Recordarán la voz de Ángela Peralta en Mazatlán
A sus 20 años de edad, Ángela Peralta ya había conquistado los principales escenarios europeos con su privilegiada voz.. (Foto: Yovana Gaxiola Aldana )
El Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán en coordinación estrecha con la Dirección de Investigación y Fomento Cultura Regional trabajan de manera ardua con la finalidad de brindar a los locales y visitantes del puerto a celebrar los 125 años de la muerte de “El Ruiseñor Mexicano”, Ángela Peralta.
Al día siguiente, el 23 de agosto, la compañía hizo su presentación con la ópera de Verdi “El trovador”, debutando el tenor de fuerza Fausto Belloti ante escaso público, pues corrían alarmantes rumores sobre la propagación de la fiebre amarilla.
iqr / mzr
El próximo sábado 30 de agosto, Mazatlán se viste de gala tras los diversos eventos que se estarán ofreciendo en memoria de la artista del bell canto, quien después de una semana de agonía muere en el puerto al igual que cientos de porteños a causa de la fiebre amarilla, suceso que posiciono a Mazatlán en la vida cultural.
El primer acto a realizarse será a las 09:00 horas en el Panteón Municipal número 2, donde invitados especiales montaran la Guardia de Honor en el mausoleo que lleva su nombre tras el descanso de sus restos hasta el año de 1937 cuando fueron exhumados y trasladados al panteón civil de la Ciudad de México.
A las 10:30 se colocará la Ofrenda floral y guardia de honor en el Centro Municipal de Artes, antes Hotel Iturbide, lugar donde murió la cantante.
Una hora más tarde a las 11:00 horas se inaugurara la exposición iconográfica y documental de la diva mexicana, con apoyo del cronista de la ciudad, Enrique Vega Ayala, el Archivo Histórico Municipal y la colaboración de Alfredo y Manuel Gómez Rubio, que por primera vez ofrecen la obra de Antonio López Sáenz en una exposición pública en el exterior del restaurante Pedro & Lola ubicado en la Plazuela Machado.
La vida de Ángela Peralta será representada y llevada a escena del Teatro Ángela Peralta a las 20:00 horas en donde la soprano María Katzarava dará vida al “El Ruiseñor Mexicano” en compañía del pianista Ángel Rodríguez y del narrador Sergio López Sánchez.
¿Quién fue Ángela Peralta?
Bautizada como María de los Ángeles Manuela Tranquiliza Cirila Efrena Peralta Castera, quien fuera conocida como “El Ruiseñor mexicano” nació en la ciudad de México el 16 de junio de 1845.
Aunque de origen humilde, siempre recibió buena educación y desde pequeña tuvo inclinaciones artísticas, revelándose como poseedora de una voz extraordinaria. A los 8 años cantó “La Cavatina”, de Donizetti y a los 15, cuando terminó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música, se presentó en público por primera vez y con gran éxito, interpretando "El trovador", en el Teatro Nacional.
Nunca estuvo pensionada por el gobierno. Cuando viajó a Europa en 1861, su padre y un hombre llamado Santiago de la Vega cubrieron los gastos.
Fue en Europa donde la llamaron por primera vez "El ruiseñor mexicano". Su triunfo inaugural en el Viejo Continente llegó la noche del 13 de mayo de 1862, cuando interpretó "Lucía de Lammermoor" en la Scala de Milán. Terminada la temporada en ese teatro, recorrió los principales coliseos de Milán, Turín, Lisboa, Alejandría, Génova, Nápoles, San Petersburgo, Madrid y Barcelona. Terminó su gira artística de regreso a América, donde actuó ante los públicos de Nueva York y La Habana.
Regresó a México en 1865. A sus 20 años de edad ya había conquistado los principales escenarios europeos con su privilegiada voz.
El 29 de enero de 1866 cantó para los emperadores Maximiliano y Carlota. A cambio de tal condescendencia se le nombró "Cantarina de cámara del imperio". Este hecho provocó la repulsa de Ignacio Manuel Altamirano, quien desenfrenado en su indignación comentó: "toda la frescura de los laureles que había traído de Europa, se marchitan vergonzosamente, ante la aceptación de ese nombramiento de una corte bufa y oprobiosa". Un año después, el Ruiseñor cantó en el puerto de Veracruz “I Puritani” de Bellini, a beneficio del fomento de la guerra contra el invasor. Estos dos acontecimientos, aparentemente contradictorios, todavía encienden una polémica acerca de su franqueza patriótica.
Ángela Peralta contrajo matrimonio con su primo hermano Eugenio Castera., a quien señalan culpable de la infelicidad en la vida íntima de la cantante, a causa del mal mental que empezó a padecer Castera al año de su matrimonio. Mientras fue esposa, Peralta se dedicó a componer una serie de obras breves de extraordinaria sencillez.
En 1876, la enfermedad de Castera le impidió realizar sus giras proyectadas y tuvo que recluirlo en un hospital parisiense, en el cual murió en marzo de ese año.
En 1879, Ángela Peralta vio cómo declinaba su éxito por sostener relaciones amorosas con su empresario Julián Montiel y Duarte. El Ruiseñor Mexicano empezó a sufrir la indiferencia del público y su temporada fue un verdadero fracaso, enfermando de pena y agotamiento. Al año intentó reconquistar a su público, pero todo fue en vano. Ni la prodigiosa interpretación que hacía de "Aída", despertó interés.
Descansó tres años, tenía que reponerse de los golpes morales, artísticos y económicos que habían minado su salud y su ánimo.
En 1883, Ángela Peralta reanudó sus giras. Lo hizo por el interior de la república, seguida por un grupo de jilgueros italianos de dudosa categoría.
Procedente de Guaymas, Sonora y La Paz, Baja California, en cuyo teatro improvisado en un patio cantó por última vez la ópera María de Rohan, llegó a Mazatlán el 22 de agosto de 1883. Su compañía estaba integrada por 80 artistas, en su mayoría italianos.
"...El ayuntamiento porteño, al saber que Ángela Peralta visitaría la ciudad, aprobó los gastos que fueran necesarios para recibir dignamente a "El Ruiseñor Mexicano". Alquiló el Teatro Rubio para ofrecerlo a la diva. Se engalanó el muelle desde la víspera y a las 9 a.m. que llegó a él, Ángela Peralta, recibiéndola con el himno nacional. Al llegar al carruaje, el cual ocupó, un grupo de admiradores quitaron los caballos y tiraron de él, llevando a la diva hasta el hotel Iturbide, seguida por la música y la multitud. Ella salió al balcón y saludó al pueblo, que se agrupaba al frente del edificio..."
Un periodista mazatleco, aficionado a la ópera, llevaba un diario, como era costumbre de la época. En la página del 22 de agosto escribió "...hoy fui al foro del teatro Rubio a presenciar los ensayos de la compañía de ópera italiana y admirar de cerca a la señora Antonieri y me tocó de suerte ver y escuchar a la dueña de la compañía, la señora Peralta..." (…) “Es una mujer de agradable presencia, algo obesa y de ojos saltones pero muy vivos, tiene una voz maravillosa que emite con pasmosa facilidad las notas más agudas y altas, hasta el grave; hizo unas variaciones alcanzando notas tan finas, como el gorjear de un jilguero..."
En los primeros días de la semana, la enfermedad, que en la ciudad fue conocida con el nombre de "níquel", se desarrolló de una manera alarmante. Tan es así, que se podría asegurar que la noche del jueves 23 de agosto, rara era la casa donde no hubiera por lo menos un afectado. La compañía suspendió sus funciones a causa de haberse enfermado una gran parte de las personas que la componían, entre ellas la señora Peralta.
El 24 de agosto, Ángela Peralta dirigió el ensayo para la representación de “Aída”, obra con la que debería hacer su debut al haber caído enfermos el director de escena, señor Belloti, y el maestro director Chávez Aparicio. La función debió verificarse esa misma noche, pero se pospuso porque al oscurecer ya eran varios los artistas afectados por la devastadora enfermedad. Al amanecer del día 25, habían fallecido los señores Belloti y Aparicio y varios artistas. El mal se ensañó con los miembros de la compañía a tal grado, que de los 80 que la integraban sólo seis quedaron, entre ellos la soprano Zopilli y la contralto, señora Saborini.
Ángela Peralta falleció el 30 de agosto de 1883, casándose en articulo mortis con su amante, don Julián Montiel y Duarte. Un testigo, el señor Jiménez, narró los detalles de la impresionante ceremonia matrimonial: "Uno de los artistas, de apellido Lemus, sostenía a doña Ángela por la espalda y en el momento en que el juez hizo la pregunta sacramental” ¿Acepta a este hombre por esposo?”, Lemus movió la cabeza de la enferma en señal afirmativa. La cantante, prácticamente estaba ya muerta y tengo la seguridad de que no se enteró de la importancia del acto..."
Se vistió el cadáver con ropa de alguno de los personajes que en vida había interpretado la diva mexicana y, según se dijo entonces, también se le colocaron sus mejores joyas. El 11 de abril de 1937 sus restos fueron exhumados para ser trasladados al panteón civil de la Ciudad de México. Entre la tierra y trozos de madera no se encontró ni una sola alhaja, ni un simple dije. Sólo unas chinelas y restos de cabellera castaña.
Polvo, polvo, nada. ¡Angélica di voce e di nome!