CASO COLOSIO SEIS AÑOS DEPUÉS
Refuerza la tesis del complot examen psicológico de Aburto
La conclusión de que Mario Aburto Martínez actuó solo para cometer el homicidio de Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, ?no es verdadera, no sólo por la personalidad manipuladora y manipulable del interno, sino por la serie de contradicciones en la que cae en su discurso?, sentenció la doctora terapeuta Angélica Ramírez Escamilla, quien en 1994 fue la responsable de entrevistarse en cinco ocasiones con el homicida material, a petición de la Subprocuraduría Especial del Caso Colosio. A seis años de los acontecimientos, los cuatro fiscales especiales que se responsabilizaron de las investigaciones del homicidio de Luis Donaldo Colosio no lograron resolver el crimen, aunque las líneas de indagación para llegar al complot se redujeran de 27 a sólo tres, como lo explicó el último fiscal Luis Raúl González Pérez: entorno político, narcotráfico y narcopolítica. En la Coordinación General del Caso Colosio, dependiente de la Procuraduría General de la República, los expedientes, las declaraciones y las pruebas se acumulan ordenadamente en estantes que simulan una gran biblioteca. Entre esos cientos de miles de fojas están los reportes de las cinco sesiones efectuadas con el homicida material Mario Aburto Martínez, realizadas en agosto de 1994 en el penal de alta seguridad de Almoloya de Juárez por la doctora Angélica Ramírez Escamilla. En dos documentos con fechas del 20 de septiembre y el 28 de noviembre de 1994, dirigidos a la doctora Olga Islas, subprocuradora especial para el caso Colosio, se explica que las cinco sesiones con Aburto se efectuaron por solicitud del penalista Juan Velázquez, abogado de Carlos Salinas de Gortari y asesor en ese entonces de la subprocuraduría. Según los reportes de la experta terapeuta, uno de los objetivos del discurso de Mario Aburto ?es desprestigiar la persona del presidente de la República (Carlos Salinas de Gortari) y culparlo del hecho?, y añade que ?su silencio se debe no sólo al temor de quedarse sin nada, sino al temor a la muerte y que hubo una negociación previa al hecho?. Además, el homicidio puede estar relacionado con un manejo político de gente ligada a los intereses y a la ideología de opositores. La tesis del complot en el crimen que expone la doctora Ramírez Escamilla se refuerza también con el dictamen de psiquiatría, psicología forense y criminología practicado a Mario Aburto por el doctor Carlos Tornero Díaz y la licenciada Marta Graciela Miranda G., quienes en sus conclusiones señalan que ?el acto homicida, hipotéticamente pudo haber sido planeado por un director intelectual que pudiera haber tomado en cuenta las características de personalidad de Mario Aburto Martínez, pudiendo haberlo detectado por las manifestaciones de su pensamiento e ideas de reivindicación?. Los especialistas en psiquiatría y criminología afirman también que ?debido a la conflictiva interna de Mario Aburto Martínez, conjugada con las circunstancias externas, no puede negarse hipotéticamente que la conducta pudiera en un momento dado haber sido coadyuvancia por influencia de terceros?, aunque también reconocen que ?el acto homicida pudo ser cometido provocándose por la propia problemática interna de Aburto, en este caso sin la participación obligada y directa de terceros, y probablemente sólo por influencias externas como lecturas, revistas y discursos?. Calificado como un estudiante regular, no concluyó estudios de preparatoria y se dedicó a diversas actividades laborales, en donde mostró inestabilidad que él mismo le atribuye a los bajos salarios. De su infancia se conoce que nació en Rinconada, Michoacán, zona de influencia de los ?Testigos de Jehová?. Estudió preescolar en el Distrito Federal, pero después se trasladó a Michoacán y desde los 15 años viajó con su familia a Tijuana en busca de mejores condiciones de vida. De padre alcohólico y con antecedentes penales, Mario Aburto tiene un hermano, de nombre Raúl, que es aficionado al manejo de armas y vive en Estados Unidos, en donde era visitado con frecuencia por el homicida. De capacidad intelectual media, con sentimientos de inferioridad y aplanamiento afectivo, Aburto se revelaba desde pequeño contra las injusticias en su escuela, lo que lo llevaba a asumir liderazgos. Cuando viaja a Tijuana se relaciona con distintas personas oposicionistas, lo que le hace ir almacenando sentimientos de reivindicación para el pueblo mexicano, sin alcanzar la categoría de un delirio bien sistematizado, pero que sí lo mueve a buscar cambios políticos sin limitantes, lo que incluye la posibilidad de actos violentos. Según el primer reporte de psicología realizado en los primeros 15 días después del crimen cometido, Aburto espera ser valorado por alguien especial y muestra fantasías de éxito y brillantez; le molesta que otros tengan éxito y sean más inteligentes que él. Ante situaciones novedosas o de intenso estrés, se muestra astuto y defensivo, manifestando conductas temerarias sin preocupación por su seguridad personal. Durante su estancia en Almoloya se muestra extrovertido, dedicado al estudio y la lectura, lo que le ha merecido reconocimiento y la posibilidad de continuar su preparatoria. Es trabajador y labora en la maquila. A los médicos expertos les llamó la atención que a los cinco días de haber cometido el asesinato, el que describe como una reacción ante la negativa de la víctima de atender a una mujer, recuerde perfectamente datos de antecedentes médicos, pero no de amistades a quien pueda llamar, ya que le dice a la asistente social que no recuerda nada. Ante las mismas personas dice que sólo quería herir a la víctima, pero confiesa haber planeado el homicidio con anticipación. El diagnóstico psiquiátrico clínico determina un trastorno delirante paranoide, con elementos que lo identifican como un delirio crónico sistematizado de tipo reivindicativo. En los estudios psicológicos aparece Aburto con conflictos con la autoridad y sus rasgos de personalidad más relevantes diagnostican trastornos narcisistas: 1. Bajo autoconcepto personal. 2. Sentimientos de inferioridad. 3. Difusión de su identidad. 4. Sentimientos de autoimportancia. 5. Bajo control de los impulsos. En el dictamen relativo a los reportes de las cinco sesiones efectuadas con Aburto por la doctora Angélica Ramírez Escamilla se concluye que no es un pacifista; que tiene una estructura perversa y psicopática, completamente desestructurada, pero con un sistema defensivo fuerte y creado en el exterior; tiene sentimientos de omnipotencia, obsesividad, dependencia al medio y excesivo control de emociones. También se descubrió que es una persona voraz, de inteligencia parcialmente concreta, sádica, perversa en sus reacciones, con nula capacidad para relacionarse con un objeto total, gravemente escindida, con falta de contacto emocional que lo constituye por un aplanamiento afectivo total, encubriendo destrucción y agresión.
Los antecedentes de Aburto
A los 23 años de edad, Mario Aburto Martínez ingresa al penal de Almoloya el 25 de marzo de 1994, dos días después de cometer el atentado contra Luis Donaldo Colosio. Al año de su ingreso se le detectó hemorroides trombosadas. En sus antecedentes médicos destaca que a los cinco años de edad fue intervenido por hernia inguinal y a los 11 años por un cuerpo extraño en la columna vertebral.
Dictámenes médicos
En el dictamen de psiquiatría, el doctor Tornero y la licenciada Miranda concluyeron que Aburto padece de trastornos mentales sectoriales y de conflictiva interna que no le impiden, sin embargo, el contacto con la realidad y el conocimiento de su propio yo.





