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Talento `socialista` emigrado a México

Almícar Salazar| El Universal
Miércoles 25 de diciembre de 2002
Al menos 227 científicos rusos radican en México y realizan investigaciones en la industria nacional; uno de ellos recibió recientemente el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Alexandre Balankine, científico ruso-mexicano que este 17 de diciembre recibió de manos del presidente Vicente Fox el Premio Nacional de Ciencias y Artes, es uno de los 227 investigadores provenientes de la antigua URSS que residen en México y pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores.

Actualmente distribuidos en diversas universidades, los talentos del antiguo bloque socialista (matemáticos, físicos, químicos, astrónomos, biólogos, etcétera) se han incorporado a nuestra vida académica, y en su mayoría se han nacionalizado mexicanos.

Motivados por la oportunidad de salir al extranjero que les ofreció la caída del socialismo y también por su precaria situación económica, derivada de los recortes presupuestales a sus respectivos centros de investigación, estos científicos accedieron a venir a México, patrocinados por el Conacyt, la UNAM, el IPN y la SEP, entre otras instituciones.

México es, de hecho, un país que atrae a quienes, desde la caída del poder soviético, han venido emigrando hacia occidente, y en lo que va de este año, 2 mil 436 errantes entre ellos bailarines, músicos y profesores de arte han llegado a residir aquí. Esta cifra representa la cuarta parte de los 11 mil ciudadanos rusos que cada año visitan la República en calidad de turistas, según cifras del Instituto Nacional de Migración.

Alexandre Pozniak, matemático ruso-mexicano, colega de Balankine y también investigador del IPN, habla sobre las razones que lo motivaron para emigrar a México: "Al hallarse (los investigadores) frente a la necesidad de buscar empleo, vieron que sus respectivas especialidades se relacionaban solamente con la industria bélica, a la cual se destinaba hasta 95 por ciento de la actividad económica de la antigua URSS. Así, a la caída del muro de Berlín, había 2 millones de científicos que se vieron de la noche a la mañana, sin hacer nada; porque su esfuerzo se había encaminado, desafortunadamente, al belicismo y a la guerra fría ."

Por su parte, Alexandre Balankine, reconoce haberse dedicado en la antigua URSS al diseño de armamento, "desarrollando sistemas de defensa para contrarrestar los posibles efectos de la guerra de las galaxias", actividad que a su llegada a México, hace una década, cambió por el de la investigación sobre recursos extraídos del petróleo, trabajo por el que se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes.



?Estamos llenos de rusos?

Idioma, paisaje y cultura son distintos, pero la historia de Rusia y México "ha transcurrido con curiosos paralelismos", dice un experto. Si ayer se tendieron vínculos entre ambas revoluciones, luego a través de la inspiración de intelectuales y de partidos políticos, los cambios recientes ocurridos en el mundo volverían a unirlos, en un lazo que, para algunos, es como un matrimonio.

Sergio Olhovich, cineasta y estudioso de las relaciones entre México y Rusia, describe estas similitudes históricas: "En ambas naciones, el pasado está aún muy presente... y el presente no cuaja. En México, hemos tenido una especie de dictadura blanda de 70 años, con un sólo partido en el poder. En Rusia pasó lo mismo: se derrumbó la Unión Soviética, desapareció el Partido Comunista y empezó el arduo y tortuoso camino hacia la democracia, que todavía no acaba de consolidarse... ni aquí ni allá."

El más reciente filme de Sergio Olhovich (En un claroscuro de la luna, 1999) describe el vínculo entre ambos países: "Dos naciones son reflejo de los cambios: el auge de la sociedad civil, el derrumbe del corporativismo; un acercamiento al corazón de dos culturas que se entremezclan". Y es que, para el cineasta, "o Rusia está en México... o aquí estamos llenos de rusos".

"Cuando era niño, mi abuela destilaba vodka en la tina de baño, las colonias Hipódromo y San Miguel Chapultepec ya eran barrios rusos. Hoy, 30 por ciento de los miembros de todas nuestras orquestas nacionales y ballets son rusos", agrega el director de Muñeca reina, Coronación y Esperanza, entre otras cintas; hijo mexicano de Vladimir Olhovich, sismólogo llegado a nuestro país en 1923.

"Ah... y es más, hasta el esposo de la India María es ruso", añade Olhovich, quien además es fundador de un colegio de cine que, sin proponérselo, ha venido a suplir la carencia de una casa de amistad y de cultura para ambos países: el Instituto Ruso-Mexicano de Arte, Cine y Teatro Serguei Eisenstein, casona de las calles de Tonalá donde se dan cita profesores rusos e hijos de inmigrantes, y cuya página de internet (irusomex.com) describe carreras que se imparten de manera conjunta en ambas regiones.

"No era la idea convertirnos en la casa oficial México-Rusia... pero sí servimos para que no se deshaga ese vínculo cultural, magnífico. Pero también lo hacemos por el bien del cine. ¿Sabías que un pueblo sin películas es como un pueblo sin tortillas?", finaliza Olhovich.



Se fue la URSS... y la casa

Mientras tanto, en otra gran casona de la colonia Condesa, sede de la embajada rusa en México, existe cierta preocupación por "restablecer un intercambio cultural que se ha venido debilitado con el tiempo". Esto lo reconoce, a pregunta expresa, el agregado cultural en México, Valery Gurenko: "Pero esto no se debe a ningún conflicto... sino que se deriva de los cambios políticos: hace unos años, intelectuales y artistas mexicanos tenían interés por Rusia, y esto ha cambiado mucho. Ya no son los tiempos de Diego Rivera, Frida Khalo o Siqueiros. Y por lo que toca a los artistas rusos, éstos no se han acostumbrado a las nuevas condiciones de mercado; antes los gobiernos patrocinaban toda actividad cultural, ahora es problema de los mismos creadores.

Sin embargo, el funcionario saca a colación otro asunto. Un tema delicado, dice; algo que ensombrece nuestras buenas relaciones.

Se refiere a la desaparición del Instituto de Amistad México-URSS, que hasta 1991 tenía como sede una casa de las calles de Mérida, en la colonia Roma adquirida con 365 mil dólares pero que a raíz de la desintegración de la Unión Soviética, fue súbitamente transformada por sus directivos mexicanos en Centro de Estudios Culturales... a secas, quitándole el apellido soviético y, desde luego, rompiendo toda relación con el gobierno ruso, al cual "desconocieron" de inmediato.

"Fue un despojo a los rusos por parte de malos mexicanos que así aprovechaban la desaparición de la URSS", recuerda Gurenko. Sin embargo, enfatiza: "A esta embajada rusa no le interesa recuperar la propiedad sobre la casa... sino lograr que ésta vuelva a operar como centro de amistad entre nuestros países".

Los actuales administradores del Centro de Estudios Culturales negaron cualquier declaración al respecto y lo único que opinaron fue: "No tenemos nada qué ver con la URSS... porque ya no existe. Y respecto a eso que hoy pueda ser (Federación Rusa) no sabemos ni nos preocupa. De veras, lo sentimos".



Decepción entre la comunidad

Lo esperaban con la mesa servida, tenían propuestas, acuerdos, documentos para firmar... y no se dio. El pasado 25 de octubre, el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, canceló su viaje a Los Cabos, México debido a la crisis suscitada por la tristemente célebre incursión de terroristas chechenos en un teatro de Moscú y una vasta comunidad ruso-mexicana quedó decepcionada.

El agregado cultural ruso en México, Valery Gurenko señala que les causó mucha pena que se cancelara el viaje, ya que su realización hubiera dado un nuevo empuje a nuestras relaciones. "Pero debemos comprender que aquello... la crisis que causaron esos bandidos, no podía esperar, hemos procurado que esto no afecte a México en lo más mínimo, y pensamos que en enero próximo vendrá el ministro de cultura, señor Mijail Shvydkoi, a firmar los documentos pendientes".

Por su parte, Miguel Ángel Pineda, en nombre de la titular del Conaculta, comenta: "En Rusia logramos acuerdos que no había obtenido México desde hace cuatro décadas. Fue lamentable la cancelación del viaje del presidente Putin, pero comprendemos sus motivos. Creemos que a principios de año vendrá el ministro de cultura ruso y entonces podremos firmar los convenios".



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