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Instalan en Tokio mural de Okamoto perdido 30 años en México

Susana Reyes| El Universal
11:51Ciudad de México | Viernes 12 de diciembre de 2008

Toshiko Okamoto, esposa del artista japonés, buscó durante 35 años el mural El mito del mañana en México, que desde este mes ocupa un lugar relevante en el metro de Tokio. (Foto: Archivo / El Universal )

Permanecerá la pieza creada por el japonés Taro Okamoto en la estación de metro de Shibuya, en Tokio, donde podrá ser admirada de manera perenne

El mural del artista Taro Okamoto, que estuvo perdido en México por poco más de 35 años, tiene desde principios de este mes un lugar definitivo en la estación de metro de Shibuya, en Tokio, lo que constituye un hecho trascendental en la historia del arte japonés, pues por aquí caminan diariamente alrededor de 2.3 millones de personas y ahora es el hogar del Mito del Mañana, que podrá interactuar con todo aquel que se detenga a observar esta obra maestra.

Considerado el primer artista avant-gard de Japón, Taro Okamoto (Febrero 26,  1911- Enero 7, 1996) es uno de los artistas contemporáneos más admirado de su país. Utilizando los colores primarios como la base de su trabajo, fue severamente criticado bajo los parámetros del arte tradicional japonés. Pintor, fotógrafo, escultor, escritor, antropólogo cultural y diseñador, Okamoto desarrolló nuevas formas de expresar la creatividad artística y dejó un importante legado a la generación siguiente.

Originario de Kawasaki, en 1930 se mudó a Francia para estudiar en la Universidad de París, donde pudo relacionarse con diversos pensadores y artistas de la época. En 1940 volvió a su país tras la invasión nazi a Francia y en 1942 fue enviado al frente chino como soldado para servir al Ejército Imperial.

Esa amarga experiencia sembró en Okamoto fuertes sentimientos en contra de la guerra. Regresó a Tokio en 1946 y encontró que muchas de sus obras habían sido destruidas durante los ataques aéreos de la Segunda Guerra Mundial. Poco tiempo después estableció un estudio en Setagaya, que posteriormente movería a Aoyama, donde actualmente se encuentra el Taro Okamoto Memorial Museum.

El Mito del Mañana en México

Hacia finales de la década de los 60, mientras el fantasma de la Segunda Guerra Mundial aún sobrevolaba sobre Japón, que atravesaba por un intenso periodo de reconstrucción, Okamoto se trasladó a México, un país donde encontró la integración cultural de la vida y la muerte, tal como se expresa en la celebración del Día de Muertos, que influiría de manera decisiva en su creación artística.

En 1967 Okamoto accedió a pintar un mural en varios paneles que sería colocado en el vestíbulo del Hotel de México, bajo el auspicio del empresario Manuel Suárez y Suárez, quien proyectaba construir un hotel que fuera símbolo del cosmopolitismo del país en la coyuntura de los Juegos Olímpicos. Okamoto creó cuatro versiones pequeñas de la obra Asu no Shinwa (El Mito del Mañana), al tiempo que terminaba en Japón una famosa escultura de 70 metros, conocida como Taiyo no To (Torre de el Sol).

Los 14 paneles que conforman el mural miden un total de 5.5 x 30 metros y presentan las terribles consecuencias de la detonación de una bomba atómica. Su base material es una combinación de hormigón y crisotilo (un tipo de asbesto procesado) que ha sufrido agrietamientos en las últimas décadas. En su forma original, el mural estuvo compuesto por siete paneles, por lo que el tamaño de la obra dificultaba su traslado.

Mas que por sus grandes dimensiones,  el mural es sorprendente por el tema que aborda: el momento exacto de la explosión de una bomba atómica, que se enfoca en un ser humano anónimo reducido a un esqueleto distorsionado con quemaduras; los flujos irregulares de rojo y amarillo en forma de rachas hacia el exterior a través de un cielo oscuro que se intercala con figuras que asemejan espectros son una clara alusión a los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 1945.

Mito del mañana ha sido comparada con el Guernica de Picasso, que ilustra el bombardeo de ésa ciudad española en 1937. De manera similar, la obra de Okamoto advierte contra la apatía hacia los horrores de la guerra.

Okamoto terminó el mural que había comenzado en México en 1969 y regresó a Japón sin haber firmado su creación, pues planeaba hacerlo cuando el hotel fuera inaugurado. El proyecto original del hotel, situado en la Avenida Insurgentes, era de carácter turístico-cultural; sin embargo, el empresario que adquirió la obra de Okamoto enfrentó problemas financieros, por lo que el proyecto fue modificado y el hotel cambió de dueño.

El Mito del mañana fue removido del vestíbulo de ese edificio que quedó casi abandonado hasta que se comenzó la construcción del WTC Ciudad de México a principios de los 90. La obra del artista japonés desapareció durante tres décadas. En todo ese tiempo, su pareja sentimental, Toshiko Okamoto, buscó el mural convencida de su importancia en la trayectoria del artista japonés.

Traslado del mural a Japón

En septiembre del 2003, El Mito del Mañana fue hallado en un almacén de materiales de construcción en las afueras de la Ciudad de México. La lluvia y el polvo habían deteriorado la pintura y Toshiko inició una campaña para su recuperación, traslado a Japón y restauración; trabajo que quedo pendiente tras su muerte en 2005 y que fue concluido ese mismo año por un grupo de 70 artistas, intelectuales y escritores japoneses, entre los que destacan el pintor Takashi Murakami, líder de la vanguardia pictórica nipona, y el cantante Yo Hitoto.

El presupuesto para el proyecto, que según Akiomi Hirano, productor general del proyecto de la Fundación para la Promoción del Arte Contemporáneo “Taro Okamoto Memorial Museum”, consistió en "unos pocos cientos de millones de yenes," provino de diversas fuentes. Los donantes privados contribuyeron con una porción, pero el mayor benefactor fue Nippon Television, en cuyas oficinas centrales en Shiodome fue exhibido el restaurado Mito del Mañana durante dos meses en el verano de 2006.

Hirano estudió las condiciones del mural y sugirió que se separaran las piezas a lo largo de las grietas, en algo similar a un rompecabezas, para ser enviadas en un contenedor. Dicha estrategia fue consultada con Toshiko Okamoto, quien dijo que aunque eso era para ella como “cortar su propia carne” era una práctica necesaria.

Tras la llegada de la obra a Japón, el proceso de restauración requirió de múltiples etapas. Las ásperas secciones tuvieron que ser ensambladas nuevamente, se utilizaron pesas para aplanar los paneles, cuyas superficies habían perdido similitud por el paso de los años. Las grietas fueron suavizadas y rellenadas con una sustancia de silicato de calcio a 1 mm de profundidad de la superficie de la pintura. Una vez que se unieron de nuevo, el mural fue subdividido en 14 grupos para facilitar su movilidad.

Por razones estructurales, los cuatro bordes de cada panel fueron reforzados con acero y la parte de atrás fue cubierta por capas de acrílico. Del lado de la pintura se utilizaron cuchillos quirúrgicos para remover las marcas de cemento ajenas al original, así como agua pura e hisopos de algodón para limpiar la suciedad acumulada.

Alrededor de 8000 pequeños fragmentos y astillas recolectados en México fueron minuciosamente reinsertados en la pintura; el resto de las grietas y huecos fueron rellenados o pintados para reproducir el original. Para algunas de estas zonas se utilizaron proyecciones por computadora con el fin de que los trabajadores pudieran hacer coincidir los colores. Como medida final, un recubrimiento especial fue rociado sobre la superficie de la obra para protegerla de la luz ultravioleta. El proceso de restauración concluyó en 2006.

El mural de Okamoto fue trasladado al Museo de Arte Contemporáneo de Tokio a principios de este año. Recientemente, se seleccionó la estación de metro Shibuya como el lugar permanente para el mural, por encima de espacios en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

mzr



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