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Cristiada, crímenes de la fe

Salvador Frausto Crotte/(Primera de dos partes)| El Universal
Domingo 17 de junio de 2001
crímenes de lîþö

TABASCO, Zac. Tiempo ha que María R. Murillo fue muerta. La acusaron de comunista y protestante, de provocar que sus alumnos "perdieran el alma" por recibir clases de educación sexual.

Fue ultimada en 1935 en Huiscolco, un pequeño poblado que se ubica en Tabasco, Zacatecas. Sin embargo, los relatos sobre la maestra rural que se consagró a la educación primaria aún están vivos en esta comunidad. Los habitantes lo recuerdan bien, aunque lo cuentan con voz queda.

El director de la escuela primaria rural federal María R. Murillo está por proponer ante el cabildo que la maestra sea nombrada "mujer ilustre" de la región, al tiempo que el cronista del municipio la considera "mártir de la educación". La gente del pueblo se refiere a ella como "la maestra mártir".

Nadie aquí expresa que María R. Murillo haya sido "asesinada", todos dicen que fue "sacrificada".

La mataron los cristeros.

El cura del pueblo lo ordenó.

Fue la madrugada del 26 de octubre de 1935. Le advirtieron que se fuera, no lo hizo. La violaron, la golpearon, la amarraron con una soga de los pies y la arrastraron a galope de caballo por el camino terregoso que lleva a la salida de Huiscolco. Y le cortaron los senos. Y los colgaron en arbustos localizados en la orilla de camino. Uno a la derecha, otro a la izquierda. Como ejemplo, para que los demás maestros rurales desistieran de impartir educación socialista, obligatoria en el gobierno de Lázaro Cárdenas, según aquella reforma al artículo tercero constitucional.

La historia de María R. Murillo es uno de entre por lo menos 200 casos de maestros rurales que fueron victimados, en lo que se ha denominado la Segunda Cristiada, cuando tuvo lugar la revancha de los cristeros que sobrevivieron a la persecución religiosa emprendida por Plutarco Elías Calles entre 1926 y 1929.

Desde 1983 se realiza, año con año, un homenaje en el lugar de su sacrificio: en la escuela que lleva su nombre, donde también se encuentra un pequeño busto que se implantó en 1985.



Por socialista

El maestro en filosofía Edgar González Ruiz, quien se ha dedicado durante más de una década a investigar asuntos relacionados con la derecha en México, encontró en el Archivo Palomar y Vizcarra (APV) algunos de los informes que rendían los subcomités regionales de cristeros a la autoridad central, que era la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR).

En un documento fechado en 1936, el Subcomité Especial del Estado de Zacatecas reportaba la situación en que se encontraba el Movimiento Popular Libertador ?perteneciente a la LNDLR? en esa zona: "Nuestras fuerzas libertadoras han sacrificado un profesor en Río Grande, otro en Tepechitlán y una profesora en Tabasco, sirviendo esto de escarmiento para que en varios pueblos del estado no funcionen esos establecimientos. En algunos lugares visitados por nuestras fuerzas en busca de los mismos profesores y profesoras socialistas, no los han podido localizar y se han limitado a incendiar los establecimientos escolares con todo y mobiliario."

En 1935, el periódico El Nacional informaba que "desde el confesionario, los curas aconsejan a los campesinos que no manden a sus hijos a esa escuela (la que impartía educación socialista) que es `del diablo`, que Dios prefiere a los niños tontos en el cielo y no inteligentes en el infierno".

Estas citas están incluidas en el libro "Los otros cristeros", de Edgar González Ruiz. El texto, aún sin publicar, documenta la forma en que fueron ejecutados muchos maestros rurales y el modus operandi de los cristeros.

González Ruiz dedica un par de párrafos a la historia de María R. Murillo, basándose en el libro "Educación y revolución social en México" (1921 a 1940), editado por la SEP en 1974, de David L. Raby: "Un incidente particularmente brutal... fue el asesinato de María Murillo, joven y dedicada maestra amada por todos los habitantes del poblado de Huiscolo, municipio de Tabasco, Zacatecas. En noviembre de 1936 fue destazada por un grupo de hombres armados que mutilaron su cuerpo y exhibieron sus senos cercenados a ambos lados del camino... como ejemplo... a la mañana siguiente el cura del lugar dijo misa y absolvió a los asesinos. La señorita Murillo fue muerta por ser comunista y porque siendo maestra federal apoyaba el reparto de tierras a los campesinos, mientras que la gran mayoría del clero condenaba el agrarismo como despojo y amenazaba a los campesinos que recibieran tierras con los castigos eternos del infierno."

Con ligeras imprecisiones, la versión de Raby se confirma en el acta de defunción de la profesora Murillo, a la que tuvo acceso el reportero: "En Villa García de la Cadena (hoy Tabasco, Zacatecas), a las diez horas del día 27 de octubre de 1935, ante mí, Ramón Martínez Preciado, juez del Registro Civil de este lugar, compareció el ciudadano Aurelio Rodríguez, viudo de 48 años de edad, agricultor, vecino de San Antonio, y manifestó: Que ayer a las 7 horas falleció SACRIFICADA sin asistencia médica su tía María R. Murillo, célibe de 45 años de edad, hija de Higinio Rodríguez y Brígida Murillo; el cadáver fue inhumado en el panteón de este lugar en fosa de primera clase..."

En Huiscolco, ubicado a cinco kilómetros del palacio municipal de Tabasco, aún viven algunos alumnos de María Rodríguez Murillo, quienes recuerdan los gemidos que emitía la maestra agonizante, abandonada por la turba de cristeros, tras ser acribillada, a la salida del poblado. Lo lamentan y vienen, de la memoria a las palabras, las anécdotas: "Vivía ella en un rancho llamado San Antonio, por El Plateado, que no está cerca ni lejos de aquí; allí daba sus clases, pero se peleó con el cacique, don Antonio, porque él no quería que sus trabajadores aprendieran a leer y escribir. Don Antonio fue el que le calentó la cabeza al cura, que disque la maestra era protestante, le decía... Total que María Murillo se vino para acá, y aquí era muy querida, pero se peleó con el cura porque le pidió que mandara a la escuela a los niños que iban al catecismo".

Entrevistado en su casa de Aguascalientes, el cronista del municipio de Tabasco, Rubén Lara, recuerda que en aquellos años algunos sacerdotes enseñaban a los niños el catecismo, y a orar, pero también les daban clases para que aprendieran a leer y escribir. Ello, narra el estudioso de la historia de la región, derivó en severos conflictos cuando los maestros rurales adoptaron la "educación científica y racionalista, y socialista, claro, ordenada por las reformas cardenistas".

Rubén Lara cuenta que, efectivamente, algunos libros escolares de la época eran anticlericales, "pero nada del otro mundo". Según sus investigaciones, la maestra Murillo se limitaba a impartir clases de español, matemáticas, algo de ciencias sociales y un poco de ciencias naturales. En cuanto a la cuestión sexual, solamente les hablaba a sus alumnos sobre el funcionamiento de los aparatos reproductores. "Les aclaraba que los bebés no venían de la cigüeña ni los dejaba alguien en una canasta a la puerta de las casas. No más".

Dice Lara: "La tragedia de la maestra Murillo es producto del fanatismo religioso, pero también es como ha sido la historia de México: los liberales se imponen a los conservadores con la Constitución de 1857, y se siembra resentimiento; ganan con la Revolución de 1910, y más resentimiento; y luego la Constitución del 17, súmele resentimiento; y la persecución religiosa de Calles, que desata odios y corajes; y el reparto agrario, principalmente con Cárdenas, y luego la educación socialista... Los 30 fueron años impregnados de intolerancia y resentimiento".

Las indagaciones de Aureliano Montoya, director de la escuela primaria que lleva el nombre de la profesora, ubicada a unos metros del lugar donde fue ultrajada, se encaminan a encontrar elementos para justificar que la maestra Murillo sea nombrada "mujer ilustre" de la zona: "María es un ejemplo de voluntad y tesón, de verdadera vocación, trabajó muy fuerte para que la gente de aquí saliera del analfabetismo, pese a las dificultades de aquellos años y la resistencia de hacendados y algunas personas ligadas a la Iglesia. Dedicó su vida a la enseñanza, ya ve, era señorita a los 45 años...

"Imagínese, le advirtieron varias veces que si no dejaba de enseñar la iban a matar, y siguió, por vocación, dando sus clases. Todavía la noche en que la sacrificaron le dijeron que desistiera, la llevaron a la orilla del pueblo y ahí la dejaron, para que se fuera de Huiscolco. Y que se regresa a su casa. Y pues después fue toda esa cosa horrible."

Aureliano Montoya dice que ha hablado con gente que participó en el "sacrificio" de la maestra, que aún viven algunos. También conoce los relatos de los pobladores del lugar que trataron de salvar la vida de la moribunda: "Los cristeros le pidieron a la maestra los libros con los que enseñaba, para ver si no eran inmorales o procomunistas, fueron a la escuela y los revisaron durante largo rato, ¿pero qué podían revisar?, la mayoría no sabían leer, eran analfabetas, pero aún así dictaminaron que la maestra era comunista, lo que le mereció el castigo...

"Después fueron por ella y la martirizaron, se la llevaron arrastrando hasta la orilla del pueblo, donde la dejaron... Algunos vecinos, al oírla gemir, se despertaron y trataron de salvarle la vida, la llevaron en un `tepeiste` (como una camilla) a la cabecera municipal (Tabasco), pero ahí murió antes de ser atendida por algún médico."



Católica

El cronista Rubén Lara rememora que el cura involucrado en el asesinato de la maestra se apellidaba Cabral. Algunos pobladores de Huiscolco también mencionan ese apellido.

Aureliano Montoya, Rubén Lara y gente de la comunidad rechazan la versión de que María R. Murillo fuera protestante. Incluso, dicen, era católica practicante.

"María daba clases en un cuartito chiquito que está por aquí cerca (de la escuela que lleva su nombre), y en el cuartito de a lado se quedaba a dormir. En una pared de adobe de su habitación tenía, y aún se conserva, un Cristo fijado en barro". Es la voz de Montoya.

"En esos años, toda la gente de Huiscolco era católica, aún en estos días es una comunidad con prácticas religiosas muy arraigadas. Por desgracia, algunos muy fanáticos. Es lógico pensar que ella era católica". Es el argumento de Lara.

Una alumna de María R. Murillo recuerda haber visto a su maestra rezar: "Claro, no en el salón de clases, ahora ya tampoco rezan en el salón".

Durante la reciente celebración del Día de las Madres, en la escuela primaria de Huiscolco, algunos de los habitantes señalan a uno de los cristeros que habría participado en el "sacrificio" de la maestra.

Abordado por el reportero, el anciano declinó hablar y se retiró del lugar.

"Tiene miedo, piensa que se lo va llevar el gobierno, vive con ese tormento", comenta lacónico un hombre de la localidad.



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