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Toma de posesión: El reto en política exterior

MARCO VICENZINO| El Universal
00:23Martes 20 de enero de 2009
En primer lugar, la voz y los puntos de vista del vicepresidente Joe Biden se escucharán prominentemente en materia de política exterior y, en particular, tratándose del tema de Paquistán/Afganistán

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WASHINGTON.— El equipo del presidente Barack Obama en materia de política exterior incluye a varios veteranos en esa área, pero a la vez a varias personalidades competitivas y deseosas de acrecentar su influencia. Un fracaso de Obama en manejar este ambiente se traducirá en la parálisis de la política exterior, un escenario que ni Estados Unidos ni la estabilidad global se pueden permitir en esta crítica e histórica coyuntura.

Si el presidente y el asesor de seguridad nacional, general Jim Jones, son capaces de manejar este ambiente competitivo, fomentando un espíritu de cooperación y un debate constructivo, manteniendo los egos a raya y extrayendo lo mejor de cada elemento, la política exterior estadounidense, y los intereses nacionales, se verán extraordinariamente beneficiados.

En primer lugar, la voz y los puntos de vista del vicepresidente Joe Biden se escucharán prominentemente en materia de política exterior y, en particular, tratándose del tema de Paquistán/Afganistán. Bajo esta base fue que, como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, aceptó la posición de segundo en la línea de la Presidencia. Sin embargo, su participación en el tema de Paquistán/Afganistán debería limitarse a la esfera diplomático-política, sin interferir demasiado en el frente de la seguridad.

Permitir la continuidad en el Pentágono, reteniendo a Robert Gates como secretario de Defensa, fue una decisión práctica y profesional. Gates logró resultados en el terreno, levantó la moral en el Pentágono y goza del respeto tanto de los altos mandos como de la tropa en el Departamento de Defensa. La política hacia Irak debe ser cuidadosamente manejada por el presidente, el general Jones y Gates. En el caso de Afganistán, más voces deberían participar, aunque el nexo Obama-Jones-Gates debe seguir siendo el centro.

La ex rival y ahora secretaria de Estado, Hillary Clinton, trae consigo disciplina y una amplia red de contactos internacionales, así como el deseo de avanzar iniciativas de su marido, el ex presidente Bill, particularmente aquellas que quedaron inconclusas, como el conflicto israelí-palestino. El legado de Bill Clinton tiene mucho qué ver con el deseo de Hillary de tener éxito como secretaria de Estado. Sin embargo, la controversia y las preguntas que hasta ahora no tienen respuesta inevitablemente seguirán rondando a los Clinton, específicamente a la luz de los supuestos, potenciales o reales conflictos de interés relacionados con la fundación de Bill Clinton. Además, el ex presidente Clinton no se mantendrá callado en materia de política exterior, como muchos desearían o esperarían. Dentro o fuera de cualquier cargo público, el equipo Bill-Hillary es sólido. En público o en privado, la influencia y los puntos de vista de él saldrán a la luz irremediablemente.

También podría surgir cierta división en el Departamento de Estado entre Hillary y Susan Rice, la nueva embajadora de EU ante Naciones Unidas. En términos de política, la inclinación de Clinton por el pragmatismo, contra la de Rice a las convicciones ideológicas podría producir tensión, particularmente en temas como Darfur, en donde Rice es partidaria de una respuesta más agresiva.

Desde una perspectiva personal, no es probable que los ataques que lanzó Rice contra Hillary con respecto a su experiencia en materia de política exterior, durante la campaña 2008, cuando Rice era asesora de Obama, sean olvidados pronto. Los nuevos enviados especiales para asuntos y regiones específicas podrían agravar esta rivalidad por la influencia y generar problemas en el Departamento de Estado.

En el Senado, John Kerry sigue resentido por no haber sido elegido secretario de Estado. Como uno de los primeros en tomar partido por Obama, Kerry fue bastante explícito en su deseo de ser designado. La elección de Clinton se debió en gran medida a la influencia de Biden, y fue también un reconocimiento a la base política de Hillary en el Partido Demócrata. Después de todo, ella obtuvo más votos populares que Obama durante las primarias demócratas, aunque no haya conseguido la nominación del partido.

El deseo de Kerry de seguir siendo un jugador influyente en el proceso de la política exterior, y sus persistentes aspiraciones de convertirse en secretario de Estado lo transforman en un ruidoso presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Definitivamente no dudará en expresar sus puntos de vista; en particular, cualquier diferencia de opinión ya sea con la administración o, específicamente, con Hillary.

Al final de cuentas, mucho del éxito de Barack Obama en materia de política exterior depende de que su asesor de Seguridad Nacional, el general Jones, logre mantener el orden, la claridad y la disciplina entre las personalidades competitivas.

Jones brinda un toque de confianza y garantía, particularmente a los ojos de los aliados europeos de EU en la OTAN que recuerdan con cariño el periodo de Jones como comandante aliado supremo de la OTAN. Como soldado y diplomático experimentado, el general Jones emana la confianza y el pragmatismo necesarios para garantizar que las mentes frías prevalezcan, particularmente en tiempos de crisis.

El autor es director de Global Strategy Project, en Washington, DC



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