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The New York Times| El Universal
10:01Nueva York | Lunes 29 de septiembre de 2008
Lograr que el Congreso aprobara el rescate financiero de 700 mil millones de dólares pudo haber parecido algo difícil, pero el trabajo realmente duro apenas está a punto de empezar

Lograr que el Congreso aprobara el rescate financiero de 700 mil millones de dólares pudo haber parecido algo difícil, pero el trabajo realmente duro apenas está a punto de empezar.

Ahora, el gobierno federal tendrá que supervisar y administrar un rescate de enorme magnitud que involucra complejos títulos respaldados por hipotecas, tan extraños en su estructura que incluso expertos de Wall Street no pueden calcular su valor.

Ex funcionarios de la agencia que manejó un embrollo financiero anterior surgido de una debacle inmobiliaria, la Resolution Trust Corp., señalaron que las personas que manejen el nuevo rescate tendrán además que enfrentar los detalles prácticos, como vigilar fraudes, supervisar un ejército de contratistas y fungir como chivos expiatorios.

El acuerdo tentativo alcanzado por el Congreso el fin de semana contiene sólo lineamientos generales para orientar a los funcionarios que manejen el rescate, como una disposición que busca abordar los conflictos de interés. Pero aunque la RTC, creada en 1989 para ayudar a resolver la catástrofe de las instituciones de ahorros y créditos, operó bajo reglas similares, pronto se encontró enfrentando a gente que intentaba engañar al sistema para su provecho financiero en una variedad de formas, como conseguir tratos favorables para sus socios.

Algunos contratistas intentaron también cobrar en exceso y, aunque el desalojo de gente de su vivienda parece un anatema en el clima político actual, ex funcionarios de RTC indicaron que eso fue precisamente lo que hicieron para lograr la meta que se supone también logrará la propuesta actual: regresar el dinero del rescate a los contribuyentes tan pronto como sea posible.

"Lo que estamos viendo es la creación de un sistema de administración de propiedades gigante", señaló L. William Seidman, quien fue presidente de RTC.

La función central de RTC, que cerró sus puertas en 1995, fue vender edificios de oficinas, hogares, créditos y otros activos en manos de instituciones de ahorros y crédito que cayeron en bancarrota. Líderes del Congreso dijeron que no se prevé el establecimiento de otra entidad igual, porque el gobierno comprará títulos respaldados por hipotecas en vez de asumir el control de bienes raíces. No obstante, organizar esta clase de proyecto requerirá de todos modos de una gran infraestructura burocrática.

Una vez que la nueva estructura regulatoria esté en vigor, los que manejen el rescate probablemente tendrán que lidiar con asuntos como tratar de identificar a quienes buscan sacar ventaja del sistema.

Por ejemplo, se prohibió que individuos o compañías que provocaron pérdidas al gobierno durante la crisis compraran activos a RTC. Pero los inescrupulosos encontraron formas de hacerlo mediante "compradores de paja" para ocultar su identidad, recordó Kenneth M. Donohue, vicedirector de la oficina de investigación de agencia.

Asimismo, aunque la legislación contiene cláusulas contra los conflictos de interés, ponerlas en práctica podría ser difícil. Dada la interconexión de los títulos respaldados por hipotecas, algunas de las firmas financieras contratadas por el gobierno pudieron haber tenido un papel directo o indirecto en la emisión o evaluación de dichos títulos de valor cuestionable.

Además, quienes administren el rescate tendrán que supervisar sus actividades cotidianas. En sus primeros años de operación, RTC contrató a 10 mil empleados y cientos de contratistas externos. Con esto llegaron los desperdicios. La agencia derrochó cientos de millones de dólares en la contratación de un pequeño ejército de abogados externos.

También está la posibilidad de que el nuevo rescate conduzca a demandas y procesos legales. En los años de RTC, varios ejecutivos de alto nivel o directores de instituciones quebradas, como el empresario Charles Keating, enfrentaron cargos de fraude en relación con lo sucedido.

También hubo otros escándalos. En esa época, por ejemplo, se acusó a varios contratistas de RTC, incluyendo al hijo del entonces secretario del Tesoro, Lloyd Bentsen, de no revelar arreglos que podrían haberlos proscrito del programa. Sin admitir ni negar nada, Lan Bentsen resolvió el caso aceptando no hacer negocios con RTC. (Traducción: Gregorio Narváez).

hab



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