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Una ceremonia sintomática

Laura Sarmiento Huerta| El Universal
Viernes 15 de septiembre de 2000

La ceremonia de ?El Grito? de Independencia, desde su primera celebración en 1812, y su ratificación por el presidente Benito Juárez en 1864, no ha permanecido ajena a los eventos políticos y económicos que enfrenta la nación, así como tampoco a los imprevistos, algunos de ellos resultado del estado de salud de los gobernantes y otros de la exaltación del pueblo, el cual en tres ocasiones ha abucheado al jefe del Ejecutivo: Gustavo Díaz Ordaz, Miguel de la Madrid y Ernesto Zedillo.

La idea de imprimir un ?toque personal? a la ceremonia llevó a diversos presidentes a evidenciar su desconocimiento sobre el pasaje histórico que se recuerda e incluso vitorear a héroes nacionales ajenos a la celebración como: Benito Juárez, los Niños Héroes y Zapata.

También aludir ?¡vivas!? al tercer mundo, la soberanía nacional y dejar atrás el innato machismo mexicano para lanzar vítores a Doña Josefa Ortiz de Domínguez, durante la época lopezportillista y zedillista o utilizar el foro para dar mensajes al pueblo de México.

La ceremonia del 15 de septiembre ?desde su proclamación como fiesta nacional en 1822? sólo ha sido suspendida en tiempos de emergencia: durante la epidemia de cólera de 1833, la ocupación extranjera de 1847 y la Intervención Francesa.

Por lo que hasta el momento 31 jefes de Estado han participado en la celebración a raíz de que Juárez diera inicio a la tradición. El presidente de la República es la autoridad que encabeza las celebraciones en la capital del país y uno de cada seis años en Dolores Hidalgo, Guanajuato, con excepción de Ernesto Zedillo, quien jamás ha dejado de dar ?El Grito? en el zócalo capitalino.

La primera celebración de ?El Grito? la organizó Ignacio Rayón en 1812, en Huichapan; sin embargo, la presencia del jefe de Estado en la ceremonia y los vítores de éste a la patria y los héroes fue idea del presidente Benito Juárez, la noche del 15 de septiembre de 1864, aunque se argumenta que fue Porfirio Diaz el que cambió la ceremonia de día para que coincidiera con su cumpleaños.



De Carranza a Zedillo

La ceremonia durante la época carrancista ha sido de las más recordadas.

En 1914, antes de que el presidente Venustiano Carranza vitoreara a México y a los héroes, Félix Fulgencio Palavicini leyó desde el balcón de Palacio Nacional un telegrama del agente del gobierno constitucionalista en Washington, Juan F. Urquidi.

En este se comunicó que el presidente Wilson, de Estados Unidos, había anunciado oficialmente, la evacuación de Veracruz, por parte de los marinos estadounidenses, lo que hizo que la muchedumbre se desplegará en alegre verbena popular.

Sin embargo, dos años después un fuerte resfriado impediría a Venustiano Carranza salir al balcón central.

Cabe mencionar que en 1925, el gobierno tomó la medida de prohibir la venta de bebidas alcohólicas durante la celebración de las fiestas civicas. Lo anterior, debido a que en años anteriores el exacerbado ánimo de los mexicanos causó diversas desgracias: en una celebración de Semana Santa, la gente estaba tan ?tomada? que al llegar el pasaje de la aprehensión de Jesucristo, no permitió que se lo llevaran, lo que llevó a que los festejos terminaran en trifulca. Posteriormente, en el Peñón de los Baños, durante la escenificación de la Batalla de Puebla, las tropas mexicanas estaban tan ebrias que ese año triunfaron los franceses. Finalmente, cuando Francisco I. Madero arribó a la ciudad, cientos de personas salieron a su paso y realizaron vallas para vitorearlo. Ahí una mujer fue apuñala por un hombre en estado de ebriedad. En 1950 un lamentable accidente ensombreció el festejo, ya que a Miguel Alemán se le rompió el cordón de la Campana de Dolores, por lo que sólo se escuchó un par de repiques. En esa época, también dio inicio la emisión de cartulinas distintivas para los funcionarios que ya contaban con automóvil, la cual les permitía el acceso a Palacio, pero el gran patio central fue insuficiente para los vehículos que tuvieron que ser estacionados en la calle de Moneda. Entre los invitados de honor se encontraban las misiones de Cuba, encabezada por Aureliano Sánchez Arango; la de Gran Bretaña, con el vicealmirante Symondes Taylor y la de Estados Unidos, con el general Wade H. Haldslip, que trajo las banderas mexicanas devueltas por voluntad del pueblo estadounidense en prenda de amistad.

En 1960, en Palacio Nacional el entonces regente Ernesto P. Uruchurtu encabezó la ceremonia de ?El Grito?, en ausencia el Adolfo López Mateos, quien se trasladó a Dolores Hidalgo para inaugurar diversas obras de irrigación, agua potable, drenaje y alumbrado público, así como para dar ?El Grito?, en la cuna de la Independencia y vitorear a los Insurgentes, ?los héroes de nuestra libertad?. Los acontecimientos políticos de 1968 llevaron a que al aparecer Gustavo Díaz Ordaz, la concurrencia lo recibiera con una potente y prolongada rechifla.

Al año siguiente, el presidente se vio obligado a trasladarse a Dolores Hidalgo, donde dentro de los vítores se incluyó: ?¡viva la paz con justicia y libertad!, ¡viva la concordia entre los mexicanos!?.

Sin embargo, pese a todo, el presidente que puso su sello en la ceremonia fue sin duda Luis Echeverría Álvarez, al incluir vítores fuera de lugar como en 1971, al gritar ?¡viva la Revolución Mexicana!?.

Tal vez al año siguiente sus asesores le refinaron sus conocimientos históricos y a partir de esa fecha abundó en detalles: ?¡viva Miguel Hidalgo, padre de la Patria; Morelos, siervo de la nación; Guerrero, consumador de nuestra Independencia y Juárez, Benemérito de las Américas!?.

El año de 1973 registra el primer portazo en Palacio Nacional, en el cual le pegaron con la puerta en las narices al secretario de Relaciones Exteriores, Joaquín Bernal. Mientras tanto, diversos invitados especiales eran arrastrados por la multitud, entre ellos, la última descendiente en quinto grado del cura de Dolores, Agripina Hidalgo y Costilla, quien gritaba: ?¡Déjenme entrar, porque después de ?El Grito?, ya que chiste tiene!?.

Un año después, la austeridad nos invadió y afectó la celebración. No hubo cena, sólo aguas frescas y ?como símbolo democrático del régimen los asistentes desplazaron los lujosos trajes de noche, por los de calle?.

Los ímpetus de Echeverría no cesaron y en 1976 incluyó una frase para la posteridad: ?¡vivan los pueblos del tercer mundo!?. Asimismo, en la salutación un jovencito con un ?african look?, se coló a Palacio Nacional, lo que puso en serios aprietos al jefe del protocolo, Juan Pellicer, no obstante, recibió los saludos del presidente.

Al inicio del sexenio lopezportillista, la multitud en Plaza de la Constitución le gritaba al presidente: ?¡Pepe, ¿qué no piensas salir?, ya estamos listos!?. Y se preguntaban si la consigna al tercer mundo también sería incluida.

En 1978, López Portillo siguiendo los pasos de su antecesor incluyó la frase: ?¡Viva la soberanía nacional!? y al año siguiente, por vez primera aludió a Josefa Ortiz de Domínguez, al preguntársele la razón comentó que: ?el pueblo ha olvidado que también en México hay heroínas!, sin embargo, ningún otro presidente recordó sus palabras.

En 1982 realizaría su histórica alabanza a nuestro país: ?México ha vivido, México vive, México vivirá?, palabras que también incluyó en su sexto Informe de gobierno.

Nuevamente los aires de la crisis arrasaron el país y se apoderaron de la celebración en 1984, por lo que ningún representante del gobierno salió del país ?en representación del presidente, Miguel de la Madrid? para dar ?El Grito? en el extranjero. De la Madrid se convirtió así en el segundo presidente abucheado por el pueblo.

Para 1985 el presidente se trasladó al pueblo de Dolores Hidalgo y ahí rompiendo con el protocolo dirigió un mensaje a la nación desde el Museo Casa de Hidalgo, en el que pidió: ?Seguir construyendo una nación libre, soberana, democrática y justa. Unirse para fortalecer la patria, creer en ella y amarla cada día más?.

El ingenio y la creatividad mexicanos se conjugaron en 1986 con avances científicos como ?el rayo láser?, el cual formó figuras multicolores de los héroes patrios, en las paredes del edificio del entonces Departamento del Distrito Federal.

También, Salinas de Gortari puso su sello a la ceremonia y en 1991 nuevos gritos ?en voz del primer mandatario? se mezclaron entre los vítores a los héroes nacionales como el ?¡vivan los Niños Héroes? y el de ?¡México, México, México!?.

Para 1993, el proceso de sucesión nuevamente invadió el ánimo nacional y miles de manifestantes se apostaron en la Plaza de la Constitución, quienes debido a la realización de los festejos patrios fueron retirados de la zona, luego de un acuerdo con el entonces regente de la ciudad, Manuel Camacho Solís.

Asimismo, la polémica de los libros de texto de historia flotaba en el ambiente y esa noche septembrina, Zedillo evadía las preguntas al respecto diciendo: ?Van a salir, no se preocupen, hoy venimos a dar ?El Grito? y nada más?.

En 1994, último ?Grito? de Independencia del polémico presidente Salinas y como resultado del ambiente político que se respiraba se incluyó un nuevo personaje y así, desde Dolores Hidalgo, Guanajuato, por primera vez un presidente vitoreó: ?¡Viva Zapata!?.

Luego del error de diciembre, nuevamente las ceremonias volvieron a ser austeras y sin ostentaciones, la Fuente de Pegasso, que en sexenios pasados fuera sitio de banquetes, permaneció a media luz, sin embargo, los invitados no disminuyeron. A Palacio Nacional asistieron unas 500 personas, las cuales brndaron con vino blanco. Todos brindaron, menos el presidente a quien en esa ocasión, ni siquiera se le ofreció una copa de vino.

El primer ?Grito? de Ernesto Zedillo en 1995 resultó muy peculiar, ya que el novel presidente no logró modular su voz y en la garganta se le agolparon las emociones (tal vez aún nervioso por el temblor de cerca de seis grados Richter que sacudió la ciudad a las 21:30 horas). Su grito resultó un homenaje a Hidalgo, único insurgente que mencionó, aunque incluyó una emocionada proclama a la Independencia y la libertad.

Al año siguiente, Ernesto Zedillo comprendió ?según sus propias palabras? que ?el chiste de dar ?El Grito? es no gritar...para eso están los micrófonos?, ?Viva nuestra libertad?, vitoreó en aquella ocasión. El Zócalo lució sin figuras de los héroes y se desplegó un operativo de seguridad, ante la amenaza de los miembros del Ejército Popular Revolucionario (EPR) de hacerse presente en la celebración, por lo que los asistentes a la plaza formaron largas filas, para luego de una revisión ingresar al Zócalo.

En 1997, en Palacio Nacional se realizó una noche mexicana ?como no hubo en 20 años?, según palabras de los asistentes. Los asistentes disfrutaron de tequila, ron whisky, brandy, ponche, antojitos mexicanos, aguas frescas, dulces típicos y un concierto de música mexicana en el que participaron: el tenor Ramón Vargas, la Orquesta Sinfónica Mexicana y el Mariachi Oro y Plata, entre otros.

Entre los invitados especiales asistieron deportistas y actrices como Jacqueline Andere, quien recordó que en la época de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz hasta champaña se servía, sin embargo ?con Echeverría todo decayó y deje de asistir a las celebraciones?.

Al año siguiente, se incluyeron nuevos vivas a la soberanía, la democracia y la unidad de los mexicanos.

Finalmente, en 1999, Óscar Espinosa Villarreal se deleitaba comiendo tacos al pastor y de bistec en Palacio Nacional, mientras los músicos de la marimba entonaban ?Vamos a Tabasco, que Tabasco es un edén?, melodía que no fue de su agrado. De pronto la canción fue sustituida y el entonces el secretario de Turismo comentó: ?ya fue corregido el error?. En ese entonces aún no era prófugo de la justicia.

En medio de una rechifla que fue acallada por los altavoces, Zedillo apareció en el balcón central de Palacio, para rememorar la época lopezportillista al incluir entre sus vítores: ?¡Viva La Corregidora!?, mientras que Carlos Medina Plascencia preguntaba al pajarito de la suerte si la ?ley del hielo? le sería levantada. ?No necesito que me perdone nadie...pues no le hecho mal a nadie?, argumentaba Medina Plascencia, sin embargo, aceptaría que fue muy marcado que ningún miembro del gabinete le hablara en la ceremonia de los Niños Héroes, ya que los priístas no le perdonaron que criticara al presidente durante el quinto Informe de Gobierno.

Esta noche, el último ?Grito? de Zedillo causa expectación, sobre todo, porque se enfrentará a otro México, un nuevo México, donde a diferencia de hace 190 años no sólo es posible luchar por la Independencia con resultados, sino también por la democracia. Es el último ?Grito? del siglo XX y también el último ?Grito? de un presidente priísta.



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