USO DE IMÁGENES
Poco antes de ser ungido como Presidente de la República, Vicente Fox va a la Villa y comulga; luego, ya como jefe del Ejecutivo, una de sus hijas le obsequia un crucifijo públicamente. Se desata un escándalo. Cuatro días después, en la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, una persona le entrega a éste, que permanece al lado del nuevo mandatario, una fotografía de don Benito Juárez. La respuesta está en el mensaje. Es, dice el estudioso Roberto Blancarte, ?la guerra de símbolos?. No es ilegal. Pero puede tener consecuencias. ¿Es sana esa guerra de símbolos? Yo creo que no contesta el investigador de El Colegio de México, porque es un frente de batalla innecesario para el propio gobierno foxista. Si yo fuera del gobierno de Fox, le diría a éste: ?Mira, no le muevas por ahí, porque nomás vas a abrir un frente de batalla que, además de ser innecesario, probablemente lo pierdas?. ?Fox debe reflexionar?, sugiere. ¿Hay más riesgos? Ciertamente hay ese peligro de darle cuerda, de impulsar un cierto revanchismo, que sí existe entre muchos grupos conservadores, que estaban como esperando el momento para lanzarse por más cosas. En éstos, sí hay que admitirlo, hay mucho antijuarismo. Y hay grupos conservadores, agrega, ?muy ligados? a una cierta visión del catolicismo que ven este momento propicio para ?dar marcha atrás al Estado laico y regresar a un Estado católico o que privilegie o proteja particularmente al catolicismo porque se identifica a éste con la nación mexicana?. Que es un error. Evidentemente es un error, porque catolicismo no es una religión que cubra al 100 por ciento . Por lo tanto no podemos identificar nación con catolicismo. La nación mexicana es plural en términos religiosos, así como lo es en términos étnicos, políticos, económicos. Y por lo tanto, como es una nación plural en términos religiosos, por eso el Estado es laico. ¿Y de dónde sale el antijuarismo de Vicente Fox? Yo diría que el antijuarismo está mucho más en esos grupos conservadores que en el propio Fox. La cuestión es saber si él da pie o pautas para que ellos se desarrollen o piensen que tienen el momento adecuado para lanzar iniciativas de ese tipo. Habla Roberto Blancarte Pimentel, profesor-investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, investigador Asociado del Grupo de Sociología de Religiones y de Laicidad, de la École Practique des Hautes Études, de la Sorbona de París, y ex consejero de 1995 a 1998 de la embajada de México ante la santa sede. ¿Pensará el presidente Fox que con ese tipo de actitudes recompondrá este país? Yo creo que es parte del país que él quisiera. Es decir, el país que él quisiera es donde los políticos manifiestan públicamente sus convicciones personales. Está bien. Es una opción y no está en contra de la ley. El problema no es en manifestar públicamente sus convicciones personales. ¿Entonces? El problema es mezclar función pública con culto público, y además está prohibido. El problema es cuando la gente puede ver que el Presidente está violando la ley, que es muy mal ejemplo. Aunque hay gente que podría aplaudirle, ¿no? Sí, pero es muy mal ejemplo la violación del estado de derecho por el Presidente de la República. No estoy diciendo que lo haya violado, sino lo que la gente interpreta como tal. ¿No violó la ley en este caso, entonces? El autor, entre otros varios libros, de ?Historia de la Iglesia católica en México?, ?Cultura e identidad nacional? y el ?Pensamiento social de los católicos mexicanos?, publicados por el Fondo de Cultura Económica, responde: Es muy ambiguo si violó o no la ley, y el Presidente tendría que tener cuidado de no tener ese tipo de ambigüedades, porque esa ambigüedad puede ser mal interpretada, mal vista. Él debe ser sensible a las críticas. ¿Y no hay peligro que las desdeñe? Por supuesto que siempre existe ese peligro; pero eso también tiene sus costos. ¿Lo tendría que frenar el Congreso, o hasta dónde llegaría? No sé quién lo tenga que parar, pero digamos que cuando alguien viola una ley, pues alguien le debe decir que lo está haciendo y, eventualmente, detenerlo. Rompía con una tradición. Días posteriores, en la toma de posesión de López Obrador como jefe del gobierno capitalino, éste recibe la imagen de Benito Juárez ?una advertencia?, dice Blancarte teniendo como testigo al nuevo Presidente, y minutos después el perredista se dirige al hemiciclo del Benemérito de las Américas. ?Es una guerra de símbolos responde Blancarte Pimentel después de que se le pregunta sobre el fenómeno, donde es muy evidente que el PRD, o por lo menos los cercanos a López Obrador quisieron dar una respuesta, de esa manera, a la entrega del crucifijo?. Roberto Blancarte Pimentel, quien de 1998 a 1999 fuera coordinador de asesores de la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, dice que en todo esto ?puede ser que Juárez realmente no tenga nada que ver?. Es decir, explica quien obtuvo la maestría en Historia y Civilizaciones y el doctorado por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en París, ?son símbolos tal y como son vistos; no necesariamente como eran en realidad?. ¿Entonces Fox no es antijuarista? Hasta el momento, que yo sepa, Fox nunca ha dicho nada contra Juárez. Lo que sucede es que se le ha interpretado como antijuarismo el tener una convicción religiosa personal y expresarla públicamente, y de alguna manera no tener el cuidado de distinguirla de su actuación pública. Pero de eso ni siquiera Juárez estaría en contra. Juárez no tiene nada que ver. Por eso digo que Juárez no tiene nada que ver. Y tampoco Fox ha dicho nada, hay que aclararlo, en contra de Juárez. Más bien lo que es muy curioso es que la reacción del Congreso, sobre todo de diputados priístas, de decir ?Juárez, Juárez, Juárez? fue cuando Fox dijo que iba a respetar la educación laica y gratuita. ¿Y qué significó ese grito? Es una especie de señal de decir: okey, 1de esto que estás diciendo, de una vez te advertimos, que aquí no vayas a moverle. Y en cuanto al crucifijo, comenta el investigador, más que falta de respeto ?el problema es que eso es visto como una provocación, porque la gente se pregunta: ?Bueno, si la hija de Fox le quería regalar el crucifijo, ¿por qué no se lo regaló en su casa o en el camino al Auditorio???. ¿Por qué en medio del acto público? Sí. Esa es una provocación, y eso es lo que a la gente no le gusta. No tiene ni siquiera nada de ilegal. Porque no hay nada de ilegal entregar un crucifijo. Es una provocación en el terreno de lo simbólico y por eso la respuesta se dio en el mismo terreno con la entrega de la imagen de Juárez. ¿A dónde nos llevaría esta guerra de símbolos? Creo que el mismo Presidente debe hacer una evaluación muy seria, una reflexión detenida acerca de la innecesaria ostentación de sus particulares convicciones, lo cual no impide que tenga derecho a hacerlo; pero en el contexto actual, pues creo que tendrá que considerar, si no va a seguir siendo vista como una provocación por parte de muchos. ¿Cuál será la pretensión? Pues a lo mejor Fox quiere imponerlo, y aunque a mucha gente no le guste, él quiere banalizarlo mediante la imposición cotidiana. ¿No lo sentirían como un mensaje los grupos conservadores? Por supuesto. Hay muchos grupos conservadores que están interpretando esto como el momento para lanzarse por más cosas, y además es interpretado por los que están en contra como una provocación innecesaria. Entonces depende de si Fox tiene ganas que ?se armen escándalos en esa materia?, dice Blancarte Pimentel, ?o lo reconsidera porque es un desgaste innecesario. Lo que hay que entender es que la convicción personal de Fox es irrelevante en su función pública y lo ideal es que se lo guarde para él y que no trate de imponerlo?. ¿Y ese no es un camino al retroceso? No. El retroceso puede pasar por otro lado. Puede pasar en el momento en que empiecen realmente a confundir las convicciones personales con lo que son las políticas públicas. Ahí sí habría un riesgo, pero, por lo pronto, yo lo que veo es una especie de obcecación personal en imponer algo por una especie de personalismo muy acendrado. Está muy claro en el censo. En materia de religiones aparece que católicos en México hay 88.2 por ciento , o sea que un 12 por ciento global que no es católico. Cuando Fox va a La Villa o recibe el crucifijo, ¿está ofendiendo a esa minoría religiosa? No; no creo que la esté ofendiendo, pero sí la preocupa, porque no sabe hasta qué punto esa convicción personal se puede traducir en políticas públicas. No es que la ofenda; es que la asusta. Nadie negaba que los presidentes fueran creyentes, pero por eso la esfera privada de la pública. ¿Y si hiciera un referéndum para cambiar las leyes en ese sentido? Sería ideal, porque ahí se vería lo que la nación mexicana piensa. Sería una gran oportunidad para ver que la mayor parte de los propios católicos no quiere ese tipo de cambio que algunos aparentemente quisieran. Yo diría adelante. Dice que si se hubiera hecho un referéndum en 1992, las reformas no hubiesen pasado, pues nadie estaba de acuerdo, ?y no digo que no hayan sido buenas, pero una cosa es lo que el presidente quería y el tipo de reformas que finalmente se impulsaron, y otra cosa lo que la población dice y decía?. Si quisieran hacer un referéndum ?me parece excelente? ahí se vería, asegura Blancarte Pimentel, lo que sale en las encuestas: éstas indican ?que dos terceras partes de mexicanos dicen que no debe haber intervención de clero en política y no debe haber muchas de estas cosas que los foxistas dicen que la gente quiere?.
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Cuando Vicente Fox fue a la Basílica de Guadalupe, las protestas posteriores, incluidas las de grupos religiosos, fueron inmediatas, y ese mismo día, por la tarde, se organizó una concentración en el Auditorio, donde una de sus hijas le obsequió un crucifijo que el Presidente contempló entre sus manos.
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En cuanto al ofrecimiento del entonces candidato de proporcionarle tiempo en radio y televisión a las iglesias, Blancarte Pimentel dice que para que ocurra eso se tendría que cambiar, pues está prohibido legalmente. Y advierte sobre un atajo: El otro peligro es que se intente por una vía que no sea la modificación de la ley, darles espacios públicos a las iglesias. El problema es la separación Estado-Iglesia impediría formalmente el que fondos públicos sean utilizados... El estudioso se remonta a la historia para explicar que la Constitución de Virginia, en Estados Unidos, que él considera como ?un monumento? a la libertad religiosa, fue una de las primeras de los independentistas estadounidenses, quienes, al revelarse, lo primero dijeron es que no estaban de acuerdo en contribuir con sus impuestos al mantenimiento de una iglesia que no era la de ellos. Y una de las primeras cosas que hicieron con su independencia, fue decir: desde ahora ninguno está obligado a contribuir al mantenimiento de una iglesia que no es la suya y, por lo tanto, la primera enmienda establece la separación de asuntos de la Iglesia de los del Estado, ?donde se entiende muy claramente que, por lo tanto, los fondos públicos no pueden ser utilizados para financiar iglesias?. El coordinador del libro ?Laicidad y valores en un Estado democrático? (El Colegio de México/SG) considera que la pugna de grupos por los símbolos nacionales se debe a que hay visiones distintas de nación. ¿Por qué hay un discurso reiterativo donde se expresa que la mayoría de los mexicanos somos católicos, etcétera?





