Una perla en el desierto
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En marzo de 2004, Perla Bustamante Corona recibió el premio Luna Plena, otorgado por el ayuntamiento de Juárez a las mujeres más destacadas. Se lo entregó Bertha Chiu, un icono del deporte nacional —fue 13 veces campeona nacional de basquetbol y de lanzamiento de jabalina—, quien acudió a la ceremonia en silla de ruedas por su edad. El hecho significaba todo un honor, porque simbolizaba una especie de cambio de estafeta. Se trataba del primer reconocimiento que la ciudad le otorgaba por su trayectoria deportiva y en el área de la filantropía.
La biografía de Perla está marcada por la adversidad. Mejor dicho: por su lucha diaria contra la adversidad. Su temple está forjado por el entorno en el que habita, de violencia, de clima extremo y de oportunidades que escasean. Ella representa el trabajo y el esfuerzo de miles de juarenses extraordinarias, la mayoría anónimas, que desarrollan su potencial en una frontera hostil para el género femenino. Como el que realizan las activistas Esther Chávez Cano y Marisela Ortiz, para erradicar la violencia contra las mujeres. O Rosario Sanmiguel y Socorro Tabuenca, en los ámbitos literario y académico.
En 2004, Bustamante Corona ganó medallas de plata y bronce en los Juegos Paraolímpicos de Atenas, a donde asistió prácticamente con sus propios recursos y con la ayuda de sus amigos. Antes de recibir cualquier apoyo, entrenaba todos los días en las instalaciones del estadio Benito Juárez, sólo con su fuerza de voluntad. Nadie le abría las puertas en aquellos años.
Perla nació en Ciudad Juárez el 17 de agosto de 1964, y estudió Ingeniería Industrial en el Tecnológico local. Siempre ha practicado deportes: natación, acondicionamiento físico, ciclismo, gimnasia aeróbica. El 28 de julio el destino la puso a prueba. Cuando se preparaba para competir en un triatlón y nadaba en las playas de Puerto Vallarta, ocurrió un accidente en el que una lancha le desprendió la pierna izquierda.
“Me quería morir”, dijo años después al recordar aquellos momentos. Pero recobró la entereza gracias al amor de su esposo y de sus hijos. Dos años después del accidente participó en una carrera especial en la ciudad de México y obtuvo su primera victoria como atleta paraolímpica.
La deportista sabe muy bien las dificultades que tienen las personas con algún tipo de discapacidad. Por varios años se ha dedicado a ayudar a los demás, aunque en el ínter ha enfrentado a la burocracia de la Aduana Fronteriza, por ejemplo, para recibir aparatos ortopédicos donados por organismos extranjeros. En paralelo a su carrera deportiva, creó la Fundación A Paso Firme, con el propósito de orientar a los pacientes amputados sobre los mejores métodos para su rehabilitación.
Este año, Perla Bustamante se convirtió en la atleta paraolímpica más veloz del mundo. Sorprendió a todos el 13 de septiembre, en los Juegos de Beijing, cuando impuso récord en los 100 metros planos, que recorrió en 16.32 segundos. Ahora enfrenta un nuevo desafío. El presidente Felipe Calderón la designó titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Su reto es impulsar la igualdad en el acceso a las oportunidades para todos los mexicanos, más allá de cualquier preferencia personal, política o religiosa.