En el olvido, la ?fabricación casera?
?Además del terrorismo psicológico que causan, atentan contra la seguridad nacional?, apunta el investigador y analista Erubiel Tirado Cervantes, autor de la tesis ?La seguridad nacional en México?. Lo mismo en Tijuana o Tuxtla Gutiérrez, Aguascalientes o Puebla, Guadalajara o Villahermosa, han sido encontradas bombas ?desde las llamadas ?molotov? hasta las más sofisticadas electrónicamente, incluso algunas enviadas por correo?, además de granadas y petardos, sin contar el sinfín de falsas alarmas en oficinas de gobierno, puentes internacionales, hospitales, universidades o en aviones en vuelo. Documentos de seguridad nacional e inteligencia militar, así como observaciones de expertos en la materia, dieron como resultado la siguiente investigación realizada por EL UNIVERSAL: Los primeros indicios registrados datan de los años 70, cuando la Brigada Roja de la Liga Comunista 23 de Septiembre ?el brazo armado de esa organización? definió su táctica y técnica militares que incluía la fabricación casera de bombas, conocidas como ?molotov?. Para este tipo de explosivos, la técnica sigue siendo la misma hasta la fecha: una botella de vidrio, gasolina, azúcar, jabón y un pedazo de tela o estopa. Con el transcurso de los años se desarrollaron las bombas de encendido químico ?a las que se les agregó aceite de automóvil, ácido sulfúrico y clorato de potasio? y las llamadas ?de reloj? que se accionan mediante ese sistema mecánico. Sin embargo, lo más sofisticado son las bombas detonadas desde cualquier parte del mundo a través de ?bipers? o teléfonos celulares, para las que se usan los explosivos plásticos denominados C-4, de alta potencia. Con este sistema fue ejecutado, por ejemplo, el comandante Raúl Ruiz Guerra, de la policía ministerial de Reynosa, Tamaulipas. Eran las 6:00 horas del 25 de agosto de 1998 cuando dos bombazos estallaron en su casa, la cual quedó totalmente destruida, convertida en escombros ?con daños materiales a 400 metros a la redonda?, al igual que su automóvil Grand Marquis y su camioneta Silverado. También murieron dos empleados domésticos y quedaron heridos su esposa y su hijo. Las investigaciones arrojaron como resultado que las bombas habían sido accionadas mediante la vibración de un ?biper?, con precisión matemática. De acuerdo con su clasificación militar, los explosivos son fulminantes (nitruro de plomo) o detonadores (fulminato de mercurio). Los detonantes pueden ser de alta potencia (tetril, exógeno); de potencia media (dinamita, TNT, explosivos plásticos: C1, C2, C3, C4), y de potencia baja (nitrato de amonio, tritonal, carbonitro). Y los deflagrantes, como las pólvoras, el clorato de potasio u otro tipo de mezclas incendiarias. Los explosivos fulminantes son sumamente sensibles y reaccionan con violencia al momento de producir flama y ondas explosivas; se utilizan generalmente para iniciar la reacción de los explosivos detonantes y deflagrantes, siendo sensibles al calor, fuego, fricción, presión o golpe. Por su parte, los explosivos detonantes producen un efecto de ruptura y son utilizados para construir cargas en granadas, bombas y minas. Regularmente requieren de una explosión auxiliar cuya onda recorre toda la carga, lo que motiva la transformación inmediata del explosivo en gases. Y los explosivos deflagrantes reaccionan lentamente y se usan comúnmente como carga de proyección de cartuchos y en mechas, por lo que para su encendido se requiere básicamente de fuego. Los morteros encontrados en la delegación Alvaro Obregón podrían entrar en la clasificación de los estopines, que son pequeños cilindros metálicos cargados con un explosivo fulminante como carga inicial y una mezcla de tetril como carga principal. Hay de dos tipos: pirotécnicos y eléctricos. Los auténticos morteros, desarrollados a partir de la Segunda Guerra Mundial, miden hasta más de un metro de longitud y pueden ser transportables con llantas. Entre las medidas de seguridad, destacan las siguientes: aislarlos lejos de los niños y de corrientes eléctricas, mantenerlos en lugares frescos y secos, donde no se golpeen ni sufran fricciones; las mismas recomendaciones deben aplicarse para la dinamita, el clorato y la pólvora negra. Un mes después, el 24 de febrero, fue colocada una bomba de alta peligrosidad en el mercado Miguel Hidalgo de Puebla, sede de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre. Dos niños jugaban con la ?mina? cuando uno de los miembros de esa organización, que fue militar, se percató de que se trataba de un objeto explosivo y procedió a desactivarlo. La bomba fue entregada a la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR). El 5 de marzo de 1996, elementos del Ejército desactivaron un artefacto explosivo localizado en la cortina de la presa ?Abelardo L. Rodríguez?, de Tijuana, consistente en una caja cubierta con cinta adhesiva, de medio metro de ancho y medio metro de alto; en la parte superior tenía una batería y dos alambres que la conectaban al interior, según confirmó Miguel Ruvalcaba, jefe de la Policía Judicial de Baja California Norte. Otra bomba de tipo casero fue encontrada el 13 de septiembre de ese año, en el Monumento a la Revolución de la ciudad de México, en el interior de una caja de zapatos, con fotografías del ?Che? Guevara y personas de raza negra portando armas largas. Consistía en una botella de plástico de un litro, en cuyo interior fue colocada una carga de pólvora de doble base, así como tornillos, tuercas y casquillos de bala, a manera de metralla; el detonador era un mecanismo de reloj activado por una pila alcalina de 1.5 voltios, combinado con esponja. El 2 de febrero de 1997, fueron desactivadas tres bombas por la policía de San Diego, California, que habían sido enviadas por servicio postal desde Tijuana; eran remitidas en pequeñas cajas de cartón y sólo una de ellas estalló en la sede local del FBI estadounidense. Un mes después, se habían detectado 15 bombas ?molotov? en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, dirigidas a organizaciones de derechos humanos, instalaciones de la Iglesia católica, comercios y casas habitación, lo que motivó el patrullaje nocturno de un grupo especial antiterrorismo integrado por policías estatales y municipales. El 19 de noviembre de ese año, autoridades gubernamentales estadounidenses cerraron la garita internacional de Mesa de Otay, ubicada al este de Tijuana, luego de que se localizó una bomba de casi 800 kilos de peso, a menos de un kilómetro de la frontera con México. A mediados del año siguiente, el 26 de julio de 1988, fue desactivado un artefacto explosivo en un restaurante de la cadena Vip?s de Villahermosa, Tabasco, encontrado en uno de los baños del establecimiento. El 16 de enero de 1999 estalló una bomba de fabricación casera en el auditorio principal de la sección 9 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en el que se llevaba a cabo una reunión de organizaciones sociales. La denuncia correspondiente quedó asentada en la averiguación previa 1/149/99/01, ante la procuraduría capitalina. Desde una caseta telefónica, un individuo exigió 300 mil pesos al vicerrector Cesáreo Hernández, de la Universidad del Valle de Atemajac, en Guadalajara, a cambio de no detonar un artefacto explosivo con sensores de movimiento que había colocado en uno de los baños de esa casa de estudios. Tras evacuar las instalaciones, fue desactivado. El 16 de febrero de este año, en la ciudad de Aguascalientes, fue detectada una bomba en los baños para mujeres del palacio municipal, motivo por el cual fueron desalojados casi mil trabajadores de la administración panista. Pero resultaron falsas, como en estos otros casos: El 15 de febrero de 1995, en Ecatepec, estado de México, los pacientes de dos hospitales de esa localidad tuvieron que ser trasladados a otros centros médicos ante la amenaza de que estallarían artefactos explosivos en ambos nosocomios. Casi dos semanas después, las autoridades migratorias de México y Estados Unidos cerraron el paso de los puentes internacionales de Texas y Matamoros, tras una llamada anónima sobre la existencia de bombas en uno y otro lado de la frontera. A mediados de julio de 1996, se intensificaron las amenazas de artefactos explosivos en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF); hasta esa fecha, en la citada dependencia eran recibidas de 10 a 15 llamadas anónimas. Sólo fue encontrada una ?mina? en una jardinera de la sede del sector central de la PGDF. Un avión de la Compañía Mexicana de Aviación aterrizó de emergencia en Dallas, el 30 de julio de ese año, por una amenaza de bomba; las autoridades evacuaron inmediatamente a pasajeros y tripulantes. El vuelo 815 de CMA cubría la ruta Puerto VallartaChicago, cuando en Guadalajara se recibió la llamada anónima de advertencia. El 3 de enero de 1997, en Guadalajara, más de 200 empleados de Ferrocarriles Nacionales de México fueron evacuados de las oficinas de la paraestatal, ante la amenaza de un artefacto explosivo. Durante el mes anterior, en diciembre de 1996, el Sistema Troncal de Comunicaciones 08 recibió más de 20 amenazas con el mismo motivo. Dos meses después, el 8 de marzo, la estación Chabacano del Sistema de Transporte Colectivo (Metro) de la ciudad de México fue desalojada, sin que oficialmente se proporcionara explicación alguna. De acuerdo con testigos, los agentes de seguridad advirtieron a los pasajeros que se había recibido una amenaza de bomba. También en la capital de la República se sucedieron las falsas alarmas, como ocurrió a mediados de agosto de 1998, cuando fueron recibidas tres amenazas casi al mismo tiempo, una de ellas en las instalaciones de la embajada de Estados Unidos, otra en el edificio Multipack y una más en el edificio de la Aseguradora Hidalgo. Durante el año pasado aumentaron las falsas alarmas; el 18 de marzo, por ejemplo, en menos de una hora fueron amagadas las actividades en diversas áreas de la sede del gobierno capitalino, entre ellas la Oficialía Mayor y la Secretaría de Desarrollo Social, amenazas que dieron inicio una semana antes cuando fue localizado un artefacto explosivo de fabricación casera en la delegación Xochimilco. ?Hay una bomba en el octavo piso y se los va a cargar la chingada...?, fue el recado que dejaron. El poder de las granadas A quel sábado, 24 de enero de 1998, el jardinero Enrique Ugalde Ruiz se levantó, como siempre, muy temprano para llevar a cabo sus faenas cotidianas. Cuando llegó a un lote baldío de la colonia Del Valle, en la delegación Benito Juárez, se encontró una caja que le picó la curiosidad. Y cuál sería su sorpresa al destaparla porque en su interior había seis granadas de fragmentación y dos tubos cilíndricos con pólvora de los llamados morteros. El jardinero llamó al tripulante de la patrulla 05236 del sector 5 norte, José Alberto Lange Flores, quien llamó a sus superiores. Así llegaron los elementos de la unidad 25509 del Agrupamiento Fuerza de Tarea para resguardar el armamento. Según la ?Guía del soldado?, editada por la Secretaría de la Defensa Nacional (SDN), la granada de mano es un proyectil explosivo de forma ovoide o cilíndrica, que actúa por un dispositivo de retardo y es arrojado por la mano del hombre a cortas distancias. Las hay de dos tipos: ofensivas y defensivas ?para instrucción, práctica y guerra?, cuyas partes son: cuerpo, espoleta y carga. El cuerpo puede ser de lámina o hierro fundido, contiene la carga y produce fragmentos al explotar; la espoleta enciende la carga explosiva haciéndola detonar después de tres a cinco segundos de haber sido lanzada, y la carga está constituida por un explosivo o sustancia química. Dicen las instrucciones castrenses para las granadas defensivas: ?Se emplea contra personas a descubierto...?. Y para las ofensivas: ?Se emplea para causar pánico al enemigo y en demoliciones...?. Hay, empero, granadas caseras a base de amonal y cuyo estallamiento depende del largo de la mecha. Todas tienen un radio de acción que varía entre los 15 y 30 metros, aunque hay modelos poco comunes que abarcan un poco más. A guisa de ejemplo, he aquí algunos de los reportes registrados durante el año pasado sobre este renglón: El 17 de enero, en el Centro de Justicia de Atizapán de Zaragoza, estado de México, fue encontrada una granada militar. La policía estatal reportó que se hallaba dentro de una caja de cartón, con la espoleta casi desprendida y sujeta por una cinta adhesiva; al contacto con los rayos del sol, el artefacto explotaría. A fines de año, el 9 de noviembre, en la terminal de autobuses Cristóbal Colón, ubicada en la colonia Santa Marta Acatitla, se localizó una granada de mortero de uso exclusivo del Ejército. El mismo día se recibieron dos amenazas de bomba en la capitanía del aeropuerto internacional de la ciudad de México. El 15 de noviembre, entre la basura de un camión recolector que circulaba por la delegación Alvaro Obregón, apareció una granada que posteriormente fue desactivada. Hasta esa fecha habían sido localizadas una docena de granadas en el Distrito Federal, entre ellas dos de mortero de 81 y 37 milímetros, una de fragmentación y otra de utilería. A principios de este año, en Ciudad Hidalgo, Chiapas, fueron encontradas dos granadas en menos de una semana, de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, cuando varios niños jugaban con ellas. Estas eran sus denominaciones: KG02-COMP. BLOT EC89E605-063 1GRANADE HEN 1FRAG DELAY K400 W/FUZE-K402.
(Primera de dos partes)
Los morteros de fabricación casera encontrados en los terrenos de la presa Anzaldo, en la delegación Alvaro Obregón, se suman al largo rosario de artefactos y explosivos detectados en los últimos años a lo largo y ancho del territorio nacional.
Bombas y explosivos
De los reportes de seguridad nacional referentes a este capítulo, se cuentan, entre otros, los siguientes: El 9 de enero de 1995 fue retirada una bomba con medio kilogramo de explosivo de la sede nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), por miembros especializados del grupo ?Zorros? de la policía capitalina, luego de que una llamada anónima advirtió la existencia de la misma. El artefacto fue encontrado en uno de los baños, entre los pisos cuarto y quinto de dicho edificio.
Falsas alarmas
Con anterioridad a la detección de la bomba en Aguascalientes, ya se habían registrado varias llamadas anónimas sobre colocación de artefactos explosivos, tanto en el palacio municipal como en el palacio de gobierno.





