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Las zonas del DF con más riesgo ante sismo

El Universal
00:15Jueves 26 de abril de 2012
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ZONA DE RIESGO. La constitución del subsuelo en la ciudad de México es tan variable que la actividad sísmica impacta de manera distinta en cada rincón por establecerse en un valle donde antes prevalecían lagos, volcanes y montañas. (Foto: ARCHIVO I EL UNIVERSAL )

Suelos blandos son más vulnerables, advierte jefe del Sismológico

Aeropuerto, el más frágil ante sismos
Sharenii Guzmán
metropoli@eluniversal.com.mx

La zona donde se ubica el Aeropuerto de la Ciudad de México y sus alrededores está clasificada como la más vulnerable durante un sismo, por situarse en uno de los últimos remanentes del lago de Texcoco, afirmó Carlos Valdés, jefe del Servicio del Sismológico Nacional del Instituto de Geofísica de la UNAM.

La constitución del subsuelo en la ciudad de México es tan variable que la actividad sísmica impacta de manera distinta en cada rincón por establecerse en un valle donde antes prevalecían lagos, volcanes y montañas, afirmó.

Para poder determinar el impacto de los temblores y planear un programa de prevención, el Servicio del Sismológico Nacional ha dividido el territorio del DF en zonas sísmicas. Explicó que en un terreno duro, el temblor se siente y dura poco; en cambio, en zonas blandas el movimiento se amplifica.

"Estas características tan diferentes, de un suelo duro a suelo blando en una sección de 30 kilómetros hace que el comportamiento de los sismos sea muy diferente".

La ciudad de México está dividida en tres zonas sísmicas: La I, comprende terrenos firmes y rocosos, ubicados principalmente en el sur y sur poniente como Coyoacán, Tlalpan, Magdalena Contreras, partes de Xochimilco y Milpa Alta.

La zona II es conocida como "transición", la cual se sitúa en partes intermedias entre las zonas I y III, cruza las delegaciones Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Azcapotzalco y partes de Miguel Hidalgo y Benito Juárez.

La zona III se localiza en las regiones donde antes se encontraban los lagos de Texcoco y Xochimilco. Este tipo de suelo consiste en depósitos lacustres muy blandos, lo que favorece la amplificación de las ondas sísmicas.

La integran delegaciones como Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Iztapalapa, Tláhuac, Iztacalco y Gustavo A. Madero, la cual también tiene partes rocosas.

Este tipo de terreno es el que predomina en la ciudad de México; a su vez la zona III está subdividida en A, B, C y D, de acuerdo al tipo de terreno blando de menor a mayor grado. La parte donde se ubica el aeropuerto y sus alrededores está clasificada como zona III-D.

Debido a la diversidad del terreno en el DF, casi todas las demarcaciones tienen una composición del subsuelo de las tres zonas.

El especialista indicó que para identificar una zona blanda basta con sentir cómo se mueve el piso cuando circulan vehículos pesados.

La amplificación de los temblores en las zonas blandas, agregó, puede llegar hasta 40 veces más.

Por ende en las regiones ubicadas en la zona III deberían estar mejor preparadas con simulacros y planes de protección civil.

En donde existía un lago, se estableció la ciudad y ahora es la segunda más grande del mundo.

Los aztecas construyeron pirámides medianamente altas, pero los españoles, al colonizar, edificaron encima y secaron el lago, y aunque físicamente ya no están los sedimentos, ocasionan que el terreno sea suave.

Al paso del tiempo la ciudad se modernizó y comenzó a urbanizarse, en algunos lados sin planeación; además, la densidad poblacional demandó la construcción de edificios verticales, muchos de ellos sin una sólida base estructural. El crecimiento de la población ha orillado a que las zonas blandas sean habitadas.


 

Estamos más preparados para los sismos: experto
Después del 85 se tomaron medidas contra estas emergencias, afirma
Josué Huerta
metropoli@eluniversal.com.mx

En cuanto la lámpara empezó a moverse y las paredes de su vivienda comenzaron a crujir durante el sismo del pasado 20 de marzo Sofía Guzmán recordó escenas y revivió emociones guardadas desde el 19 de septiembre de 1985: el pánico en las calles, los ocho largos días en que buscó a su hijo David Guzmán Guzmán y al final la tristeza cuando se enteró de que murió bajo los escombros del Centro Médico.

Pablo, uno de los hijos de David, era muy pequeño cuando su padre murió y no recuerda nada del terremoto de hace ya 27 años, así que, a diferencia de su abuela , con el movimiento telúrico de 7.8 grados de marzo él no se llenó de pánico ni le vinieron recuerdos angustiantes; bajó las escaleras, se puso en un lugar seguro y listo.

El devastador sismo de 1985 fue un parteaguas entre dos generaciones. Los que era adolescentes o ya adultos en aquel año y vivieron en la Zona Metropolitana del Valle de México reviven con cada movimiento telúrico los recuerdos en un flashback y los que entonces eran muy pequeños o no habían nacido, les cuesta trabajo entender por qué sus mayores se espantan tanto con los sismos.

Lo anterior lo comenta Jorge Álvarez, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM y titular del Programa de Intervención en Crisis a Víctimas de Desastres Naturales. Refiere, eso sí, que tanto los que recuerdan como los que no vivieron el temblor del 85, están más preparados que hace 27 años, cuando no había un antecedente tan desastroso.

Para Yolanda Cedillo y Angélica Juárez, trabajadoras de la SEP y que en septiembre de 1985 trabajaban como profesoras de preescolar en el Cendi 9, cercano al metro Etiopía, en benito Juárez no hay duda, ese año nació la generación: "no corro, no grito, no empujo". Es decir, una generación más atemorizada por los sismos, pero a la vez más preparada ante este tipo de fenómeno.

"No sabíamos qué hacer ante los terremotos. Ese día (el 19 de septiembre de 1985) era muy temprano, yo estaba llegando apenas al Cendi 9, cuando empezó el temblor salimos corriendo velozmente sin pensar en si había alumnos o no, afortunadamente no había niños. Hoy tenemos todo un protocolo para atender emergencias, para resguardar a los alumnos, para resguardarnos a nosotros mismos, antes no", señala Yolanda.

El profesor Jorge Álvarez precisa que más allá de considerar que hay una generación marcada por el miedo después de los temblores de 1985, pese a que los flashback en los sismos posteriores parecen muy recurrentes en la mayoría de las personas que vivieron el terremoto de hace 27 años, la realidad es que la gente reacciona de distinta manera ante un mismo evento.

El especialista cuenta que mientras el 60% de la población supera la angustia por el sismo en máximo tres horas, al 40% restante le toma más tiempo, e incluso una parte más pequeña de la gente sufre algo que los psicólogos llaman: "estrés de inicio demorado", que son aquellos que después de muchos años manifiestan los miedos vividos en un desastre natural.

"Tuvimos el caso de un paciente que después de 20 años posteriores a 1985 empezó a presentar la angustia del terremoto", recuerda.

 



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