Sylvia Paulette, una biografía accidentada
Cómo atraerá la Procuraduría General de la República a Sylvia Paulette de Rugama Prado para que declare ante un agente del Ministerio Público de la Federación es un enigma. Pero tendrá que hacerlo, pues de lo contrario el juez podría no considerar su testimonio original como prueba relevante para sentenciar a Cirilo José Ocampo Verdugo (JOV), el disminuido "Rey de las Cajas Populares", por "lavado" de dinero y otros delitos graves. El 14 de febrero de 2000 esta mexicana radicada en Florida acudió al Consulado General de México para declarar que Jorge Reynoso Prado, su medio hermano, y JOV eran los "lavadores" del dinero de los hermanos Amezcua Contreras, y precisar los que se supone fueron sus movimientos en Estados Unidos, Europa y Asia entre enero y septiembre de 1999. Ricardo Sodi Cuéllar, el abogado defensor de JOV, sostiene que en virtud de que no fue rendida ni ratificada ante un agente del Ministerio Público de la Federación, tal declaración carece de valor legal, porque además Sylvia Paulette se ha negado a venir a México o volver al consulado para "declarar en forma" y ser interrogada por la defensa. La noche del domingo 17 de junio pasado ella misma llamó por teléfono a la redacción de EL UNIVERSAL para quejarse de lo aparecido en estas páginas el viernes 15 (acerca de la denuncia que ella hizo contra su medio hermano ante el consulado) y, enfadada, explicó con ambigüedad que nunca hizo tales acusaciones, que ignoraba por qué las publicó el reportero, que temía por su seguridad (pues ya había sido secuestrada y golpeada), y que enviaría una carta a este diario, la cual, por cierto, no llegó. El problema es que Vega Robledo ya no trabaja en la FEADS, donde informan, por cierto, que se cambió a la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada (UEDO), aunque ahí, a su vez, una secretaria de la dirección detalla que "el licenciado dejó de laborar para la Procuraduría General de la República y sólo podría encontrarlo en su casa, supongo". De donde haya salido, Sylvia Paulette, la única persona identificable que relaciona a JOV con el cártel de Colima, tiene una historia singular en la cual se entreveran el conflicto de una hija con un padre que, se supone, pretendía inducirla a delinquir; la hija que demandó por ello al padre; un noviazgo que recuerda las películas de los hermanos Almada; episodios sombríos de violaciones; un papel poco claro (el de ella) en el caso de "las violadas del sur" (1989); un anillo de oro con diamantes que pudo ser robado a una joven por un policía violador que luego se lo regaló a su novia; y un abrupto autoexilio en Estados Unidos. Entre los últimos meses de 1989 y los primeros del año siguiente ocurrió una serie de más de seis violaciones tumultuarias al sur de la ciudad de México, conocida como "el caso de las violadas del sur" o "el caso de los violadores del sur". Tomando en cuenta las consignaciones penales en las que derivó el asunto (a cargo de la Procuraduría General del Distrito Federal, PGJDF, en los tiempos de Ignacio Morales Lechuga), resultó que los responsables de dichos atropellos fueron ocho agente federales de la escolta de Javier Coello Trejo, subprocurador de Investigación y Lucha contra el Narcotráfico de la PGR. Cierta vez, Silvia Reynoso Prado (o sea, Sylvia Paulette de Rugama Prado) acudió a la PGJDF para denunciar que ella había sido violada con el mismo patrón, por el mismo rumbo y por los mismos días (el atentado en su contra, dijo, ocurrió el 28 de noviembre de 1989) que otras seis mujeres (algunas de las cuales estaban colaborando con la policía); es decir, que ella era una de "las violadas del sur". En cambio, un detalle fundamental la diferenciaba de las otras víctimas: negaba que los violadores fueran quienes el resto de las mujeres señalaban en las rondas de identificación y en los archivos policiacos (esto es, agentes de la escolta de Coello Trejo). El guardaespaldas Jesús Souza Prieto fue de los primeros consignados, porque las mujeres violadas lo habían identificado personalmente. Silvia Reynoso Prado, en cambio, negaba que Souza Prieto hubiera estado entre sus violadores. Sin embargo, vino a resultar que ambos fueron novios y vivieron juntos en un hotel del Centro Histórico, que aparentemente habían roto hacía poco y que él le regaló un anillo de oro con diamantes. Este último dato resultó clave, puesto que una de las víctimas de los "violadores del sur" dijo que ese anillo se lo había regalado su padre y que el día que la violaron uno de sus atacantes se lo robó. La PGJDF ofreció el anillo como una prueba contundente para consignar a cuatro agentes de la escolta de Coello Trejo. Entonces, Silvia Reynoso Prado saltó en defensa de tales policías; se dijo presionada por el procurador capitalino Morales Lechuga, quien, según ella, la mantuvo secuestrada durante 25 días para obligarla a incriminar a su ex novio; negó que el anillo que éste le regaló fuera el mismo que la otra mujer identificaba como suyo, y acabó autoexiliándose en Estados Unidos, desde donde denunció que no tenía más opción que instalarse en Houston como niñera, víctima de una guerra entre Morales Lechuga y Coello Trejo. Luego, al romper con su novio el judicial federal, quiso obligarlo a pagarle 15 millones (de viejos pesos) por el tiempo que lo había mantenido en el hotel. Cuando acudió a la PGJDF para sugerir que el ataque en su contra correspondía al "modus operandi" de las violaciones contra las otras mujeres, dijo que sospechaba que su padre la había mandado violar en represalia porque lo demandó. Casi una década después de su autoexilio (en que se dijo también víctima del régimen salinista), el 14 de febrero de 2000 apareció en el Consulado General de Florida acompañada del agente del Ministerio Público de la Federación Marcelo Vega Robledo, para acusar a su hermanastro Jorge Reynoso Prado y a Cirilo José Ocampo Verdugo de "blanqueadores" del cártel de Colima. Pero ya no se llamaba Silvia Reynoso Prado, sino que retomó su apellido paterno, De Rugama, no obstante que su padre, según acusó 10 años atrás, la había mandado violar. Sylvia de Rugama Prado reapareció con nueva identidad, pero lo que parecía no haber cambiado era su ánimo justiciero. Del "acta circunstanciada" en la que delata a su medio hermano y a JOV se infiere que ella escuchó y vio operaciones ilegales para "lavar" dinero sucio, pero, con todo, se mantuvo impoluta: "Que la deponente dice el acta donde se asientan sus palabras no recibió dinero alguno de Cirilo José Ocampo Verdugo o de su hermano Jorge Reynoso..." ni "realizó ninguna operación financiera o asesoría" para éstos. No precisó cómo se ganó la confianza absoluta de JOV sin, a la vez, recibir beneficio alguno. Llegó al consulado guiada por el agente Marcelo Vega Robledo, incriminó a quien tenía que incriminar y se marchó para no volver. Cuando el 7 de marzo de 2000 Mariano Herrán Salvatti, el fiscal antidrogas, dio una conferencia para ampliar la información acerca de la causa penal 107/2000-1, relativa a JOV y coacusados, habló de Sylvia Paulette sin nombrarla, en el momento en el que un reportero le preguntó: "¿En qué consistió la cooperación de los Estados Unidos en esta investigación?". Su respuesta fue: "La cooperación de los Estados Unidos consistió en que nosotros a través de las investigaciones localizamos a uno de los testigos importantes que residen en los Estados Unidos y que de acuerdo con las normas que rigen la asistencia jurídica teníamos que declararlo, por los conductos de asistencia jurídica internacional. Esto es, a través de la Fiscalía de Miami". En tal ocasión él no lo dijo y, por supuesto, nadie contaba con que "uno de los testigos importantes", es decir, Silvia Paulette, tuviera una biografía tan accidentada.
¿De dónde salió?
Nadie ha precisado de dónde salió esta mujer. Pero se sabe que quien la condujo al consulado en Miami fue el agente del Ministerio Público de la Federación Marcelo Vega Robledo, adscrito en ese entonces a la Fiscalía Especializada de Atención a Delitos contra la Salud (FEADS) y quien firma como "testigo de asistencia" el "acta circunstanciada" en donde la cónsul Sofía García Ceja transcribe las palabras de Sylvia Paulette contra JOV y Reynoso Prado.
El salto a la nota roja
La primera vez que Sylvia Paulette de Rugama Prado trascendió el ámbito de un cuartel policiaco para convertirse en "superstar" de la nota roja fue en 1989... con una "ligera" variación en el nombre: Silvia Reynoso Prado, en virtud de un suceso que fue manejado profusamente en los medios de comunicación.
Por el mundo, denunciando
Si se mira su historial, Silvia Reynoso Prado es un personaje justiciero. En 1989, acudió al Ministerio Público a denunciar por amenazas y extorsión a José de Rugama Jiménez, su padre, "con el que no vivimos desde hace 20 años". Aquella vez declaró que éste quería utilizar la florería de su madre (Silvia Prado Garduño) para "lavar" dinero y que cuando ellas se negaron las presionó y amenazó.





