Refugiadas, por violencia doméstica

TRANSFORMACIÓN. Verónica López García, víctima de violencia doméstica, quien pidió asilo en el extranjero, luego de cuatro años de que sus tres hijos estuvieron expuestos a violencia física por parte de su padre. Ahora regresó a México para ayudar a otras mujeres en esa situación. (Foto: ALMA RODRÍGUEZ )
liliana.alcantara@eluniversal.com.mx
Huyeron de México para refugiarse en el extranjero. No fueron perseguidas por sus ideales ni por su religión ni por su raza ni por ser víctimas del narcotráfico y mucho menos por su postura política.
Escaparon de sus casas y de su país porque sus parejas las golpeaban. Dejaron familia, amigos, trabajo y sueños porque no consiguieron justicia por parte de las autoridades mexicanas.
Abandonaron el país porque su vida estaba amenazada.
Desde hace por lo menos siete años, un sinnúmero de mujeres mexicanas -ningún país tiene un registro exacto- han solicitado refugio en Canadá y Estados Unidos por padecer violencia doméstica, porque cada vez que denunciaban las golpizas que recibían por parte de sus parejas, los agentes del Ministerio Público las ignoraban o se burlaban de ellas o las culpaban de lo acontecido.
La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) las reconoce como mujeres perseguidas por motivos de género. Amas de casa, empleadas, profesionistas, esposas de políticos y de otros hombres poderosos son las que están prácticamente escondidas en un país ajeno.
En esta nueva ola de refugiados hay historias de éxito, de mujeres que están a salvo en un país extraño y con nuevos proyectos de vida, pero también hay tragedias. Verónica Castro, de 41 años, llegó a Canadá en 2008 para solicitar asilo por violencia doméstica. Estuvo retenida en el Centro de Detención de Vanier, en Toronto, y debido a que su petición fue rechazada, el 12 de enero de 2012 fue deportada. La organización Mexicanos Unidos por la Regularización que documentó el caso, señala que Verónica cruzó la frontera mexicana por Coahuila y en el trayecto, dos días después de estar ya en territorio mexicano, fue asesinada.
"Las mujeres tienen que huir de México porque aquí están en total indefensión por la corrupción, la impunidad y la discriminación estructural. Es preocupante que haya un éxodo de ese tipo porque el país no les está dando la seguridad que está obligado a dar", destaca María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Nacional de Feminicidios.
EL UNIVERSAL preguntó a la Secretaría de Relaciones Exteriores cuántas mexicanas habían abandonado el país por motivos de violencia doméstica, pero no tiene el dato disponible.
La Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 define como tal a las personas "que se encuentran fuera de su país de origen debido a temores fundados de ser perseguidas por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social determinado u opinión política y que no pueden o no quieren acogerse a la protección de dicho país". Dicho precepto añade que nadie podrá ser devuelto a su país o a cualquier otro lugar donde su vida o su libertad pudieran estar en peligro por dichos motivos".
Alejandra Carrillo, oficial de Protección del ACNUR en México, explica que aunque la violencia doméstica no está incluida en dicha definición, a partir de los 90 los países miembros de la ONU convinieron reconocer la condición de refugio por motivos de género, entre los que se encuentra la violencia doméstica, el matrimonio forzado y la esclavitud sexual.
Desde entonces, Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Francia, Nueva Zelanda, Reino Unido y España han otorgado refugios a mujeres que sufren violencia doméstica en sus países de origen, cuya vida corre peligro y que no encuentran justicia ni protección en su propia nación. México también ha concedido el asilo a mujeres centroamericanas.
Alejandra Carrillo explica que aunque hay casos de mujeres mexicanas que solicitan refugio en otro país por no encontrar justicia en el suyo, México tiene el compromiso de brindar protección a mujeres de otras naciones por la misma causa, pues se trata de motivos humanitarios. "Una mujer de Centroamérica que escapó de su país por violencia, independientemente de la situación que haya aquí, puede encontrar protección en México porque se trata de otro país y finalmente está lejos de la situación que amenaza su vida", añade Mariana Echandi, oficial de comunicación del ACNUR.
La oficial de Protección indica que el refugio es una figura que no debe estar supeditada a cuestiones políticas ni a conflictos entre los países, aunque el otorgamiento depende de las reglas que imponga cada nación.
"Cada país es libre de determinar bajo qué criterios aprueba el refugio y a menos que haya muchas restricciones, ACNUR puede hacer un llamado de atención", dice Carrillo. Quien obtiene el refugio puede recibir la residencia, ayuda económica, vivienda y seguro médico mientras encuentra empleo, educación para los hijos y sobre todo, confidencialidad para proteger su vida.
En 2010, la política migratoria de Estados Unidos respecto al refugio tuvo un vuelco cuando el Departamento de Seguridad Nacional aprobó otorgar el asilo a una maestra mexicana que denunció en ocho ocasiones ante autoridades mexicanas ser víctima de violencia doméstica sin recibir justicia.
Esta mujer, de quien el gobierno estadounidense mantiene su nombre y origen en el anonimato para proteger su vida, llegó a la Unión Americana en 2004 con sus dos hijos. En primer término, su solicitud de asilo fue rechazada por un juez de inmigración de San Francisco, pero la Junta de Apelaciones de Arlington, Virginia, solicitó revisar el caso y en 2010 su petición fue concedida. Ahora vive tranquila y tiene un empleo.
Karen Musalo, abogada que llevó el caso e integrante del Centro de Estudios de Género y Refugio del Colegio Hastings de Leyes de la Universidad de California, dice que a la mujer mexicana se le concedió el asilo porque la violencia que ella vivía se convirtió en motivo de persecución, era una situación grave porque peligraba su vida y había transcurrido mucho tiempo sin que recibiera protección.
"El Departamento de Seguridad Nacional consideró en este caso que la violencia doméstica era una razón legítima para otorgar asilo por la existencia de una persecución, porque la pareja abusaba pensando que tenía derecho a hacerlo, por la falta de una respuesta adecuada del gobierno de México y la falta de posibilidad de escapar del abusador dentro de su país", explica Musalo en entrevista.
La abogada señala que el gobierno de Estados Unidos no tiene cifras de cuántas mujeres han recibido el asilo en estas circunstancias, pero el litigante Jess J. Araujo considera que este caso sienta un precedente para que, al menos en la administración del presidente Barack Obama, las mujeres víctimas de violencia familiar puedan recibir protección en ese país.
"Anteriormente era muy difícil comprobar la necesidad de un asilo por violencia doméstica. El gobierno de EU se había resistido a otorgar un asilo de este tipo porque no quería ofender al gobierno mexicano, ya que aprobar el refugio por violencia doméstica significaría reconocer que en México no hay justicia para estas personas, pero en este caso lo tuvo que hacer y ahora una mujer que sufre violencia doméstica puede recibir refugio en Estados Unidos... Sigue siendo muy complicado tener el asilo en EU porque se analiza cada caso con mucho cuidado, pero ya hay un antecedente", destaca el abogado de la firma Di Marco, Araujo y Montevideo.
Verónica López García huyó de México en 2005 luego de cuatro años de que sus tres hijos estuvieron expuestos a violencia física por parte de su padre. La decisión la tomó cuando una madrugada la policía llegó a su casa y prácticamente fue corrida por su esposo con el argumento de que "si ponen un pie en mi casa los acuso de allanamiento". Los policías les pidieron que se durmieran y se fueron; jamás regresaron, ni cuando su esposo intentó ahorcar a su hijo en la cuna.
Verónica, con hijos y maletas, tomó un avión hacia Montreal, adonde llegaría con los contactos de una amiga que le ofreció ayuda. A su arribo, permaneció en un albergue de solicitantes de refugio mientras las autoridades migratorias canadienses definían su situación. "Ahí me di cuenta de lo alarmante que era el problema en México porque de cada 11 mujeres que había en ese refugio, 9 eran mexicanas, incluso algunas, esposas de gente muy importante en México, de políticos y gente muy poderosa, con dinero".
Ese mismo año, después de que un equipo de terapeutas demostró ante los jueces el grave estado emocional de los niños, Verónica obtuvo el asilo. Durante su estancia trabajó, estudió una especialidad y dio educación a sus hijos. Desde el año pasado regresó a México para ayudar a otras mujeres. "Sé que si hago visible el problema y me hago visible yo denunciando todo esto, es una forma de protegerme a mí misma".
Considera que en México su ayuda es más requerida. "En Canadá es cada vez más difícil que les otorguen el asilo, ya hemos conocido dos casos de mujeres que fueron asesinadas al ser deportadas a México y no queremos que esto vuelva a pasar, por eso hay que prevenir el problema desde México". Trabaja en la organización Enlace y Comunicación, donde apoya el trabajo comunitario de mujeres de Oaxaca, Guerrero y Chiapas.
María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Nacional de Feminicidios, señala que por lo regular, las mujeres del norte del país son quienes solicitan asilo en el extranjero, en países como Estados Unidos y Canadá. "En los refugios que hay en México algunas mujeres han sido sacadas y atacadas por sus esposos porque descubren dónde están... entonces las mujeres en México están desprotegidas".
Este diario solicitó la postura del Instituto Nacional de las Mujeres al respecto, pero no hubo respuesta.
Imelda Marrufo, representante de la red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez, Chihuahua -donde la tasa de feminicidios es alarmante-, asegura que han "pedido al gobierno de EU que sea flexible y tenga mayor sensibilidad, porque hay casos que tenemos completamente documentados y nos rechazan el asilo... Esto lo que provoca es que más mujeres mueran".
Karen Musalo, la abogada estadounidense, considera que si bien el asilo es una esperanza para las mujeres, "sería mejor que el gobierno mexicano y el sistema judicial respondan de manera efectiva y adecuada para proteger a las mujeres. Sería mejor para las mujeres si pudieran gozar de su derecho a vivir una vida libre de violencia dentro de su propio país".
Se suman motivos
Buen precedente
Experiencia





