aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Vive ex abad en medio de lujos

Sergio Jiménez y Justo Miranda/Reportero y Corresponsal| El Universal
Domingo 05 de diciembre de 1999
Vive ex abad en medio de lujos

. (Foto: JORGE MEDINA/El Universal )

Schulenburg tiene afición por los automóviles, el marfil, el oro y el golf. Se enclaustra en una de sus residencias

Protagonista de una polémica desatada por su fe guadalupana, Guillermo Schulenburg se recluye en una de sus lujosas residencias en Bosques de las Lomas.

La calidad de vida del abad emérito de la Basílica de Guadalupe contrasta con la austeridad eclesial.

Descendiente de condes alemanes, Schulenburg tiene afición por los automóviles Mercedes Benz, Ferrari y BMW. Además, tiene un gusto especial por el marfil, el oro y el golf.

Con cuatro automóviles, dos propiedades ubicadas en una de las zonas más exclusivas de la ciudad de México y otra más en la ciudad de Cuernavaca, Guillermo Schulenburg pasa sus días solo.

El que fuera abad de la Basílica de Guadalupe vuelve de nuevo al escenario, como lo ha hecho en anteriores ocasiones, después de haber dejado su cargo, a los 80 años de edad.

Acusado por el director del Centro de Estudios Guadalupanos, Enrique Salazar, de ser ?un pobre viejo, que vivió de la Basílica y que lo único que le importó fue el dinero?, Schulenburg Prado ha sido objeto de severas críticas después de manifestar su postura acerca de la inexistencia del milagro de Guadalupe y, por tanto, del beato Juan Diego.

Cuatro han sido las ocasiones, al menos, en las que se le ha solicitado una entrevista para conocer su punto de vista y para que argumente su postura acerca del tema, pero según empleadas domésticas, nunca está en su casa de Bosques de las Lomas.

Por el contrario, uno de sus vecinos cuenta que ahí vive. ?Siempre está ahí, diario, sale casi todos los días, pero sí, ahí vive?.

La primera de sus propiedades se ubica en la calle de Pinos.

La casa gris y blanco luce algo abandonada, con polvo en las manijas y chapas de las puertas. Nadie las abre, salvo el jardinero que viene diario a regar los árboles del jardín y los bambúes que rodean la casa.

El inmueble de dos niveles y rodeado por muros de cantera rosa, ubicado en una esquina en la colina de esa calle, tiene una vista privilegiada. En ella sólo se aprecia una gran antena parabólica en la parte más alta y ventanales con vidrios ?ahumados? que dejan entrever cortinas que desde hace varios meses han estado cerradas.

Uno de sus vecinos, con marcado acento estadounidense, cuenta que la casa está en venta desde enero. ?Nadie venir desde hace mucho, sólo el jardinero, no vive nadie... pero es de un padre, no sé quién, pero es de un padre de la Iglesia católica?, especifica.

Cerca de ahí, a unos dos kilómetros en la calle de Bosque de Chihuahua, está su otra vivienda, la que sí ocupa.

Un vecino que pide no dar a conocer su nombre cuenta que monseñor Guillermo Schulenburg entra y sale varias veces al día.

?¿Con quién vive?

?Solo. A veces lo vienen a visitar otros padres, pero casi siempre está solo. Salvo los tres empleados de la casa que lo atienden: una camarera, una cocinera y el chofer.

En cada viaje lo acompaña este último, quien al volante de cualquiera de los cuatro lujosos autos sale a la calle.

El que más llama la atención es un Mercedes Benz de color negro, también tiene un Máxima de Nissan azul cielo, el de reciente adquisición es un Passat azul marino, pero la que más usa, por comodidad, es la camioneta Venture color arena, relata el entrevistado.

De sus pasatiempos cuenta que le gusta jugar golf. Asiste a un club deportivo cargado con su bolsa llena de palos cualquier día de la semana.

Esta última casa deja ver por encima de sus bardas árboles bien podados ?salvo un par de eucaliptos descuidados? tiene cuatro cocheras y una puerta para cada una.

El timbre tiene circuito cerrado de video para saber quién está en la puerta. Después de tocar la voz de la empleada doméstica, al parecer de provincia, pregunta qué deseamos: ?Venimos a ver a monseñor Schulenburg.

?No, no está, salió y no sabemos a qué hora regresa. ?¿Salió en alguno de sus autos?, ¿el negro tal vez, o en la camioneta?

?Ahhh, no sé... usté está bien enterado de qué es lo que tiene ¿no?, je, je, je... de todas maneras hay muchos coches azules, ¿no? Ahorita estoy ocupada adentro y no sé qué coche se llevó.

Algunos dicen que las riquezas de Schulenburg le vienen de herencia.

Según el mismo Carlos Warnholtz, la finura del ex abad proviene de su descendencia, su padre alemán y su madre mexicana.

Mateo Schulenburg, su papá, era originario de Hannover, Alemania, y sus antepasados, según relata, tenían el título de condes.

Al perder a su padre, a los 12 años de edad, tuvo que trabajar como empleado y vendedor ambulante en aquel país europeo, hasta que ingresó en 1930 al Seminario Conciliar de México, donde comenzó su carrera eclesiástica.

Ahora, Schulenburg Prado es objeto de críticas de nueva cuenta porque, a pesar de haber estado al cuidado de la Virgen de Guadalupe ?casi 30 años? ahora se manifiesta en contra de su existencia y de que se canonice al beato Juan Diego.



comentarios
0