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El pretexto era la Segunda Guerra Mundial

Esteban David Rodríguez/(Segunda de tres partes)| El Universal
Jueves 27 de septiembre de 2001
por ciento s de la seccion por ciento s con fecha de liberacion por ciento s encuentra el formato de lugar o ciudad adecuadoPretendió ubicarlas en Baja California, Sinaloa y Oaxaca. Lázaro Cárdenas siempre se opuso a esta intención; alertó sobre una ocupación disfrazada

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos emprendió una serie de maniobras frente al gobierno mexicano para instalar bases militares en Ensenada, La Ventura, Rosario, Bahía Magdalena y La Paz, Baja California, así como en Huatabampo, Sinaloa y en Salina Cruz, Oaxaca.

Al inicio del conflicto, el presidente Lázaro Cárdenas ofreció al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, en una carta del 28 de septiembre de 1938, recogida en el epistolario del general michoacano, una medida "práctica" para impedir la contienda: "Consecuente con esta idea, México podría prescindir desde hoy del mercado alemán para sus materias primas, inclusive, el petróleo, no obstante que éste y sus derivados han podido colocarse ya en aquel país en cantidades muy considerables.

Roosevelt respondió: "La firme política del gobierno de México de apoyar en todas las ocasiones la solución de las controversias por medios pacíficos, una vez más se definió enfáticamente en los mensajes que Su Excelencia envió a las naciones europeas envueltas en las controversias..." Añadió, el presidente estadounidense, respecto de la iniciativa mexicana de retirarse del mercado alemán: "...En atención al hecho de que el peligro inmediato de la declaración de guerra en Europa parece haberse evitado, no hay ocasión inmediata para llegar a una decisión sobre aquellas sugestiones."

El interés de Estados Unidos era otro. El 28 de octubre de 1939 Cárdenas instruyó en una misiva al embajador mexicano en Washington: "El señor secretario de Relaciones Exteriores me hizo conocer el contenido de la comunicación recibida del señor embajador Daniels, solicitando a nombre de su gobierno autorización para que aviones americanos puedan cruzar, cada vez que sea necesario, tierras de Sonora y Baja California para hacer la vigilancia sobre aguas del Pacífico, y aterrizar en territorio nacional sin aviso previo...lo cual representa graves inconvenientes para México (...) el gobierno americano bien puede hacer vigilancia en sus litorales saliendo directamente de sus bases militares sin cruzar nuestro territorio... te comunico lo anterior para que si alguna vez se ofrece, estés interiorizado de lo que ha resuelto México sobre esas cuestiones."

El 15 de mayo de 1940 el embajador de México en La Habana, José Rubén Romero, al conocer declaraciones a la prensa, atribuidas a la cancillería mexicana, relacionadas con el inminente ingreso de Estados Unidos a la guerra, escribió alarmado al presidente Cárdenas: "Se trata de unas breves, pero muy significativas declaraciones atribuidas a `un alto funcionario mexicano de la Secretaría de Relaciones Exteriores` sobre el convencimiento del gobierno mexicano de la entrada de Estados Unidos en la guerra, añadiendo que nuestro país `observará una neutralidad benevolente` y cooperará con Estados Unidos en todo lo que sea posible (...) De ser ciertas, ¿qué se pretende decir con que México observará una neutralidad `benevolente`? Yo creo que la posición de nuestro país deberá ser, como hasta hoy, de una neutralidad definitiva y sin benevolencias para nadie. Benevolencia para unos, significa simpatía activa; y ésta no puede sino considerarse como el primer paso a la beligerancia... Aun defendiendo a toda costa su no beligerancia, México se verá seriamente amenazado en su política y en su economía, pero con el derecho de exigir a Estados Unidos un respeto absoluto para sus decisiones y dejando el camino abierto para reclamar, más tarde, con justicia innegable, los perjuicios que se nos pudieran ocasionar (...) tendremos la autoridad moral bastante para denunciarlos como agresores. (...) Si México imprime a su política internacional un paso acorde con el de Estados Unidos, hará tácitamente la renuncia de su libertad."

Cárdenas contestó: "México se ha definido con absoluta claridad, declarándose neutral en el conflicto europeo... la campaña tenaz, perversa y llena de mentiras en contra de nuestro país, hace que México esté alerta para defenderse de todo pretexto que pudiera aducirse para una ocupación de nuestros litorales y puntos estratégicos."



Intentos fallidos

El 7 de diciembre 1941 Japón efectuó los bombardeos a Pearl Harbor, tras lo cual, el gobierno de México ya en el poder Manuel Ávila Camacho y el de Estados Unidos firmaron, el 27 de diciembre, un ambiguo acuerdo de defensa conjunta, el cual preveía la posibilidad de que aeronaves estadounidenses "en tránsito" pudieran hacer uso de bases aéreas mexicanas, y que después sería manipulado para intentar instalar bases militares estadounidenses en México. La secretaría de Estado del gobierno estadounidense había comunicado a la prensa según se consigna en el epistolario que pronto se "habilitaría el istmo de Tehuantepec".

Al inicio de 1942, el presidente de México, Manuel Ávila Camacho, recibió un inusual telegrama del comandante de la tercera zona militar del Pacífico, muy recientemente nombrado, general Lázaro Cárdenas: "Ensenada, BC, 3 de enero de 1942 "A mi llegada a esta zona encontré un grupo norteamericano compuesto de 30 hombres aparentemente desarmados, que había ya cruzado la frontera, encontrándose Rancho Hamilton, situado a 200 kilómetros sur de este puerto. Inmediatamente se comisionó mayor Arturo Dávila marchara a donde se encontraba este grupo a investigar actividades (...) está integrado por un jefe, nueve oficiales y 20 tropa, dos estaciones de radio semiportátiles, cinco estaciones de radio móviles, cinco carros blindados sin armas y cinco camiones encontrándose allí además un avión y otro haciendo vuelos, ambos de la Fuerza Aérea Norteamericana, manifestando jefe dicho grupo se trasladarían más al sur para continuar observaciones..."

Esa misiva marcó el inicio de una serie de negociaciones efectuadas por el ex presidente Cárdenas con la milicia estadounidense y con el propio gobierno de Ávila Camacho, que evitarían una presencia armada de estados Unidos en México.

En la misma comunicación, Cárdenas explicaba al presidente Ávila Camacho: "Presencia citado grupo puede ser consecuencia frecuentes noticias circulan país vecino sobre establecimientos bases enemigas en territorio nuestro, principalmente en Baja California... conociendo usted importancia que en actual conflicto representa Istmo de Tehuantepec relacionado éste con Canal de Panamá, someto a su acuerdo se ordene que en un escuadrón o escuadrilla aérea salga esa capital establecer base en Salina Cruz para vigilancia tanto a Acapulco como San Benito, Chiapas."

Grande sería la sorpresa del ex presidente al enterarse de que Ávila Camacho había autorizado las incursiones. No obstante, Cárdenas hizo comparecer al jefe del grupo estadounidense en su cuartel, quien explicó que su misión consistía en verificar que no existían estaciones clandestinas de información que afectaran la organización militar estadounidense entre San Francisco y Panamá, ni bases clandestinas de submarinos, aviones o depósitos de combustibles japoneses, según consigna en carta al presidente de México del 22 de enero de 1942.

Previas órdenes que obtuvo de sus jefes superiores, el grupo de referencia se puso en marcha hacia Estados Unidos; y a este respecto tengo la satisfacción de informar a usted que en estos días habrá pasado la frontera.

Informaba, además, de la entrega de un "plan conjunto operaciones de defensa" durante una conversación sostenida en Agua Caliente, Tijuana, entre el general Cárdenas y el teniente general John De Witt, comandante del cuarto ejército estadounidense.

No llegó del Distrito Federal la evaluación del plan señalado, en cambio, el 4 de febrero se entregó al general Cárdenas un radiograma: "Núm. 748. Gobierno de Estados Unidos pidió permiso que concedímosle para enviar a Bahía Magdalena grupo reconocimiento objeto seleccionar base aérea. Tomaránle fotografías y se harán reconocimientos aéreos terrenos cercanos. Base no será construida desde luego sino cuando comisión mexicoamericana de defensa conjunta resuélvalo. Personal reconocimiento saldrá San Diego bordo barco Penguin. (...) C. Presidente ruégale comunicarse base naval San Diego ultimar detalles. Respetuosamente.

"Gral. De Brig., jefe del Estado Mayor Presidencial, S.S. Sánchez."



?Ocupación disfrazada?

Cárdenas no se comunicó a San Diego, salió de Ensenada, tomó un avión a la ciudad de México, y uno más para alcanzar al presidente Ávila Camacho en Guadalajara, en donde lo persuadió de que quedara establecido en el "proyecto del plan de colaboración" con el comando cuarto del ejército estadounidense, que los mexicanos vigilarían territorio y costas de la nación, iniciativa que se envió de inmediato al teniente general De Witt.

Los estadounidenses plantearon la instalación de "estaciones detectoras", que incluían "aeródromos", carreteras, líneas telegráficas y telefónicas, en Ensenada, La Ventura, San Antonio del Mar, Rosario y Bahía Magdalena, en Baja California. El 18 de marzo Cárdenas había concertado con el teniente general De Witt que los norteamericanos entregarían los insumos e infraestructura para estas construcciones, y que invariablemente serían instaladas y operadas, en su totalidad, por el Ejército mexicano. Pero el 20 de marzo Cárdenas recibió informes de que la comisión mexicano-estadounidense, que operaba en Washington, autorizada por Ávila Camacho, había acordado que las "estaciones" serían operadas por personal estadounidense. Cárdenas tronó y envió un comunicado al jefe del Estado Mayor Presidencial, general Salvador Sánchez, en el que reprochó la doble negociación que se realizaba, y ratificó de manera "categórica" que en el proyecto autorizado por el presiente de la República no se incluía la "penetración de personal norteamericano.

"También informé a usted, de acuerdo con las instrucciones del señor presidente de la República, que con apoyo en el plan de colaboración, que establece que ambos comandos se proporcionarán la información que entre sí se soliciten, pueden evitarse misiones de penetración como las autorizadas para estudiar La Paz, Topolobampo, y ahora Salina Cruz...".

Una misiva similar, pero con tono más mesurado, envió el comandante de la zona del Pacífico al presidente Ávila Camacho. El jefe del Estado Mayor, sin embargo, apeló nuevamente a la comisión en Washington y avisó a Cárdenas del permiso solicitado para que entraran al país 40 técnicos detectores, sin armas y en traje de civil. Cárdenas lo rechazó. Pero esta vez envió un enérgico mensaje al presidente de México, el 15 de mayo, en el que pedía le solicitara a la comisión en Washington no negociara órdenes "contrarias a las instrucciones de usted", y que el acuerdo ya pactado consistía en que toda instalación sería construida y operada por mexicanos.

Tras el hundimiento del buque mexicano "Potrero del Llano", Cárdenas quien aun así abogó porque México no entrara en la contienda fue nombrado secretario de la Defensa Nacional, con lo que tomó las riendas de los acuerdos en Washington, presentando un proyecto general en la comisión México- estadounidense, sin prerrogativas especiales para el ejército de Estados Unidos, hasta enero de 1943, que no se materializó.



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