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Graves anomalías en la investigación

Ignacio Ramírez/ (Segunda y última parte)| El Universal
Domingo 18 de marzo de 2001

Cuando viajábamos en la camioneta, íbamos muy quitados de la pena. Al igual que otros vecinos, yo también iba de compras a Coyuca. Platicábamos de lo único que platicamos aquí, de la tumba, de la siembra, cosas del campo. De repente, en el vado, nos pararon con armas en la mano. Apenas quisimos averiguar qué pasaba, cuando oímos los silbidos de las balas, por todos lados. No sabía qué hacer, nomás vi cuando cayeron dos paisanos. Un balazo en las canillas me dobló y me empezó a chorrear la sangre. Perdí el conocimiento y yo creo que con tanto ?borullo?, pensaron que estaba muerto. Hasta ahora no sé cómo salí vivo.

Habla Aníbal Pastrana Gallardo, uno de los sobrevivientes de la masacre de Aguas Blancas, entrevistado en uno de los parajes de Paso Real, una pequeña población donde hay un puñado de casas y chozas de adobe. De este lugar, ubicado entre Tepetixtla y Coyuca de Benítez, eran originarios cinco de los campesinos victimados, aquel 28 de junio de 1995.

?Casi me despedazaron el tobillo. Me traían de un lado para otro, primero me internaron en el Seguro Social, luego en el Hospital General, después en un albergue, y así... Todavía camino con mucha dificultad. Nunca me dieron ninguna indemnización, como me habían dicho. Si a las viudas no las ayudan, menos a mí.?

Don Baltazar Rebolledo es otro de los sobrevivientes. También iba a Coyuca por un poco de aceite. Lo acompañaba su hijo José Rebolledo Gallardo, otro de los victimados, de 20 años de edad y padre de dos hijos.

?Mi hijo no era guerrillero, menos yo. Otra cosa es que haya vecinos que reclaman sus derechos, además justamente, porque el hambre cansa, señor. A ver, que nos digan qué delito cometimos para que nos tiraran a sangre fría, así nomás. Cuando vi caer a mi hijo, me dio rabia, pero no pude hacer nada por él. Yo tampoco no sé ni cómo me salvé, quedé tan confundido desde entonces.?

¿Piensan que finalmente se les hará justicia, ahora que el gobierno revisará su caso?

Con nada nos devuelven la vida de nuestros muertos, por lo menos que se castigue a los culpables.

Como mudo testigo, se levanta el monumento a los caídos, con sus cruces, nombres y edades... y algunas flores marchitas.



La maquinación

Dos días antes de la matanza de Aguas Blancas, el general Mario Arturo Acosta Chaparro Escápite, quien fue el brazo ejecutor de la represión, en el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, y actualmente preso por sus nexos con el narcotráfico, se reunió con Figueroa hijo en el palacio de gobierno de Chilpancingo. En esa entrevista lo alertó sobre el ?triángulo rojo? de la guerrilla: Atoyac de Álvarez-Tepetixtla-Coyuca de Benítez.

Al día siguiente, los responsables del hospital del municipio de Atoyac recibieron la orden de ?estar preparados? para cualquier contingencia. A las 8:00 de la noche, de ese 27 de junio, el gobernador Figueroa Alcocer le dijo por teléfono a la alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos: ?Quiero pedirle que hable usted con los de la OCSS de Atoyac, para que desistan de ir a la manifestación... Yo, por mi parte, ya tomé providencias para que el grupo mayoritario no vaya. Vamos a tratar de detener a la gente de Tepetixtla a como dé lugar?.

La maquinación se había puesto en marcha...



La farsa

De las innumerables falsedades e irregularidades cometidas, para exonerar a los culpables materiales e intelectuales, algunas fueron tan burdas como absurdas, como el hecho de haberles ?sembrado? armas a los cadáveres.

Así por ejemplo, también obra en el expediente del caso, el dictamen de criminalística de campo, firmado por los peritos Gonzalo Barrera Abarca y Rafael Cruz Suástegui, entonces servidores públicos de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero, quienes, entre sus conclusiones, apuntaron la siguiente: ?Por la ubicación de los cadáveres, al momento de su levantamiento, los suscritos concluimos que por su posición y ubicación, se encontraban puestos para agredir con sus armas de fuego a la patrulla de la policía motorizada que se encontraba de recorrido por dicha vía, en donde al ser interceptados para su revisión, por parte de los elementos de la policía motorizada, los agreden, repeliendo la agresión los miembros de dicha policía, los cuales, debido a su instrucción militar, mayor número y mejor pertrechados, reducen a los pasajeros de la camioneta marca Ford, tipo redilas.?

Testigos aseguraron que algunos campesinos fueron rematados por elementos de la policía motorizada y por la agente auxiliar del Ministerio Público Francisca Flores Rizo. Pero de acuerdo con las actas de defunción de las víctimas, se indica que les fue practicada la prueba de radizonato de sodio y que ésta resultó positiva, lo que significaría que habrían disparado armas de fuego. Sin embargo, esto es contradictorio, pues a pesar de las cortas distancias, ningún policía resultó herido de bala. Además, la mayoría de los detenidos declararon ante el juez que no vieron a ningún campesino disparar.

A lo anterior, Figueroa Alcocer no solamente hizo caso omiso de la recomendación de la CNDH, sino que nombró a su antojo al primer fiscal especial para el caso: Adrián Vega Cornejo, de quien la Comisión había recomendado su destitución, inhabilitación e investigación, por su responsabilidad penal y administrativa derivada de los hechos ocurridos en el vado de Aguas Blancas. En el colmo del cinismo, el entonces diputado guerrerense Nezahualcóyotl de la Vega manifestó, en vísperas de darse a conocer la recomendación de la CNDH, que Figueroa no sería el primero ni el último que la desestimara o desoyera.

?Son como las llamadas a misa...?, dijo.

El propio Figueroa se burlaba también. ?En Guerrero no pasa nada... los medios lo exageran todo?, decía. Ahora declara que el caso ?ha sido juzgado? y se declara ?inocente?.

Sin embargo, el caso de Aguas Blancas será revisado próximamente por el gobierno, para deslindar las responsabilidades correspondientes.



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