:10Lunes 21 de enero de 2013

Hace un siglo murió Posada, cuya obra es de dominio público porque -como si de un músico se tratara- ha pasado a estar presente en lo más cotidiano y algunas de sus imágenes son usadas, bailadas y cantadas. En la imagen, portada de El Jicote. "Periódico hablador, pero no embustero, redactado por un enjambre de avispas". 1971. Cortesía Agustín Sánchez González.

Además de La Catrina, reconocida universalmente, su labor como dibujante es una faceta poco conocida. En la imagen, "Don Quijote por Posada", aparecido en "El Pinche", de 1904. Cortesía Agustín Sánchez González.

Posada "era un poco de todo: entonces el caricaturista era como un fotorreportero hoy: cronista gráfico, caricaturista, retratista e ilustrador", indica Rafael Barajas "El Fisgón". El artista también colaboró en el periódico Juan Lanas "Periódico rebalsador. Entrón dialtiro y no coyón aunque se va con las tripas de juera, encabritado defensor de los probes y los artesanos". Cortesía Agustín Sánchez González.

José Guadalupe Posada publicó durante más de cuatro décadas en periódicos, desde los 19 años hasta su muerte –y, en estricto sentido, más allá de su muerte porque todavía unos meses después sus dibujos seguían apareciendo como si él viviera-. También colaboró en "El Chisme", de 1899. Cortesía Agustín Sánchez González.

En su libro "Diseño gráfico en México 100 años, 1900-2000", el investigador Giovanni Troconi planteó que los grandes precursores del diseño mexicano fueron Manuel Manilla y José Guadalupe Posada, quienes "hicieron piezas muy notables de diseño gráfico y formal, tenían muy buen gusto para la composición de imágenes y tipografías incluso, hay evidencia de que diseñaron tipografías". Archivo.

En hojas que eran como volantes, en los llamados periódicos de a centavo, en periódicos formales, José Guadalupe Posada desarrolló su obra como cronista visual. El artista fue homenajeado en Bellas Artes, donde los personajes que dibujó en impresos se podían ver caminando por las calles. Roberto Armocida/EL UNIVERSAL

Posada desarroll su obra como cronista visual. Public durante ms de cuatro dcadas en peridicos,

LEGADO. Posada desarrolló su obra como cronista visual. Publicó durante más de cuatro décadas en periódicos, desde los 19 años hasta su muerte. (Foto: Boligán )

A un siglo de su muerte, queda un mundo por investigar sobre el trabajo de este artista y periodista

ssierra@eluniversal.com.mx

Los voceadores gritaban cosas como: "El horroroso crimen del horroroso hijo que mató a su horrorosísima madre", "Terribles y espantosísimos estragos", "Motín en el Volador". Y los cronistas visuales, de los que había muchos y entre los cuales destacó de manera singular José Guadalupe Posada, eran quienes se encargaban de dibujar tales hechos.

Hace un siglo murió ese artista cuya obra es de dominio público porque, como si de un músico se tratara, ha pasado a estar presente en lo más cotidiano y algunas de sus imágenes son usadas, bailadas y cantadas. Junto a su Catrina, universal y reconocible por todos, hay una obra menos difundida pero que en su tiempo le granjeó seguidores.

La faceta del dibujante que hacía caricaturas políticas, ilustraba noticias, artículos y sucesos cotidianos, o a un personaje de moda, es sobresaliente. "Era un poco de todo: entonces el caricaturista era como un fotorreportero hoy: cronista gráfico, caricaturista, retratista e ilustrador", sostiene Rafael Barajas El Fisgón.

Decía Juan José Arreola que los temas de Posada eran crímenes, fusilamientos y catástrofes. En hojas que eran parecidos a los volantes, en los llamados periódicos de a centavo, en periódicos formales, José Guadalupe Posada desarrolló su obra como cronista visual.

De acuerdo con investigaciones del historiador Agustín Sánchez González, fueron más de 70 periódicos -diarios, semanarios, vespertinos- en Aguascalientes, León y en la ciudad de México; periódicos de muy diversas corrientes: lo mismo católicos y comerciales, que de obreros.

Fue un tiempo en el que no había un desarrollo de la fotografía y donde la mayoría, 80%, era analfabeta. Entonces, la ilustración era el mejor recurso para conocer las historias, que muchas veces eran inventadas, que estaban adornadas con una generosa dosis de escándalo y donde igual se "contaban" asesinatos que descubrimientos portentosos.

Posada publicó durante más de cuatro décadas en periódicos, desde los 19 años hasta su muerte -y, en estricto sentido, más allá de su muerte porque todavía unos meses después sus dibujos seguían apareciendo como si él viviera.

En la tradición de la gráfica liberal mexicana es donde surge Posada, argumenta Rafael Barajas: "El grueso de aquellos periódicos de la segunda mitad del siglo XIX era de opinión, servían al debate entre liberales y conservadores; ahí se forja la tradición de la gráfica liberal mexicana: una prensa que combate, que pelea. Y ahí surgen ciertos caricaturistas con vertientes específicas: en primer lugar la grafica costumbrista, que busca recrear lo que nos hace diferentes de otros pueblos; otra vertiente es la gráfica anticlerical, y una tercera es cuando surgen los panteones civiles, porque hasta entonces la Iglesia tenía el derecho sobre la vida y la muerte. Es ahí donde nacen las gráficas de calavera y entonces aparece Posada, un cronista, un extraordinario dibujante costumbrista".

Memoria impresa

"Hay un Posada por descubrir en la prensa", afirma Agustín Sánchez y luego agrega respecto a su forma de trabajo: "todo lo que veía era motivo, era digno de ilustrarse".

Para Sánchez es clara la influencia de la litografía francesa en Posada, y la influencia de los mexicanos que en la segunda mitad del siglo XIX estaban haciendo aquí su trabajo, como Constantino Escalante, Jesús Alamilla, Santiago Hernández, José María Villasana, al igual que de periódicos como La Orquesta. El investigador ha estudiado el paso del artista por periódicos muy diversos en cuanto a lo ideológico y lo empresarial:

"En Aguascalientes, trabajó en 11 números de El Jicote; en León colaboró en periódicos católicos y comerciales. En la ciudad de México trabajó en muchos, con Irineo Paz (abuelo de Octavio Paz y editor de diversos diarios). Junto con Arturo Paz (tío del Nobel de Literatura) participó en periódicos importantísimos, como La Patria Ilustrada, donde hizo una calavera -en 1888- que sin duda es el antecedente estético de la Catrina". Pasó a La Juventud Literaria; con Arturo Paz hizo La Revista de México, participó en otros medios de la familia Paz, como El Padre Cobos y Doña Caralampia Mondongo.

También trabajó con otros editores, como Francisco Montes de Oca, que tenía periódicos que competían con El Imparcial, el diario más importante del porfiriato, explica Sánchez. "Montes de Oca tenía El Popular, El Chisme (primer vespertino) y Argos, donde Posada creó los cabezales".
Aquí hay otro aporte central suyo a la prensa: Posada fue precursor del diseño gráfico, constructor de formas y cajas de los periódicos.

En su libro Diseño gráfico en México 100 años, 1900-2000, que publicó Artes de México, el investigador Giovanni Troconi planteó que los grandes precursores del diseño mexicano fueron Manuel Manilla y Posada, quienes "hicieron piezas muy notables de diseño gráfico y formal, tenían muy buen gusto para la composición de imágenes y tipografías, y hay evidencia de que diseñaron tipografías".

Ese trabajo en prensa incluyó impresos de menor renombre, pero no por ello menos importantes, se trata de los periódicos de a centavo y de hojas sueltas.

Sánchez aclara: "El nombre ‘de a centavo' es porque son baratones, de tirajes muy pequeños, para pequeñas comunidades. Ahí figuran El Diablito Rojo, El Diablito Bromista, La Palanca... en muchos Posada hizo anuncios en otros creaba cabezales".

Para Barajas, Posada es "un cronista maravilloso, un artista que sí se confunde con el pueblo, lo cual es atípico".

Añade: "Retrata todo el universo del bajo pueblo mexicano al que los pintores de la academia no trataban ni de chiste. Posada creó en las lógicas de su tiempo. Supo reflejar con mucha realidad los avatares del pueblo mexicano".

Barajas y Sánchez tienen puntos de vista diferentes en cuanto a Posada y Díaz. Mientras que para Barajas, el dibujante conservó hasta el final sus lealtades hacia Díaz, y "fue porfirista en el grueso de su obra", Sánchez asegura que "era un liberal, un hombre progresista, pero no era un caricaturista militante. Está más allá de las ideologías; no es antimaderista ni porfirista, es un artista creador de imágenes, hacía imágenes para quien le pidiera. A la par que estaba haciendo periódicos que criticaban a Madero hacía otros que criticaban a Díaz; no es que anduviera con cambios de casaca: era lo que le iban pidiendo y lo que él iba desarrollando".

La investigadora Helia Bonilla -agrega Barajas- "acaba de documentar que a veces los editores dictaban el trabajo, y eso no quita que Posada haya sido un creador con sus propias ideas y formas de pensar, eso se puede revisar haciendo un recuento de las publicaciones. Y luego apunta: "Lo cierto es que hizo caricaturas a favor de Porfirio Díaz, incluso cuando éste está en desgracia ¿se las dictaron? ...pero qué bien las ejecutó".



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