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El sir que salió de un astillero

Pedro Iván Quintana| El Universal
Sábado 27 de diciembre de 2008
Llevó a su equipo a conquistar un título más con el Mundial de Clubes de la FIFA, alargando una historia de éxito que lleva 22 años

pedro.quintana@eluniversal.com.mx

Los entrenadores son esos personajes oscuros que viven al margen del espectáculo. Están ahí, donde nadie voltea a ver cuando cae el gol y el estadio se rinde eufórico a los héroes sobre la grama. Sólo después de la catarsis, algunos recuerdan qué fue lo que pasó y voltean al banquillo ya no para aplaudir, sino para agradecer.

A Alex Ferguson le pasó en 1999. Su equipo, el Manchester United, tenía perdida la final de la Liga de Campeones de Europa ante el Bayern Munich, que anotó un gol y se fue a defender la ventaja hasta el último hombre. Los ingleses se estrellaban en la barrera alemana sin que pareciera que pudieran hacer algo.

Y Fergie, que así le dicen a ese duro escocés que aprendió en los astilleros de Glasgow a trabajar duro para ganarse la vida, hizo dos cambios cuando el partido iba a terminar. Lo que pasó después le mereció ser nombrado Caballero del Imperio Británico: Teddy Shringham y Ole Solskjaer, los dos muchachos que mandó a la cancha, anotaron los goles con los que su equipo se coronó en los dos minutos más grandes de la historia del futbol, como se les llamó entonces.

Sir Alex desde entonces, ya tiene 22 años trabajando en Old Trafford. Pero el récord que vale la pena destacar es el de los más de 40 títulos a los que guiado a los Diablos Rojos en ese tiempo.

El último lo consiguió al vencer con absoluta facilidad al Liga Deportiva Universitaria de Quito en la final del Mundial de Clubes de la FIFA hace unos días en Tokio.

Duro en las formas, de irascible carácter y completamente intolerante con la indisciplina, echó de un zapatazo a David Beckham del Teatro de los Sueños, que así llaman al estadio de su equipo.

El astro requirió dos puntos de sutura al ser golpeado por una bota que Fergie pateó cuando arengaba al equipo tras caer ante el Arsenal, en la Copa Inglesa de 2003.

Pero del mismo modo se apasiona cuando descubre quién es capaz de crear magia sobre una cancha. Le pasó un día cuando su equipo visitó al Benfica en Portugal. Al regreso mandó fichar a un joven con apenas un año de profesional: Cristiano Ronaldo. Lo llevó poco a poco como al propio Beckham, otro de los conejos de su chistera, y este año fue distinguido como el mejor futbolista del orbe.

No fue fácil que recibiera el premio aún bajo el mando de Ferguson. El Real Madrid trató de llevárselo a punta de chequera, pero Sir Alex se encerró con el portugués, le invitó unas cervezas y lo convenció de seguir un año más.

Hay que hacer este apunte: a Ferguson, que gana casi 10 millones de dólares al año, no le duele invitar las cervezas. Tiene asegurada una dotación de por vida de parte de Carling.

La cervecera le puso un reto: ganar tres veces seguidas la Liga Premier. Y lo logró en 2001.

A sus 66 años está seguro de que no podrá gastar todo lo que ha ganado. Y tampoco verá que alguien se acerque a los logros que acumula Fergie, más allá de los sueños que tenía cuando trabajaba junto a su padre en el astillero a la orilla del río Clyde.

 

 



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