"Soñamos despertar en nuestra patria": familiares de Bachelet

Hugo Miranda Bachelet como muchos otros cientos de chilenos exiliados hallaron en México, un sitio para seguir adelante . (Foto: Sergio Suárez /EL UNIVERSAL )
Hugo Miranda Bachelet aún se le empañan los ojos al recordar aquellos años en Chile, cuando sus barrios y calles se llenaron de sangre durante el golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende, ese septiembre de 1973. No olvida tampoco el mes de marzo de 1974, cuando la junta militar encabezada por Augusto Pinochet enjuició, torturó y asesinó con base en sus propias reglas sumarias a su tío, el general Alberto Bachelet, padre de la actual presidenta de Chile, Michelle Bachelet. "Lo asesinaron porque siempre fue leal al presidente Allende, y por no haberse unido, aun siendo miembro de las Fuerzas Armadas, a los traidores que se sumaron a Pinochet", refiere Hugo Miranda, un hombre de 46 años de edad, que hace 33 tuvo que salir del terruño junto con los suyos para salvar la vida, entre ellos, su padre, Hugo Miranda Ramírez, y su madre, Cecilia Bachelet Pizarro. De vez en vez, entrecierra los ojos para arrancar del pasado sus recuerdos más profundos. Con una emoción que en ocasiones apenas puede contener, narra con lujo de detalles el día que acompañó a su abuela, Mercedes Pizarro de Bachelet, a vestir con su uniforme de general a su tío Beto Bachelet, justo el día de su funeral. "Hasta el día de hoy esto me emociona". Los ojos húmedos y enrojecidos daban fe de un pesar que no ha logrado desvanecer el tiempo. Como muchos otros cientos de chilenos exiliados que en México encontraron un sitio para seguir adelante, Hugo Miranda Bachelet, primo de la presidenta Michelle Bachelet, llegó a este país meses después de la asonada golpista. "Tengo conocidos que llegaron hace 33 años a México. y sueñan con despertarse en Chile". Y de lo dicho, él mismo esboza una leve sonrisa. "Algún día yo también regresaré", confía. De su matrimonio con Ana Elena Magis nacieron en México sus hijos Mateo y Carla, hoy dos jóvenes que representan la nueva generación de esos exiliados que llegaron en busca de un refugio seguro, de una vida nueva y mejor y de una tierra dónde progresar. La aportación de estos hombres en todos los ámbitos de la vida nacional también es reconocida, con justicia, por el pueblo mexicano. La visita a México de Michelle Bachelet, la primera mujer presidenta en Chile en su historia independiente, sirve de una buena excusa para hablar de los que llegaron en cascada en los días, meses y años subsecuentes al golpe militar. De entrada, Hugo admite que aún existe una gran herida en muchos de sus compatriotas que tuvieron que dejar todo, y para ilustrar sus palabras recuerda lo que dijo Michelle Bachelet luego de su triunfo electoral, en enero de 2006: ". cambié el odio y la venganza por amor para servir a mi patria". Hugo asegura que al escuchar a su prima no sólo lloró, sino que "me arrancó la emoción de venganza y de odio que todavía me recorría la piel". Revela que días después su prima Michelle le dijo algo para redondear la idea: ". pero no me refiero ni a perdonar ni a olvidar". Mientras Miranda Bachelet daba rienda suelta al recuerdo, el aire golpeaba con sutileza el follaje de los altos pinos del Desierto de los Leones que rodean su casa estilo mexicano, donde habitan también dos grandes amigos: su perra Olga y el gato Elvis. Al igual que muchos chilenos llegados a México, Hugo Miranda sufrió en carne propia la barbarie de la dictadura. Su padre, Hugo Miranda Ramírez, fue encarcelado y después prácticamente expulsado del país, y su tío, el general Alberto Bachelet, progenitor de Michelle Bachelet y primo de su madre, Cecilia Bachelet, asesinado por la junta militar pinochetista, tras siete meses de prisión. Con el regreso de la democracia a Chile, Patricio Aylwin Azócar, presidente de 1990 a 1994, designó a Hugo Miranda Ramírez embajador en México. "No hay que hacernos de la vista gorda de que tuvimos un golpe militar como si fuera una pesadilla. Yo vi a mi tío muerto, vi a mi padre preso y a muchos más compañeros asesinados, y no fue un mal sueño, fue una realidad, que espero que no se repita nunca más, ni en la historia de Chile ni en la historia de ningún pueblo", refiere. Ya establecido en México, Hugo Miranda Ramírez se hizo cargo de la Casa de Chile, que acogió a profesores, investigadores, filósofos, periodistas, padres, madres e hijos que dejaron la tierra querida en los años duros, trágicos que envolvieron a la nación andina en los tiempos de las dictaduras militares. "Fueron 10 mil, quizá más, no lo sé, fueron cientos los que llegaron a México en esos años", comenta en tono melancólico Hugo Miranda, quien no duda en admitir que en Chile "todos somos primos". Y es que dice que en su país sólo habitan 16 millones de personas. "El Distrito Federal les quedará grande", opina divertido su amigo José González Casanova, testigo de la conversación y sobrino del historiador Pablo González Casanova, quien por cierto fue presidente del Consejo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales con sede en Santiago de Chile, años antes del golpe de Estado. Ya de vuelta al presente, habla con una alegría desbordada de su prima, la presidenta de Chile, a quien describe como una persona "súper alegre, amorosa, cariñosa, guapa, muy cantadora y valiente". Festeja su presencia en México y aprovecha para expresar la gratitud que siente por este país que, asegura, ya es el suyo. Como muchos chilenos exiliados, esgrime, "me abandoné a este mundo mágico que es México".





