Pese a la tragedia que vivió, pudo recibirse como médico

TRAGEDIA. El 19 de enero del 2010, al estudiante de Medicina, le cayó un camión de basura que circulaba irregularmente por el segundo piso del Periférico. (Foto: ADRIÁN HERNÁNDEZ EL UNIVERSAL )
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Dice José que no hubiera podido sobrevivir a su accidente sin la red de apoyo que lo sostuvo en todo momento. Médicos, maestros, familiares, enfermeras, los mensajes de solidaridad por Facebook, los compañeros en la carrera, fueron quienes conformaron esa red.
Estudiante del sexto semestre de Medicina. Antes de entrar al quirófano José le preguntó a un médico qué tipo de lesión tenía. Ante la respuesta del galeno supo que su columna se había fracturado, y que eso no tenía regreso, como no lo tuvo el evitar transitar por la lateral del Anillo Periférico la mañana en que todo para él se oscureció, para después despertar en un quirófano. No recuerda otra cosa que no sea el color negro.
Iniciaba el año; era el 19 de enero del 2010. A José le había caído un camión de basura que circulaba de manera irregular por el segundo piso del Periférico. Él únicamente recuerda el ruido ensordecedor de las toneladas de fierros que le caían encima.
Esa mañana, José Villela salía de ejercer sus prácticas de internado como estudiante en el hospital ABC. Tenía 24 años. En ese momento, él formaba parte de un grupo de 40 jóvenes que realizaban el internado de pregrado. Sobrevino el accidente. Durante nueve meses luchó por sobrevivir.
El resultado fue tres vértebras cervicales dañadas, una fractura de cuello y de la columna vertebral, con parálisis del cuello hasta sus pies. Estuvo 15 días en coma. Al despertar lo primero que vio fue el cuarto de terapia intensiva, muchas bolsas de suero. Además encontró cartas y recados pegados en el techo y las paredes de su habitación.
Permaneció durante tres semanas en terapia intensiva, otras tres semanas en terapia intermedia, y hasta el 20 de octubre estuvo internado en el hospital ABC de Santa Fe.
El 20 de octubre salió de México hacia el Instituto Neurológico Barow, donde recibió terapia bajo un enfoque funcional. “Me enseñaron a hacer las actividades de la vida cotidiana. Escuché, a través de terapia grupal, la experiencia de otros pacientes, y eso me ayudó mucho porque pude ver a gente con lo mío, con lesiones como las mías, lograr una vida plena”.
José permaneció en Estados Unidos a lo largo de 50 días. Al llegar a México, lo recibieron con su comida favorita: albóndigas, hechas por su abuela Bertha, quien es pintora.
“Regresar a mi casa fue un golpe fuerte, tenía que moverme en una silla de ruedas; nunca imaginé que saldría de mi casa un 18 de enero del 2010, y regresaría en una silla de ruedas 11 meses después, el 8 de diciembre del 2010”.
Durante su estancia primero en el hospital ABC de Observatorio, y luego en el de Santa Fe, todos sabían que José no podría mover más su cuello, pero podría leer los mensajes en el techo de su cuarto.
Sumado a lo anterior, José Jalabe Cherem, médico internista con 30 años de experiencia y profesor del Hospital Centro Médico ABC, acudía cada tercer día al cuarto de José para impartirle clases. Para examinarlo, para inclusive exigirle que continuara con sus estudios. “Si no lo haces te voy a reprobar”, le decía; mientras José argumentaba que no podía escribir.
José Jalabe tomó un lápiz, lo colocó en la mano izquierda de su alumno y le dijo: “No me importa si escribes un garabato. Sólo necesito que escribas”.
Jalabe Cherem le dijo a su alumno que también necesitaba que terminara sus estudios, y además se recibiera como médico junto con su generación. Una vez por mes las clases del profesor Jalabe Cherem eran impartidas en el cuarto de José Villela con cuantos alumnos cupieran en la habitación. “Trasladábamos la Universidad Panamericana al hospital donde permanecía José”. En su cama, estaban los libros y su computadora.
Este médico, que laboró durante 30 años en el Centro Médico Nacional Siglo XXI, le llevaba los casos de los pacientes que permanecían internados en el hospital, al mismo tiempo que él; y le pedía que estudiara sus padecimientos para luego diagnosticarlos.
“Había que encontrar un ancla que mantuviera a este muchacho conectado con la vida, y encontramos que esa ancla fue el profundo amor que José tiene a su profesión como médico”. Jalabe Cherem lo sometía a exámenes de forma semanal hasta que aprobó el Seminario de Pregrado.
Por su parte, el director de la carrera de Medicina de la Universidad Panamericana, doctor Gregorio Obrador, logró que las clases le fueran también impartidas a José vía internet, de tal manera que pudiera seguir estudiando desde el hospital donde se encontraba. El fue quien impulsó que por medio del programa Moodle, de educación a distancia, José tuviera acceso a las clases, y por este medio le fueran practicados los exámenes.
José Villela efectivamente consiguió graduarse con un promedio de 8.9, acompañado de todos los alumnos de su generación, y profesores a finales de junio de este año. Sus palabras esos días fueron: “Esto para mí tiene un doble sabor, al principio ser médico se veía como algo imposible, pero después supe que me había graduado con un buen promedio”. José fue el sexto lugar de su salón.
Actualmente José se encuentra en la etapa de trámites para el ingreso a la especialidad en el Instituto Nacional de Psiquiatría. Aprobó el Examen Nacional de Residencias Médicas el 9 de septiembre del presente año con la segunda mejor calificación entre las 6 mil plazas que se postularon.
“Es una bendición poder estar de regreso“, concluye José Villela.





