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En los últimos 18 años, la capacidad de inventiva de los mexicanos fue equivalente a sólo 6% de la producción total de investigaciones o innovaciones tecnológicas que se registraron en nuestro país y se tradujeron en una patente, el resto fueron desarrolladas por instituciones o investigadores extranjeros, revela el Estudio Comparativo sobre las Universidades Públicas (ExEcum).

Al presentar el segundo estudio comparativo, elaborado por académicos de la dirección general de Evaluación Institucional de la UNAM, se informó que en México hay 341 programas de posgrado inscritos en el Padrón de Calidad, pero sólo 39 (11.4 %) son de competencia internacional. Las instituciones que concentran al mayor número de esas opciones de posgrado de calidad con la UNAM y El Colegio de México.

El estudio, dijo su responsable, Imanol Ordorika, no pretende ofrecer una clasificación de las instituciones, pero coloca a las universidades estatales de Guadalajara, Nuevo León y Veracruzana a la cabeza de las escuelas que más programas han sometido a la evaluación.

Durante la presentación del estudio, en la rectoría de la UNAM, se dijo que de 1991 a 2009 en México se solicitaron 14 mil 281 registros de patentes, de las cuales 822 (5.8%) son de investigadores mexicanos, el resto son instituciones extranjeras o investigadores foráneos.

De esas 822 patentes de mexicanos, 22% (184) provienen de trabajos que desarrollados en instituciones de educación superior públicas, aunque 70% de la investigación nacional se realiza por el sector universitario público, 4.14% es de universidades privadas y el resto de institutos de salud.

La institución que más patentes ha obtenido en nuestro país es el Instituto Mexicano del Petróleo, con 446, seguido por la UNAM, con 121 patentes y por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN, con 47 registros logrados.

Imanol Ordorika, director general de Desarrollo Institucional, dijo que los rankings se han vuelto moda, y éstas pasan, no dan información concreta, dan calificaciones: “Nosotros ofrecemos datos confiables, no son indicadores artificiales; son para entender y comparar, no para calificar”.

Por eso, aseguró el investigador, “ni construimos indicadores artificiales, ni hacemos ponderaciones, ni establecemos calificaciones”.