30 años del siniestro en la Cineteca Nacional, un incendio de película
DESASTRE. Los casi seis mil títulos que la Cineteca tenía bajo su resguardo se redujeron a desechos. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
abida.ventura@eluniversal.com.mx
Fernando y sus amigos Roberto, Sergio y Felipe, asistieron a la Cineteca Nacional el 24 de marzo de 1982 para ver la película que se proyectaría en el Salón Rojo del complejo que se ubicaba en Tlalpan y Churubusco. En la Sala Fernando de Fuentes, la más grande de la Cineteca, se proyectaba La tierra de la gran promesa, del polaco Andrzej Wajda. "Yo ya la había visto, y por eso convencí a mis cuates de que mejor entráramos al Salón Rojo a ver otra película, cuyo título recordé durante muchos años, pero ya no", recuerda el ahora periodista Fernando Figueroa.
Fernando cuenta que mientras subían las escaleras rumbo al Salón Rojo para ver la película, les notificaron que "por fallas técnicas" se cancelaba la función, y que podían recuperar el dinero en la taquilla. Pero la función en la Fernando de Fuentes, en donde minutos después se generaría una explosión, continuaba y aún no habían sacado a la gente.
A la salida, el grupo de amigos divisó un camión de bomberos estacionado en las inmediaciones de la Cineteca, pero no lo relacionó con la cancelación de la película.
A las 18:45, según los testigos presenciales, una lengüetada de fuego salió de la pantalla de la sala Fernando de Fuentes, al tratar de salir muchos fueron pisoteados, el fuego se propagó hacia las bóvedas que resguardaban las cintas de nitrato de celuosa, y de inmediato se producirían varias explosiones. Las llamas, que duraron más de 16 horas, consumieron el archivo fílmico y documental que resguardaba la institución.
A tres décadas del siniestro, el número de víctimas y los títulos de las películas que se perdieron siguen siendo un misterio.
Se habla de seis mil películas, pero hacer un inventario de los títulos es imposible, ya que los documentos en que se tenía el registro de los archivos se redujeron a cenizas.
"Se perdió el archivo más grande que había entonces de películas mexicanas", dice en entrevista el crítico de cine Gustavo García.
Entre otros, los negativos de las películas de Juan Orol, de Manuel Álvarez Bravo, dibujos que Serguéi Eisenstein realizó en México, material de archivo como dictámenes de censura, guiones, aparatos, cámaras, así como ediciones completas de revistas mexicanas y extranjeras.
En las instalaciones de la Cineteca, que había sido inaugurada en 1974, durante el mandato de Luis Echeverría Álvarez, se encontraba también material fílmico del archivo del ex presidente Plutarco Elías Calles, de la Guerra Cristera.
Las pérdidas materiales se cuantificaron en decenas de millones de viejos pesos, pero lo aberrante, dice García, es que nunca se supo a ciencia cierta cuántas vidas se perdieron.
"Hay varias versiones acerca del desalojo de la Sala Fernando de Fuentes: desde que fue un éxito y que no murió ningún espectador, hasta que hubo muchos quemados o aplastados por la estampida humana. No sé cuál sea la verdad, pero de lo que estoy seguro es que se tardaron demasiado en evacuar esa sala", considera Fernando Figueroa.
"Sí había un camión de bomberos en Churubusco cuando mis amigos y yo salimos de ahí, eso significa que los focos rojos se habían encendido 15, 20 o 30 minutos antes, tiempo suficiente para cambiar el curso de la historia", afirma.
EL UNIVERSAL, cuya portada del día siguiente del incendio, el 25 de marzo, reproducía a ocho columnas una imagen de las instalaciones de la Cineteca en llamas, reportaba cinco muertos, tres desaparecidos, y más de 50 lesionados, entre ellos cinco niños. Días después, el número oscilaba entre siete y 20 muertos y 30 desaparecidos; una semana después, la cifra descendió a tres muertos: el jefe de bomberos, Venustiano González Nieto, quien fue sepultado con honores; Taide Gómez Cuevas, trabajadora de la Cineteca, y José Mercedes Castillo Cervantes.
Nuevas hipótesis sobre el incendio
Sobre las causas del siniestro existen diversas versiones, desde las especulaciones en torno a un intento de asesinato de Margarita López Portillo, hermana del entonces presidente, hasta un posible corto circuito en la sala de revelado.
30 años después, el historiador y crítico de cine Jorge Ayala Blanco pone el dedo en la llaga y señala a un único responsable: Fernando del Moral, entonces coordinador de la Cineteca Nacional. En el documental, Los rollos pérdidos, de Gibrán Bazán, recientemente puesto en exhibición, Ayala Blanco asegura que Fernando del Moral, acostumbraba esconder en un un clóset de madera, que se ubicaba detrás de las sala Fernando de Fuentes, las cintas más valiosas e importantes para ser el primero en verlas.
En entrevista , el historiador asegura que sus declaraciones se apoyan en el testimonio verbal que hace 20 años, en 1992, cuando se cumplieron los 10 años del siniestro, le hizo Francisco Marín, quien era el subdirector de cinematografía de la Cineteca cuando ocurrió el incendio.
¿Qué había detrás de la pantalla?, se pregunta Ayala Blanco: "Según el doctor Marín, había un gigantesco clóset en el que se había guardado material de nitrato de una forma absolutamente irresponsable. Del Moral personalmente había guardado un cargamento de materiales valiosos, desde el punto de vista de la investigación", responde.
El lote de cintas de nitrato, explica, provenían de Guanajuato, habían sido movidas, lo cual los hace altamente flamables, y en el lugar donde los guardaron no había aire acondicionado. "Era el ambiente propicio para que ocurriera un estallido", dice.
Gustavo García, no comparte la hipótesis de Ayala Blanco, el crítico de cine comenta que el incendio se atribuye al motor que subía por la cortina de la pantalla de la sala Fernando de Fuentes: "Fue la falta de mantenimiento, tanto del motor de la pantalla, como el de las bóvedas, que estaban totalmente desatendidas. Fallaba el aire acondicionado y los empleados habían llamado la atención de las autoridades sin que les hicieran el menor caso; trabajar en esas bóvedas con esas condiciones era una bomba de tiempo", dice.
Francisco Gaytán, subdirector de Rescate y Restauración de la Filmoteca de la UNAM, cuenta que cuatro días antes del incendio había visitado las bóvedas de la Cineteca y desde entonces el aire acondicionado no funcionaba. "Fui a las bóvedas cuatro días antes, el aire acondicionado estaba descompuesto y se sentía mucho calor. En el taller revise una película de nitrato, de la que habíamos comprado los derechos de autor, pero no teníamos el material, y le habíamos solicitado a la Cineteca que nos la prestara para hacer una copia. Me la prestaron, la saqué y se salvó del incendio", cuenta.
Aunque mucho del material fílmico que guardaba el inmueble se perdió, una gran parte de las cintas se pudieron recuperar porque había copias en otros lados. "Ahí no estaban los negativos de las películas más importantes de México, ni por su importancia intrínseca ni por su número", dice Francisco Gaytán, quien niega que se se haya perdido una buena parte del patrimonio del cine mexicano.
Casi el 95% de los títulos estaban en las bóvedas de los laboratorios Churubusco Azteca, asegura.
Por fortuna, reitera García, muchos productores tenían copias en los estudios Churubusco, en la Filmoteca de la UNAM o en acervos particulares, además, muchos productores no confiaban en la Cineteca e insisitían en guardar su material aun cuando se les deteriorara.
Y aunque el siniestro parecía ser ya un caso cerrado, el fantasma del pasado podría hacerse presente en los próximos días, ya que el realizador Gibrán Bazán planea entregar a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados un documento que propone 10 puntos para reabrir las investigaciones del caso "Cineteca 82".