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La heredera que rompió moldes, Aramburuzabala

Rita Varela Mayorga| El Universal
13:52Dominical | Domingo 21 de octubre de 2007
La mujer de negocios más importante de México y América Latina.La vida de María Asunción Aramburuzabala Larregui ha cambiado mucho en los últimos años

“Mariasun se ve estupenda junto a Tony”, dicen los amigos cercanos a la mujer de negocios más importante de México y América Latina.

La vida de María Asunción Aramburuzabala Larregui ha cambiado mucho en los últimos años. Sobre todo a partir de 1995, cuando por circunstancias familiares —la muerte de su padre Pablo Aramburuzabala Ocaranza— y por su temperamento y firmeza de no ceder ni un ápice de la participación de su familia en Grupo Modelo, se puso al frente de la vicepresidencia, en lo que fue una incursión histórica para ese Consejo de Administración, comandado hasta entonces sólo por varones.

Pero su circunstancia se ha modificado todavía más después del 23 de abril de 2005 en que, “completamente enamorada” —según comentarios de su madre doña Lucrecia Larregui González—, se casó con Antonio Óscar Garza Quintana, Tony Garza, quien es embajador de Estados Unidos en México desde el 22 de noviembre de 2002.

Un ejemplo de esto, cuentan sus allegados, se dio el martes 13 de marzo de 2007.

El sol maya de Uxmal fue testigo de esa transformación que mencionan sus amigos y familiares y que refleja su rostro.

Ahora, la mujer más rica de Latinoamérica, la Reina de la cerveza como la nombra la revista Forbes, tiene una sonrisa pronta. La antes llamada Dama de hierro (en alusión a la ex primera ministra británica Margaret Thatcher), la que difícilmente aparecía en público o en los medios, y si lo hacía era sólo para hablar de sus negocios, caminó con su esposo por esas ruinas mayas repartiendo saludos, estrechando manos e incluso haciendo cariños a su marido, con quien todo el tiempo intercambió miradas cómplices, sin importar incluso el protocolo por la cercanía de sus amigos los presidentes George W. Bush y Felipe Calderón Hinojosa, durante la última visita del mandatario estadounidense a tierras de Yucatán.

Ahora se ve estupenda, cierto. Y aquí la mayoría de los mexicanos podríamos preguntar al unísono: ¿Y cómo no estarlo, si posee una fortuna valuada —según el último ranqueo de Forbes— en 2 mil millones de dólares?

Pero no, ella no es una simple heredera de papá. Y tampoco es que todos los martes 13 hayan sido tan soleados como el de marzo de 2007.

Es una mujer respetada, admirada y querida en muchos círculos, aunque en otros ha sido objeto de fuertes críticas durante los últimos meses. Incluso, se le han hecho señalamientos por ser, supuestamente, una empresaria que apoya con su fortuna intereses nada claros.

Sus relaciones con la ex pareja presidencial —Vicente Fox y Marta Sahagún—, incluyendo donaciones a la fundación Vamos México; su apoyo económico a la campaña presidencial de Felipe Calderón; su relación con la firma que protagonizó la aparición del padrón del Instituto Federal Electoral (IFE) en el sitio del Partido Acción Nacional (PAN) e, incluso, su matrimonio con Tony Garza, quien se dice mantiene contactos de negocios en Austin, Texas, que beneficiarían los actuales intereses de la empresaria, así como la carrera política del embajador, son algunos de los dardos que con más veneno se le han lanzado.

Sin embargo, impasible, discreta y sin acometer los dimes y diretes de la prensa política y de negocios, la esposa del embajador estadounidense, que muy pronto aprendió de negocios con los viejos empresarios de Modelo, ahora muestra que la diplomacia también es un terreno que puede dominar.

La ex Dama de hierro ni siquiera se inmuta. Armada de su “avasalladora personalidad”, ahora reparte sonrisas, hace caridad entre instituciones privadas, promueve exposiciones de arte, reúne a mujeres mexicanas de todos los signos e identidades políticas para mostrar su poder de convocatoria. En fin, vive sin sobresaltos en el búnker que es ahora su hogar; una casona que funge como residencia oficial de la Embajada de Estados Unidos en las Lomas de Chapultepec (un tanto diferente al exclusivo complejo habitacional Club de Golf Bosques, en la barranca de Hueyatlaco, donde el costo de un departamento de 380 metros cuadrados es de un millón 200 mil dólares, y donde vivió hasta antes de éstas, sus segundas nupcias). Mientras tanto aumenta cada año sus negocios y ganancias, ahora principalmente dentro de los sectores financiero, inmobiliario y de tele-comunicaciones.

Todo esto para dejar claro lo que sólo una vez comentó a The Wall Street Journal: “Es importante no sentirme una mujer inútil que heredó dinero y se sienta en un sillón a comer palomitas y ver películas”.

Y es que, en los últimos 12 años, María Asunción Aramburuzabala Larregui se ha encargado de forjar su propia herencia millonaria, una que muestra su fortaleza para romper barreras y tradiciones, lo que, en el mundo de los negocios mexicanos —tratándose, además, de una mujer—, no ha sido sencillo.

Así como rompió el molde en Grupo Modelo, instalándose en el Consejo de Administración presidido por los viejos empresarios cerveceros, así también lo hizo el 28 de abril de 2003 cuando, por primera vez en más de 100 años de la historia de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), se permitió a una mujer ocupar un lugar como consejera.

Esa escena se ha repetido en otros consorcios empresariales. María Asunción superó el reto de defender y mantener la fortuna forjada por su padre y, más aún, se ha encargado de multiplicarlo y ponerle su propio sello. Por eso, ella es ya un caso de estudio por parte de las escuelas de negocios y de instituciones tan disímbolas como el World Economic Forum o el Instituto Nacional de las Mujeres.

Fragmento del libro ‘Los amos de México’, coordinado por Jorge Zepeda Patterson



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