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El mercado “negro” se apodera del Santuario

Mae López Aranda Corresponsal| El Universal
Lunes 02 de marzo de 2009

GUADALAJARA, Jal.— Quienes conocen el Santuario de Guadalupe lo comparan con la colonia Doctores de la ciudad de México, sólo que aquí no venden refacciones para autos sino todo tipo de medicinas desde viagra hasta fármacos para enfermedades del corazón.

El negocio que inició, en la década de los 70, un señor que recolectaba en un costal muestras médicas entre los doctores de la zona, y que posteriormente vendía en un par de casas en el barrio, ahora es en uno de los principales centros de distribución de medicamentos robados, adulterados o falsificados, que abarca casi 12 manzanas.

“La primera vez que compré medicina fue por 1974. Mi padre estaba enfermo. Una vecina me dijo que aquí era barata la medicina. En ese entonces sólo se vendía en dos casas, ambas estaban sobre la avenida Alcalde. Uno llegaba y tenía que tocar, te abrían una ventana de la puerta y de manera discreta te preguntaban qué querías. Meses después mi padre murió”, relata la señora María Abundis que viene de Tlaquepaque.

Ahora el barrio se ha convertido en un mercado, en el que la actividad de los “preguntones”, del ¿busca medicina?, se prolonga por 12 horas, de 8 de la mañana a 8 de la noche. Los domingos también opera, aunque medio día.

La venta de medicamentos empieza a un lado del templo del Santuario de Guadalupe y poco a poco se ha ido hacia el Parque Alcalde. La calle Pedro Loza es de las más conocidas. Ahí se encuentra la mayor parte de casas, bodegas y ambulantes que se dedican a la venta de medicina sin ningún tipo de receta.

“Yo tengo confianza en las personas que me venden, claro que yo compro por acá por General Arteaga, donde antes uno tenía que llegar tocar y preguntar: ¿aquí venden medicina?, porque no todos lo hacían.

“Ahora hay una gran cantidad de muchachos y mujeres que te abordan en la calle, esos me dan desconfianza. Tampoco les compro a los que tienen la medicina en cajuelas de carros. Por cierto cada vez hay menos familias que habitan las casas: se han convertido en bodegas o farmacias.

“La venta descarada y el tener la mercancía en cajuelas es reciente, será de unos ocho o nueve años para acá, y cada vez son más”, agrega la señora María, quien dice que gracias a este mercado sus gastos en salud se reducen casi 50%.

“Yo ando buscando Avelox”, dice el arquitecto, Omar Díaz, quien llega por la calle de Hospital en su Tracker 2007. “Vine el lunes —dice— y uno de los señores que vende me dijo que viniera hoy, que lo iba a conseguir”.

Omar Díaz, de 34 años, reconoce que comprar medicina en esta zona es un riesgo, pero que de otra forma no podría cumplir su tratamiento.

“Realmente no me alcanza, ese medicamento es sólo parte de lo que debo comprar para curarme de la sinusitis y como trabajo por honorarios, no tengo seguro social”.



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