Recibe Guatemala con beneplácito réplica del Códice Dresde
El gobierno de Guatemala expresó hoy su beneplácito por la llegada al país de la réplica oficial del Códice Dresde, una invaluable pieza de la milenaria civilización maya, cedido por autoridades académicas de Alemania.
El viceministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, Luis Fernando Andrade, recibió el martes en la ciudad de Dresde, Alemania, la obra que da luz sobre la adelantada Cultura Maya y la trasladó a este país centroamericano.
La réplica del Códice Dresde fue entregada al vicecanciller por el director general de la Biblioteca Real de Sajonia de Dresde, Thomas Burger, quien participará en octubre próximo en Guatemala en una conferencia sobre la civilización maya.
La pieza, en poder del gobierno guatemalteco desde el pasado martes, es la única oficial que existe del valioso Codex Dresdensis, que desde 1740 se encuentra en la Cámara de Tesoros de la Biblioteca Real de Sajonia.
La versión facsímil del Códice Dresde, uno de los tres Códices Mayas existentes, junto con el Códice Madrid o Trocorteciano y Códice de París o Códice Pereciano, se encuentra desde el jueves en la sede de la Cancillería, donde permanecerá hasta el 22 de octubre.
En esa fecha se tiene previsto abrir una exhibición al público, organizada por los ministerios de Relaciones Exteriores, Cultura, y entidades académicas locales, que incluirá un ciclo de conferencias sobre la Cultura Maya con expertos nacionales y extranjeros.
Andrade, tras una breve sesión de fotos de la pieza histórica en la biblioteca de la Cancillería, manifestó el beneplácito del gobierno por contar en Guatemala desde esta semana con la réplica oficial del Códice Dresde, donado por la Biblioteca Real de Sajonia.
Reiteró el propósito expresado el martes en Dresde, de tener en Guatemala las reproducciones de los tres códices existentes y que, una vez conseguido el Códice Dresde, se gestionará ante las autoridades españolas el envío del Códice Madrid o Trocorteciano.
La réplica del Códice Dresde, elaborada en 1970 en la ciudad austriaca de Graz, semeja un biombo, como el original. El manuscrito, con dimensiones totales de 3.56 metros, fue realizado a partir de la corteza de una higuera silvestre.
La obra, que el próximo mes será conocida por los guatemaltecos en la exposición que se prepara, está formado por 39 láminas escritas por ambos lados.
De acuerdo con los expertos, el Códice Dresde, que se caracteriza por su exhaustiva y minuciosa elaboración, data de 1250, por lo cual es el más antiguo de los tres Códices Mayas existentes.
La pieza, una muestra del desarrollo intelectual de la civilización maya, se interpreta como un calendario, el cual establece la influencia de los dioses por cada día. Se estima que la obra se originó a finales del periodo Clásico.
Los estudiosos del tema consideran que el llamado Códice Dresde se habría escrito en Chichén Itzá, la Gran Ciudad del Posclásico de Yucatán, ahora uno de los estados de México.
Los investigadores descubrieron en sus láminas y jeroglíficos las claves del Calendario Maya que abarca 260 días, relatos sobre las cosechas, predicciones y un universo de deidades dedicadas al sol, el maíz, la lluvia y a los sacrificios humanos.
La réplica del Códice Dresde cedida a Guatemala es catalogada por los expertos como la más valiosa y completa pues, a diferencia de otras réplicas, ésta es exactamente igual al original que se exhibe en la Biblioteca Real de Sajonia de Dresde.
Cada año alrededor de cinco mil personas visitan la Biblioteca Real de Sajonia de Dresde, a fin de admirar de cerca el valioso Códice, ya que es el único que está expuesto al público en general.
Autoridades alemanas han aclarado que el original del Código de Dresde nunca saldrá de la Biblioteca Real de Sajonia por razones de seguridad y de conservación.
Sobre el rumbo que tomó la valiosa pieza de la civilización maya, se estima que el conquistador Hernán Cortés tuvo en su poder el ahora denominado Códice de Dresde y lo envió al rey Carlos V, quien a su vez lo habría colocado en su residencia de Viena.
En 1739, el director de la Biblioteca Real de Sajonia, Christian Goetze, lo descubrió en una colección privada y lo donó a su institución un año más tarde.
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