Amigo de todos los capos
Albino Quintero Meraz, El Beto , es el único que trabajó para todos los jefes del narcotráfico en México. Él, según la Procuraduría General de la República (PGR), conoció las entrañas, la violencia y el poder de los principales cárteles del tráfico de drogas, al grado que su influencia podía lograr que se perdonaran vidas o que corporaciones policiacas enteras se volvieran protectoras del narco. Preso en el Penal Federal de Máxima Seguridad de La Palma, el amigo de todos los capos del narcotráfico enfrenta acusaciones por delitos contra la salud, delincuencia organizada y lavado de dinero, adicionalmente de una petición de extradición de Estados Unidos, según el expediente PGR/UEDO/140/2002, al que tuvo acceso EL UNIVERSAL. Desde el extinto Amado Carrillo El Señor de los Cielos , hasta Juan José Esparragoza, El Azul , Osiel Cárdenas El Mayo Zambada, El Chapo Guzmán y Mario Villanueva Madrid, trabajaron según la PGR con El Beto , considerado en su momento el principal enlace para transportar y distribuir drogas a Estados Unidos con márgenes de 100 por ciento de éxito. "Estuve preso del 5 de noviembre de 1989 al 5 de abril de 1990. Salí absuelto, ya que el delito le fue atribuido a mi compadre, José Luis Castro El Borrego , quien murió en el momento de mi detención". Con ese antecedente, El Beto se trasladó a San Luis Río Colorado, Sonora. Ahí, según la PGR, comenzó su ascenso dentro del mundo del narcotráfico. En esa frontera se mantuvo hasta 1993, cuando supo que los hermanos Arellano Félix, jefes del cártel de Tijuana, habían puesto precio a su cabeza. En ese periodo y antes de su salida de San Luis Río Colorado, El Beto enfrentó un momento difícil. Su padre, Wilfredo Quintero Ochoa, fue secuestrado. Sus plagiarios le dieron un tiro en la cabeza, pero pudo salvar la vida. "Nunca supimos quién realizó el secuestro", según Quintero Meraz. Con este antecedente y la amenaza del cártel de Tijuana, no quiso saber más de los Arellano Félix y se trasladó al Distrito Federal, donde esperó casi un año a que la situación se normalizara y pudiera regresar a sus actividades dentro del narcotráfico. En 1994, cuando según el expediente del caso entró en contacto con los comandantes de la PJF, Julio César Moraila Amador y Fernando Asaín volvió a los "negocios" del tráfico de drogas. En Veracruz se instaló en octubre de 1994 y creó la infraestructura y el sistema de complicidades para mantener el control sobre envíos, resguardo y traslado de drogas de organizaciones mexicanas y colombianas. Fue ese su mejor momento hasta su captura. Compró voluntades a todos los niveles. Desde militares y federales hasta policías municipales. Todos lo protegían. "La policía trabajaba como un grupo compacto para Quintero Meraz", revela en sus declaraciones el testigo Ignacio Valdovinos Terán. Un ejemplo. "José Luis Montiel, hijo del general Montiel, me dijo que su padre sería asignado a Veracruz. Le di 50 mil dólares. Luego 100 mil y luego pagos de 250 mil dólares. En cuatro ocasiones se me avisó de operativos o la llegada de grupos especiales que tratarían de detenerme", relata El Beto en su declaración. "Yo le hice el comentario de que quería bajar un avión en Valle de Reynosa con 300 kilos de cocaína. Él me dijo que no había problema, que me la llevara tranquila. No me cobró derecho de piso", relata El Beto en su confesión. "A Eduardo González Quirarte lo conocí cuando fui a ver a Amado Carrillo Fuentes en la ciudad de México. A él lo vi en dos ocasiones más que acudí a ver a Amado. De él y de El Güero Gil eran las nueve toneladas de cocaína que fueron aseguradas en una pipa en 1999 en San Fernando, Tamaulipas", revela Quintero Meraz. "A Vicente Carrillo lo vi todas las ocasiones que fui a visitar a Amado. Siempre estaba con su hermano. Otra ocasión que vi a Vicente Carrillo fue cuando llevé a Miguel Barraza con El Mayo Zambada para que le perdonara la vida y arreglaran un mal entendido", dice el capo del narcotráfico. "A Juan José Esparragoza Moreno, El Azul lo conocí en Querétaro, en una casa de mi compadre Arturo Beltrán Leyva. Con él no tuve tratos de drogas", comenta y agrega que "a Arturo Hernández, El Chucky , y a Eduardo Mancera, El Amansador , los vio con Amado Carrillo". Sobre Alcides Ramón Magaña, El Metro , con él trabajó estrechamente en Cancún. "En 1998 me fui de Cancún, cuando un sujeto apodado El Buchana le avisó a El Metro que habían llegado dos Hércules llenos de gente. El Metro me avisó a mí y salí de la ciudad hacia Mérida", relata.
Inicios
De sus 43 años, Quintero Meraz dedicó 15 de ellos presuntamente a contrabandear drogas. "Inicié en 1987 en Mexicali, Baja California, comprando mariguana y llevándola en tráileres con cal". Dos años transcurrieron, pero finalmente El Beto fue detenido.
La protección policial
Desde hace más de un lustro, los cárteles de Juárez, del Golfo, Sinaloa y otros, utilizaron por su privilegiada ubicación geográfica a Veracruz como uno de los puntos estratégicos de refugio y de operaciones de los cárteles de las drogas.
Sus nexos con capos
En sus propias palabras Quintero Meraz indica cómo se relacionó con diversos capos de las drogas. "A principios de 2000 contacté a Osiel Cárdenas Guillén, quien controlaba Matamoros, Reynosa y Río Bravo. Lo vi en Matamoros y ahí me dijo que él sabía que yo bajaba droga".





