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Acude Fox a rezar a la Basílica

Sergio Javier Jiménez| El Universal
Sábado 02 de diciembre de 2000
Acude Fox a rezar a la Baslica

. (Foto: REUTERS )

En un hecho sin precedente, el panista va al templo guadalupano antes de asumir la Presidencia. En sus oraciones pide por el futuro de México

?¡Dios te bendiga!?, le gritaban. ?¡Estamos contigo, no te olvides de nosotros!, ¡Viva Fox!?, coreaban los cientos de fieles quienes se arremolinaron alrededor del aún presidente electo, Vicente Fox, en la Basílica de Guadalupe.

Como acto inicial del día, y en un hecho nunca antes registrado, antes de rendir protesta como primer mandatario, Fox Quesada fue a comulgar con Dios, a los pies de la Virgen del Tepeyac, en donde se hincó y oró por el futuro del país.

Llegó el guanajuatense a las 8:40 horas, acompañado por Ana Cristina, Vicente, Paulina y Rodrigo, sus hijos adoptivos, al templo mariano en donde se registró un mayor número de fieles del que habitualmente llegan en un día como éste.

El operativo para recibirlo se salió de control y a pesar de que el Estado Mayor Presidencial, a cargo de la coordinación de la visita se preparó con anticipación, Fox Quesada le dio al traste, pues optó por cambiar de ruta en su camino al Altar Mayor.

Los cientos de personas que le hicieron una valla para que pasara, al ver que tomaba otro camino, corrieron hacia él y lo rodearon. Fox les pedía: ?¡Calma!, ¡Calma!?, pero no le hacían caso, querían saludarlo.

Con su camisa azul, sin chamarra a pesar del frío de nueve grados centígrados y con sus pantalones vaqueros que lucían una hebilla ?Fox?, fue recibido en el templo en donde escuchó un Padre Nuestro.

El Cabildo de Guadalupe, encabezado por el rector interino del recinto, Antonio Macedo Tenllado, que ya lo esperaba en el pasillo central, tuvo que ubicarse a la izquierda para poder encontrarlo.

Los hijos de Fox se perdieron entre la multitud. Los escoltas luchaban para poder resguardarlos y la primera que pudo llegar a ocupar su lugar fue Ana Cristina quien, con rostro desencajado, se limpiaba el sudor.

Ya en el altar, Fox Quesada dos veces se santiguó, se hincó, inclinó la cabeza y oró por unos minutos, junto con su hija mayor.

No hubo misa. Por el contrario, se sustituyó por una breve ceremonia en la que el primer mandatario pudiera comulgar, al igual que sus hijos.

La gente guardó silencio.

Después, junto con su familia pasó a la sacristía, exactamente detrás de la Virgen de Guadalupe y de ahí salió por el elevador hasta el estacionamiento subterráneo.

La gente corrió por todos lados para poder hallarlo y despedirse de él, algunos sólo para tocarlo.

Repentinamente, las camionetas que transportaban a toda la comitiva se confundieron, entraron en sentido contrario al estacionamiento, se acomodaron en el primer piso debajo del atrio y, por suerte, fue allí en donde salió Fox Quesada.

?¡No nos falles Fox, no nos falles!?, lo tuteaban los fieles, quienes también ?toreaban? las camionetas y las motocicletas de la escolta que salió de prisa por la avenida Misterios.



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