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Mamás, de sumisas a estresadas

Carolina García| El Universal
Domingo 09 de mayo de 2010
Se sobreexigen, pues también desean ser mujeres: experta

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En 1969, Ana es una madre y esposa abnegada, que ha dado todo por sus hijos y que casi se ha desdibujado como mujer en los albores de los nuevos tiempos, con el respeto de sus hijos, pero también con cierto olvido.

Ana, es el personaje que Marga López interpretó en ese año en La agonía de ser madre, cinta a la que precedieron El día de las madres y La sombra de los hijos con el mismo tinte dramático.

Antes, las féminas “anteponían las necesidades de los demás a las suyas”, primero había que ser madre, esposa, hija o hermana, que mujer, asegura la doctora Margarita Ávila Espinosa. Pero ahora, “se sobreexigen a sí mismas porque quieren seguir siendo mamás, pero también desean ser mujeres”.

La madre sumisa contrasta con la estresada figura de hoy, quien al contrario de lo que pudiera pensarse es preferible que trabaje a que no lo haga, pues en el oficio que desarrolle puede “descargar su energía en una aproximación a realizar un proyecto de vida”.

Sin embargo, el trabajo reduce horas dedicadas al cuidado de los hijos, lo que le genera culpa; la cual es propiciada “por una herencia social y cultural por cuidar y atender las emociones de los demás miembros de la familia”, la vieja idea de la figura materna, como la de Ana, en La agonía de ser madre.

“Las mamás de hoy ‘sobrecompensan’ a los hijos comprándoles ropa, juguetes, herramientas en un afán por cubrir esa ausencia. Pero al final, el niño no se satisface, quiere más, es como un barril sin fondo”, asegura la especialista.

Mas no en todos los casos ocurre esto. “Hay algunas señoras —madres solteras, casadas; con mucha o poca educación— que trabajan pero envían a sus hijos un mensaje de certeza, que reconocen a los hijos como individuos independientes, sin necesidad de estar 15 horas juntos, pero que les dan intimidad y seguridad de una relación madre-niño”, dice Ávila.

La experta también apunta que existe otro tipo de mujeres, profesionistas que truncan su vida laboral en pos de una familia que “trasladan y canalizan esa energía profesional a una persona, es decir a sus hijos”.

La doctora las define como féminas que buscan un “niño perfecto”, que quieren que “hable inglés, sepa nadar, sea muy listo” para complementar el proyecto que no terminaron.

Las mujeres de hoy son menos seguras que las madres de antes pues no quieren traumar a sus hijos, ni que éstos sientan dolor por su causa. “En los años 60 se dio una revolución derivada de las ideas freudianas, cuando se puso de moda la palabra ‘trauma’ y se atribuía a los padres el trauma en la infancia”, explica la experta.

Un efecto secundario de esta búsqueda para no “traumar” a los hijos es la inseguridad que las señoras generan en estos años. “Antes, la figura de autoridad del padre era incuestionable por los hijos y la madre; ahora, ellas intervienen por sus hijos, son más cercanas a ellos, pero pierden autoridad y respeto. La pérdida de respeto y autoridad es lo que lleva a esa inseguridad generada”, concluye.



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