FRONTERA SUR NARCOTRÁFICO
El cártel de Oaxaca

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A diferencia de la frontera norte, paso obligado por tierra y aire del narcotráfico hacia Estados Unidos, la frontera sur se caracteriza por las nuevas rutas marítimas que los capos utilizan para sus ilícitas actividades. De esta manera se han incrementado, por ejemplo, los ?bombardeos? de paquetes con cocaína en costas, lagunas y esteros, independientemente de los métodos tradicionales, como el cultivo y trasiego de mariguana y amapola. OAXACA, Oax.? Tres horas de camino separan a esta capital de Santa María Zoquitlán, un pueblo inexpugnable y fantasmagórico de apenas mil 200 habitantes, cuna de Pedro Díaz Parada, el zar del narcotráfico de Oaxaca. Nadie se aventura a visitarlo, ni un taxista acepta el viaje. Hay que ir en un destartalado camión de tercera clase que se aborda en una improvisada terminal a un lado del basurero de la ciudad de Oaxaca, para descender en San Pablo Guilá, sobre la carretera que va al istmo de Tehuantepec. Ahí, en el cruce del camino, se transborda a otro camión que lleva al viajero por una brecha de 22 kilómetros. Hay que pasar dos retenes militares y una Base de Operación Mixta (BOM), cuyos 150 elementos, al mando del capitán segundo Raúl Mondragón, realizan rondines día y noche en busca de armas y droga. Aquí nació Valeriana Parada quien se casó con Pedro Díaz, originario de San Pedro Totolapa, padres de nueve hijos, de los cuales algunos murieron o los mataron. Entre los que sobreviven están Pedro, Jesús y Domingo Aniceto, conocidos como los hermanos Díaz Parada, cabezas del llamado cártel de Oaxaca. ?Quién se iba a imaginar que estarían metidos en esto...?, dice al reportero el diácono Antonio Ríos Parada, oriundo de Santa María Zoquitlán, quien recuerda el origen humilde de ?don Pedro? y ?doña Vale?, pues en ocasiones no tenían ni qué comer y se alimentaban con hierbas del campo. Cuando tuvieron muchísimo dinero, producto de las actividades ilícitas de sus hijos, doña Valeriana se paseaba muy ufana con la pistola bien fajada para demostrar quién era la que mandaba ahí. Conforme se avanza lentamente por la terracería, las antenas parabólicas brotan como hongos por la serranía y no faltan las camionetas Silverado o Suburban con los vidrios polarizados, rines de magnesio y antenas de onda corta. Con dificultades el camión de pasajeros atraviesa el río para entrar al pueblo, que se distingue por sus calles pavimentadas y casas de concreto, a diferencia de otras comunidades que habitan chozas de lámina, cartón o palma. Todos los habitantes están dedicados al cultivo de la mariguana y de la amapola que les reditúa pingües ganancias, pues cuando cultivaban maíz en tiempos de cosecha percibían menos de 20 pesos diarios, en jornadas de trabajo de sol a sol. Por este motivo los jóvenes emigraban a Estados Unidos como braceros. La zona de influencia del narcotráfico, hasta ahora, abarca los poblados de San Baltazar Chichicapam, San Dionisio Ocotepec, San Luis Amatlán y una docena más de comunidades. ?Soñaba entonces con ser el ?4?...?, recuerda un viejo agente judicial, en referencia a que Miguel Angel Félix Gallardo era considerado entonces el capo número ?1?, Ernesto Fonseca Carrillo el ?2? y Caro Quintero el ?3?. De regreso a México, Pedro sentó sus reales en San Pedro Totolapa, comunidad aledaña a Santa María Zoquitlán. Visitaba su pueblo natal sólo para refugiarse cuando le seguían las huellas. Con el paso de los años se convirtió en amo y señor de vidas y voluntades amasando una gran fortuna, adueñándose de las mejores casas, comercios, tierras y ranchos de la región, además de poseer automóviles de lujo y cuentas bancarias. En 1977 fueron giradas cinco órdenes de aprehensión en su contra, por los delitos contra la salud en todas sus modalidades, sin que fueran cumplimentadas por la Policía Judicial Federal, no obstante que se paseaba por todos lados. Y ?se fue para arriba?, como dicen aquí, cuando a principios de los 80 su primo hermano Fernando Adolfo Garrido Parada ocupó el cargo de director de la Policía Judicial del Estado, quien lo protegió primero y después fue su abogado defensor. Siete años gozó de impunidad, convirtiéndose en el ?zar del narcotráfico? de Oaxaca. Con motivo de las investigaciones a raíz del secuestro y muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena, y sus ligas con Caro Quintero, fue detenido el 24 de abril de 1985 en el aeropuerto de esta ciudad, cuando pretendía huir a Centroamérica. Cinco días después ?29 de abril fue declarado formalmente preso. Luego de sus declaraciones en torno del tráfico de enervantes, así como las de su primo hermano y abogado defensor, empezaron a ser investigados funcionarios y ex funcionarios, presumiéndose que contaba con la protección de Tomás Morlett, comandante de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS). El 3 de julio de ese año, el juez Pedro Villafuerte Gallegos sentenció a Pedro Díaz Parada a 38 años de cárcel y una multa de un millón 460 mil pesos. Dos días después se fugó de la penitenciaría del estado, con la complicidad del director del penal, Miguel Ángel Varela Sánchez. Había repartido 150 millones de pesos entre quienes protegieron su evasión. Varela Sánchez declaró judicialmente que tenía órdenes precisas del secretario de Gobierno ?B? y del subsecretario de Gobierno del estado, Carlos Hernández Underwood y Antonio Javier Schumberger, respectivamente, de brindarle al delincuente un ?trato especial? y ?todo tipo de facilidades? en el interior de la prisión, lo cual permitió su escapatoria. Al cumplirse la detención de Fernando Adolfo Aguirre Parada, el presidente de la Barra de Abogados de Oaxaca, Edgardo Aguilar Morales, la calificó como ?arbitraria y violatoria de la soberanía estatal?. Junto con él, protestaron Arturo Castellanos Palacios, Avelino Soriano Montes y Soledad Baltazar Segura, integrantes de la Barra y defensores también del capo. Díaz Parada y Aguirre Parada amenazaron de muerte al juez Villafuerte Gallegos, que hubo de ser trasladado al estado de Morelos. El 19 de noviembre de 1986 fue designado juez primero de distrito en Cuernavaca. El 20 de septiembre de 1987, al salir de su domicilio, lo balearon con 14 disparos y el tiro de gracia. El sino de la violencia se le revirtió el 11 de mayo de 1996. Ese día, frente al hotel ?Margarita? de esta ciudad, Eugenio Díaz Parada fue asesinado de un balazo en la cabeza, por un adeudo de 150 mil dólares, lográndose la captura de Óscar Rodríguez Jiménez y Erick Gabriel Colmenares Téllez, como presuntos responsables del crimen. Pedro y sus hermanos no tardaron en vengarse. El 17 de junio siguiente, enviaron a un comando de siete individuos vestidos de negro, con camisetas con el logotipo de ?Policía Judicial?, para matar a los parientes de Erick Gabriel. Sus padres, Mario Edmundo Colmenares Allende y Eva Téllez de Colmenares y sus hermanos Edgar y Javier Martín Colmenares Téllez, así como la empleada doméstica Juliana García, fueron ejecutados en la jurisdicción de la colonia Santa Anita en Cuernavaca, a plena luz del día. Decían en 1983: ?Hay una red perfectamente organizada para proporcionar la semilla, el crédito, los fertilizantes y demás insumos; para supervisar técnicamente el tiempo de siembras, de barbecho y de cosechas, e inclusive para atacar posibles plagas; para recoger el producto, empacarlo y almacenarlo. Existe un sistema equipado para la transportación de la droga con camionetas, tráileres y hasta pistas clandestinas donde bajan avionetas particulares. ?A los campesinos les infunden seguridad, les exponen las bondades del negocio de la mariguana, les proporcionan armas, créditos y sobre todo un mercado asegurado. Hay comunidades enteras que se ven involucradas en el negocio, sólo que cuando alguien quiere zafarse o están endeudados con el ?patrón?, son amenazados o asesinados?. En aquellos tiempos, el director de Seguridad Pública, Roberto Velázquez O., se atrevió a inspeccionar la zona de Yautepec. Los narcotraficantes lo emboscaron y uno de sus ayudantes fue muerto a balazos. Un helicóptero del Ejército fue derribado a tiros en Arroyo Ideal, municipio de Ojitlán, en las estribaciones de la sierra Juárez; nueve de los 10 ocupantes murieron calcinados. Fue en 1994 cuando se detuvo a Óscar Malherbe de León, uno de los hombres fuertes de Juan García Ábrego, jefe del cártel del Golfo, recluido en Estados Unidos. Se supo entonces que había servido de enlace con los cárteles de la droga de Colombia. Había organizado en Guatemala un puente aéreo y establecido el operativo de pipas y otros vehículos terrestres que transportaban mariguana desde Oaxaca hasta la frontera con el país del norte. A tal grado estaba infestado el estado de Oaxaca por el narcotráfico que el ex subprocurador de justicia Enrique Toro Ferrer, fue detenido el 15 de septiembre de ese año, junto con el colombiano Óscar Ovidio Macías Restrepo, con un kilo de cocaína pura. Cuando asumió el poder José Murat como gobernador del estado, el 1 de diciembre de 1998 designó, entre los miembros de su ?gabinete de lujo?, a José Olivo Méndez Rico como director de la Policía Judicial del Estado, quien ya había tenido un cargo similar en San Luis Potosí. Su hermano Margarito ha sido ligado con un grupo de ex comandantes de esa corporación contaminados particularmente por el cártel de Tijuana de los hermanos Arellano Félix. Se dijo entonces que Méndez Rico había negociado la plaza de Oaxaca para hacerse cargo de Huatulco, Puerto Escondido y Salina Cruz para proteger, en lugar de combatir, al crimen organizado. Fue cesado 18 horas después de que había tomado posesión como director de la PJE. El remedio, empero, no curó la enfermedad. Siguieron las desapariciones, secuestros, homicidios y muertes sospechosas, que se han acentuado últimamente: el 19 de abril, el general Javier Orlando Guzmán Monforte, segundo comandante de la Policía Judicial Federal en Oaxaca, fue acribillado con ráfagas de rifles AK47; investigaba la venta de plazas de la PGR y las actividades ilícitas de los hermanos Díaz Parada. El último eslabón de esta ola de violencia fue la muerte de José Nájera González, titular de la Tercera Agencia del Ministerio Público Federal, quien falleció el 1 de mayo a consecuencia de un accidente automovilístico se dijo oficialmente, sobre la carretera Ejutla-Miahuatlán. Investigaba la muerte del general Guzmán Monforte y las irregularidades administrativas y penales que había cometido el delegado de la PGR en Oaxaca, Virgilio Ojeda Osorio, actualmente desaparecido. Dos días antes del fallecimiento de Nájera González, el reportero lo buscó en su oficina, donde tenía un pequeño altar con una veladora. Su respuesta era la misma para quien le solicitara alguna declaración: ?Compréndanme, por Dios, mi vida está en peligro?. Ante el combate al narcotráfico por tierra y aire, han sido implantadas nuevas rutas marítimas para llevar la droga a Estados Unidos tanto por el golfo de México como por el océano Pacífico, que tienen como puerta de entrada las llamadas rutas Central y del Caribe. De esta manera, la cocaína procedente de Perú y Bolivia, pero principalmente de Colombia, es enviada primero a Centroamérica, para su tránsito por México. A Oaxaca llega, vía marítima, desde el puerto de Ocoz, en Guatemala, al llamado mar Muerto, que abarca también la frontera marina con Chiapas. Los ?bombardeos? de paquetes de la llamada ?nieve tropical? tienen como objetivo también las lagunas de Chacalen y Cachahua y las playas de Morro Ayuta y Morro Mazatán, entre Salina Cruz y Bahías de Huatulco, donde sus moradores escuchan por las noches el vuelo rasante de los hidroaviones, que cargan combustible cerca de Miltepec.
De ?burrero? a ?zar del narcotráfico?
Fue en el año de 1965, en la Unión Americana, donde Pedro Díaz Parada se inició en el tráfico de drogas como ?burrero?. Vía contrabando ?hormiga?, transportaba pequeñas cantidades de mariguana, lo que lo llevó a entrar en contacto años después con la banda de Rafael Caro Quintero.
Una red perfectamente organizada
Siendo gobernador Pedro Vásquez Colmenares, los nueve obispos de la Región Pacífico Sur habían recogido en un documento las zozobras que padecía la población oaxaqueña a consecuencia del narcotráfico.





