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Era Benjamín el cerebro del cártel

Jorge Ramos Pérez| El Universal
Domingo 10 de marzo de 2002
Para el periodista de Tijuana Jesús Blancornelas, los hermanos Arellano Félix forman una familia sui géneris. Enedina y Eduardo tienen estudios, Ramón prefería matar y a Francisco Javier le gustaban los lujos, pero sin llegar a lo ostentoso, como a Benjamín

Benjamín Arellano Félix, amante de las camisas de seda, los autos alemanes BMW y la ropa cara, era el cerebro del cártel de Tijuana, fundado hace casi 30 años por su tío Jesús El Chuy Labra Avilés y su amigo Manuel Aguirre Galindo.

De la familia Arellano Félix unos son conocidos por "entrones y sanguinarios" como Ramón, quien gustaba de usar shorts, lentes y colgarse una "cangurera", mientras bajo sus camisas largas guardaba su pistola. Este hombre de casi 1.80 metros de estatura fue fisicoculturista y hasta granjero. Enedina, en cambio, es inteligente y cuenta con posgrados en administración.

El diario estadounidense Los Angeles Times , concluyó hace nueve años que los Arellano respondían "a un silencioso jefe más mundano que ellos y quien tiene sus propios banqueros y negocios legítimos (...) son multimillonarios y cada mes mueven toneladas de cocaína sudamericana a través de la frontera. Son protegidos por escoltas y contratan policías, así como a jóvenes ricos y a miembros de las pandillas de San Diego, para enfrentar el desafío del más poderoso y sofisticado traficante de México, el sinaloense Joaquín El Chapo Guzmán Loera".

Hijos de Benjamín Arellano Sánchez ?de oficio mecánico? y Alicia Félix, oriundos de Culiacán, Sinaloa, los herederos se iniciaron en su actividad ilícita vendiendo vino, cigarros y camisas estadounidenses, que llevaban de Nogales a Culiacán, narró hace nueve años el periodista Roberto Zamarripa en el semanario Proceso .

Son una familia sui géneris. Enedina, por ejemplo, se tituló como licenciada en Contaduría y estudió posgrados en administración. Ella tiene negocios normales en Jalisco, pero también entró al negocio de sus hermanos para generar mecanismos de lavado de dinero producto del tráfico de drogas, explica Jesús Blancornelas, periodista de Tijuana que sobrevivió en 1997 a las balas de sicarios del narco.

De los hermanos, hoy se encuentra preso Francisco Rafael. Eduardo, nacido el 10 de noviembre de 1956, es médico cirujano, casado con dos hijos, influye demasiado en su hermano Benjamín y lo impulsó a dominar el narcotráfico en el occidente.

Los otros hermanos, de acuerdo con Blancornelas, son Carlos Alberto, Norma Isabel, Ramón ?asesinado el pasado 10 de febrero en Mazatlán? y Francisco Javier.

Eran muy diferentes, afirma Blancornelas. "Ramón, nacido el 31 de agosto de 1964, era un hombre que no le gustaba andar elegante. Usaba shorts, pantalón corto y tenis, con camisola, una cangurera al frente y bajo la camisa su pistola, el cabello se lo dejaba largo y traía lentes. Era un hombre sin más vanidad que la de matar. Benjamín es muy diferente porque usa ropa muy fina, es amante de las camisas de seda, los BMW y las casas lujosas".

?¿Cómo es Eduardo?

?Eduardo es como Benjamín pero sin llegar a la opulencia, menos ostentoso, explica Blancornelas, director del semanario Zeta de Tijuana.

?¿Y Enedina?

?Es una persona de cuidado. Es muy inteligente. Este grupo de mujeres y de hombres que ha puesto en jaque en las últimas tres décadas a los gobiernos de México y Estados Unidos ?con recompensas millonarias? son considerados la tercera generación de narcotraficantes mexicanos, con vínculos en el mundo de los negocios, la política y hasta del deporte.

Julio César Chávez, luminaria del box en México, consentido de políticos, se vio involucrado con Francisco cuando salieron a la luz fotografías en las que ambos aparecían cuando el boxeador iba rumbo al cuadrilátero. El dinero producto del tráfico de drogas también ha servido para embarrar las manos de quienes están dedicados a perseguirlos. Enrique Harari Harduño, ex director de la Policía Federal de Caminos, ha sido acusado de vincularse con los Arellano Félix, quienes hacia el final del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, llegaron hasta la nunciatura apostólica en México para hablar con el representante del Papa en México, Girolamo Prigione.

Los hermanos Arellano Félix tocaron las puertas del nuncio para explicar que ellos no tuvieron nada qué ver en la muerte a balazos del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en abril de 1993, en el aeropuerto de Guadalajara. Para el gobierno no hubo duda: la muerte del purpurado se debió al cruce del plomo entre las bandas de los Arellano y de Joaquín El Chapo Guzmán Loera.

La leyenda de los hermanos Arellano Félix incluye el asesinato de más de 500 personas, la mayor parte de ellas a tiros o el ajusticiamiento de familias enteras.

Hace dos años, Blancornelas escribió un reportaje en el semanario que dirige en Tijuana y lo concluyó con una pregunta reveladora: "(Investigadores policiacos) no me pudieron responder una pregunta. Si los detienen, ¿serán enviados directamente a Estados Unidos o se quedarán en México?".



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