Paludismo, dengue, Chagas, leishmaniasis y otros males transmisibles han sido de manera sistemática relegados por los responsables de los programas de control e investigación tanto del sector público como del privado, porque no son un negocio, forman parte de las “enfermedades de la pobreza”.

Expertos consideran que el desdén hacia estos padecimientos, siempre presentes en el país, es porque la gente afectada “no representa un retorno lucrativo que justifique una inversión de la industria farmacéutica en investigación y desarrollo de nuevos medicamentos para estas enfermedades”.

Ello ha ocasionado que males como el paludismo hayan estado presentes en siete entidades durante 2007; la leishmaniasis, que puede ser mortal, persista en al menos 20 estados, y el Chagas —también letal—, prevalezca en otros tres.

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