Latas de cuatro ruedas

DETERIORO. Es común que los asientos carezcan de vestiduras y que de sus respaldos asomen clavos. (Foto: TANYA GUERRERO EL UNIVERSAL )
cinthya.sanchez@eluniversal.com.mx
Las vestiduras de los asientos están desnudas. De los respaldos se asoman clavos que de vez en cuando acarician las telas y se quedan con un pedazo de la ropa de la última visita. Los vidrios están estrellados, las lámparas rotas y con los cables salidos. El timbre para anunciar el descenso da toques. Es una pocilga ambulante, una lata con cuatro llantas que carga entre 30 y 40 vidas por recorrido, conducida por un hombre que ronda los 40 años y que se atreve a exigir alza de tarifa alegando que su microbús da un servicio de primera con una tarifa de tercera.
No es el único. Por toda la ciudad de México se ven microbuses destartalados, con vidrios rotos, defensas caídas y repletos de gente a la que no le queda otra más que arriesgar su vida en uno de estos camioncitos blancos, una mezcla de autobús de la ex ruta 100 con camión repartidor de alimentos. Según la Secretaría de Transporte y Vialidad del Distrito Federal, 60% de los viajes que de hacen en la ciudad se realizan a bordo de un microbús.
EL UNIVERSAL recorrió cuatro delegaciones distintas y cinco rutas diferentes. Las condiciones son las mismas en todos los casos, unos menos peores circulan por avenidas como Reforma; los más descuidados están en las colonias menos afortunadas.
Están ideados para transportar 20 pasajeros incómodamente sentados aunque los choferes eliminan asientos para que más gente viaje de pie. Por eso no es raro ni exagerado rasgarse la ropa con un asiento roto o pincharse el dedo, incluso cortarse la uña con un fierro salido en un enfrenón por tratar de agarrarse de cualquier pedazo de la lata.
Son un tributo a la incomodidad. Si se mide más de 1.70 metros la cabeza irá pegando con el techo, de sentarse, sólo hay 30% de posibilidad porque medio sentados caben entre 15 y 18 pasajeros, según los asientos que hayan sido adaptados. Al resto le toca poner duras las dos piernas y tomarse fuerte de donde pueda lo que dure el recorrido.
"Ya dejen de echarle mierda a los microbuseros" le dice uno de los conductores a la fotógrafa de este diario, cuando le apunta con su cámara para registrar la unidad. Pero no hay elementos para defenderlos, el deterioro de los microbuses es deprimente, evidente hasta para los ojos de Marcelo Ebrard, quien ha declarado que no subirán las tarifas hasta que las condiciones de las unidades mejoren.
Ellos son cínicos. En los vidrios rotos ponen ouch, cuelgan letreros que aluden al acoso sexual como "se hacen recargas gratis" con el dibujo de un personaje masculino acercándole la pelvis a una silueta femenina que se encuentra agachada, otro más, anunciando que su otro coche es un Ferrari.
El trato de los choferes es déspota, grosero y altanero, no sólo con quienes los usuarios, que además son sus clientes, también con los automovilistas que los rodean.
No respetan los señalamientos viales. Se pasan los altos de los semáforos. Rebasan por carriles prohibidos. Suben vídeos a Youtube de sus carreras por las calles del Distrito Federal. Tienen frases clásicas como "favor de hacer doble fila, atrás hay lugar", a pesar de que el microbús va lleno.
Conducen con su música favorita y a un volumen que lastima los oídos, ponen lámparas neón para darle un toque fiestero por las noches y algunos hasta van bebiendo los fines de semana.
Los ciudadanos más odiados
"Dios me libre de chocar con un microbús", dicen los automovilistas como Elizabeth Gómez, quien tuvo un percance con uno de ellos que se dio a la fuga dejándola con su golpe.
Los usuarios tampoco se sienten seguros al viajar en microbús todos los días: "son inseguros, manejan horrible pero tenemos la necesidad", comenta Elena, usuaria.
Y las cifras respaldan ese temor. De enero de 2006 a febrero de este año, 160 personas murieron en el Distrito Federal en accidentes vehiculares en los cuales estuvieron involucrados microbuses. En ese mismo periodo resultaron lesionadas otras 2 mil 543 personas, de acuerdo con las averiguaciones previas iniciadas del fuero común por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
De esos fallecimientos culposos 122 fueron por atropellamiento; 25 por colisión de vehículos; 11 por caídas, y dos fueron tipificados como imprudencia por tránsito vehicular.
De las 2 mil 543 lesiones culposas por tránsito vehicular, 105 casos ocurrieron por caída del vehículo en movimiento, mil 198 por colisión del transporte y mil 240 fueron tipificadas en el rubro de lesiones imprudenciales por tránsito vehicular, según la PGJDF.
Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno electo, ha dicho que al final de su administración la capital estará completamente libre de microbuses.
Mientras tanto seguirán circulando por 106 rutas en la ciudad de México, haciendo mil 163 recorridos diarios según la Secretaría de Transporte y Vialidad del Distrito Federal.





